el mundial de naranjitoAntonio R. Naranjo

Marruecos, nos rendimos

Hubiera sido mejor invitarles a unos tercios a Bélgica, pero nos toca el país al que Sánchez le regala todo lo que pide

Actualizada 10:41

Ya estamos en octavos de final, tras cenar sashimi para satisfacción de Garzón, que no es nada partidario de que comamos chuletón, aunque da más energías; ni de que los niños jueguen a los vaqueros e indios, ni siquiera si se disfrazan de sioux, que es mucho más inclusivo con las minorías étnicas.

Antes de hacer el ridículo con Óliver y Benji nos podía tocar con Bélgica, Croacia o Marruecos, lo que tenía sus ventajas y desventajas. Con los belgas nos une una cierta enemistad, desde los tercios de Flandes, y allá aún les dicen a los niños, cuando quieren asustarles, que se les va a aparecer el Duque de Alba a ponerles una pica en todo lo alto. Como aquí, en nada, con Irene Montero o Pablo Echenique.

Y nosotros les devolvemos el afecto enviándoles a Puigdemont: él piensa que huyó con una sagacidad digna de una novela de Graham Green; y los belgas creen que nos fastidia mucho tenerlo en Waterloo haciéndonos peinetas. Pero no saben que le dejamos escapar para quitárnoslo de encima. A él y a Narnia.

No estaba mal el cruce, que podría culminar invitándoles a los belgas a tomar unos tercios, sin alcohol para Hazard por gordito, y así reírnos juntos de su derrota.

Tampoco nos ha tocado con Croacia, ese país tan simpático que tiene a Modric, el mejor centrocampista del mundo en la última década, con permiso de nadie.

Salvo que convocaran a los magistrados conservadores del Tribunal Constitucional, su defensa hace aguas por todos los lados y garantizaba el pase a cuartos, con un aprendizaje balcánico añadido que va a venirnos bien ahora que Sánchez ha derogado el delito de sedición.

Así que nos quedamos con el peor cruce, con Marruecos, que está a nada de poder convocar a saharauis gracias al Marqués de Doñana, espiado justo antes de regalarle a Mohamed VI la vieja colonia española.

Será una coincidencia, pero el volantazo del Gobierno en esa cuestión no lo firma ni el Fernando Alonso de sus mejores tiempos. Tiene más peligro el móvil de Su Sanchidad que el Twitch ese, o como se llame, del seleccionador nacional.

Una derrota resultaría sospechosa, pues, y una victoria, irritante para Rabat, que o gana a España o asalta Melilla. Si es por Sánchez, les pone a Luis Enrique y a los muchachos mirando a la Meca y a celebrar el Ramadán: antes nos vendían alfombras; ahora el presi se las pone a ellos.

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