Primero hay que saber sufrir
El gran talento de la música argentina, Andrés Calamaro, fue tomando notas durante el partido. De la angustia al cielo. El Debate ofrece su relato de la finalísima escrito en tiempo real
Argentina está bailando a Francia, que no aparece, ni su estrella Mbappé que se achica en algunos partidos grandes. Los de Messi son ampliamente superiores en la final, como lo fueron en la semifinal contra una Croacia que apenas si pudo sobar el balón durante media hora. Como lo han sido en los cuartos contra una Holanda que sobrevivió agónica (milagrosamente) 120 minutos, descuento incluido. Los penaltis son parte del fútbol, Emiliano Martínez paró tres. En el primer partido, contra Arabia, anularon tres goles al equipo sudamericano, Holanda empató de misteriosas formas. Angelito fue derribado en el área, o le ayudaron a que pierda el equilibrio de forma no completamente legal. La puntilla es del propio Angelito, en uno de los goles más bonitos en una final de un mundial.
Esta Argentina juega como Brasil en 1970, fusila suavemente con goles. Dos a Francia en el primer tiempo. Francia es la selección franquicia de Qatar, un rejunte de pasaportes que juegan para exhibirse individualmente, con un líder que no aparece cuando de liderar se trata, quizás acusa juventud… Un detalle a considerar es la suavidad en la ejecución del fútbol argentino, patente en el penalti convertidos por Messi y en el elegante gol de Angelito. Argentina representa la humildad, los chicos de barrio que juegan fútbol con picardía y corazón, Francia no. Francia, una selección patrocinada por Qatar y la Uefa (en los despachos de Sarkozy y Platini), parece temerosa y Argentina lo huele.
Un español no puede apoyar a Francia ni en las guerras napoleónicas
Dicen que los madridistas van con Francia, pero es imposible: un español no puede apoyar a Francia ni en las guerras napoleónicas, ni (mucho menos) en un mundial de fútbol. San Martín fue a la guerra y la batalla en el bando español, Argentina ni se llamaba todavía Argentina y José de San Martín guerreaba en el norte de África. Francia no cae bien desde la Segunda Guerra Mundial. Messi 2.1 se consagra.
Sale Di Maria (ovacionado y campeón según el actual resultado). Ingresa El Huevo Acuña. Un tercer gol, y un cuarto, retratarían lo que estamos viendo, un baño de fútbol, estrategia y actitud. No importa la pasión, los argentinos fundamentalistas de Bangla Desh, la catarsis en los festejos en cada rincón de Argentina y el mundo: se sigue jugando el partido. Argentina es potencial campeón del mundo y la mejor selección del torneo, la consagración y la revelación. Francia no muestra categoría de finalista. Una final con Marruecos hubiera sido más disputada. La disposición de los sorteos hizo imposible de imaginar una final americana con Brasil de contrincante. Tampoco es que Francia esté jugando su peor partido y los de Messi el mejor del campeonato. Tal es la realidad fuera de la publicidad y el poderío parisino. El que gana es el fútbol, gana Messi y Messi es el fútbol, la versión más completa, romántica y definitiva.
Argentina representa la humildad, los chicos de barrio que juegan fútbol con picardía y corazón, Francia no
Le regalan un penalti a Francia… Paren las rotativas, que no pasa nada. 2-1 es un resultado digno, esperable, pero no retrata lo que vimos durante ochenta minutos. Mbappé empata con categoría. Mejor no hubiera escrito nada antes, invoqué acaso la yeta, me pego un tiro en el pie. Empate, ¡me corto las manos! Tocaba sufrir, otro perfil de esta selección (primero hay que saber sufrir, dice el tango).
Es verdad que los partidos se juegan hasta el final. Resulta ser una final de infarto. Va a ser que Walt Disney tenía razón y existen los finales infelices. Cae un jugador francés en el área, no cobran nada. Algunos acusamos síntomas de infarto. El mundo multi racial (de las colonias), Goliat. El fútbol de pueblos de provincia, David. Ya no le tengo miedo ni al dentista. Mbappé aparece. Ay. Toca sufrir, se agregan treinta minutos de prórroga. No me Judas, Satanás.
Hay encastes muy fríos de salida, que se crecen en el castigo y se vienen arriba en la muleta. El toro como teatro de la vida y el balompié. Partidos que duran noventa o 120 minutos. Apelo a una de mis cábalas. Dejo de ver el fútbol, como excusa voy al baño, a veces funciona. No falla, en el momento en que dejo de prestar atención a lo que acontece, entonces acontece. Creer o reventar. Funcionan los besos a las estampitas de Pugliese y el Gauchito Gil, el respeto por los emblemas anti gafe no son negociables. Francia empata a tres y ni me entero.
Primero hay que saber sufrir. Después amar.
Argentina, ni yanquis ni marxistas.
Messi escribe la historia, la suya propia y la de todos.
Orgulloso de nuestra selección que luce los colores de mi bandera.
Campeones del mundo.
Gracias Lio, gracias equipo.