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Sumit Nagal, en una imagen de archivoAFP

Número 1 del mundo en el tenis de su país y solo 900 euros en la cuenta: la difícil vida de muchos jugadores

El tenis es el tercer deporte que más se sigue a nivel mundial, pero ni por asomo es uno de los que más dinero da a aquellos que se dedican a él profesionalmente. Del deporte rey de la raqueta viven solo unos pocos privilegiados y ni siquiera ser uno de los 200 mejores te garantiza poder vivir cómodamente. Esta situación la ha denunciado en los últimos días Sumit Nagal, el mejor jugador de India.

Sumit Nagal, nacido en India en agosto de 1997, lleva siendo durante años la mejor raqueta de su país. Sin embargo, eso no le está permitiendo ganar dinero y sigue jugando porque es su pasión y porque por el momento lo que va ganando lo puede reinvertir en su carrera. Eso sí, tal y como ha asegurado en Times of India tan solo le da para no tener pérdidas, ya que apenas consigue ahorrar para el futuro.

«Si miro mi saldo bancario, tengo lo que tenía a principios de año: unos 900 euros. Recibí algo de ayuda. Me ayudaron desde una fundación de tenis y también recibo un salario mensual de la IOCL (compañía de combustibles), pero no tengo ningún gran patrocinador», explica Nagal al citado medio.

El tenista indio vive una situación que es la habitual entre los que no están ubicados entre los 100 mejores del mundo. Realmente, lo único que da un buen dinero a los jugadores son los Grand Slams y los Masters 1000 y todo lo que no sea estar presente habitualmente en dichos eventos significa tener pérdidas o unos ingresos mínimos.

Sin apoyos en su país

Esta situación genera que la gran mayoría de jugadores que no son habituales en el top 100 dependen del apoyo de sus federaciones. Por ejemplo, Italia o Estados Unidos invierten una gran cantidad de dinero en impulsar las carreras de sus tenistas desde el inicio y además les ayudan a encontrar patrocinadores, lo que les facilita viajar e ir acompañados de sus equipos durante los torneos.

Algo así es impensable para los jugadores de países con poca tradición tenística o de cuyas federaciones no apuestan por ellos, tal y como le ocurre a Nagal. «Invierto todo lo que gano. Viajo solamente con un entrenador, sin fisioterapeuta, y ya he invertido todo lo que he ganado. Siento que me falta apoyo a pesar de ser el mejor tenista indio desde hace años. Soy el único jugador que se clasifica a los Grand Slams (a algunos) y el único en ganar un partido en los Juegos Olímpicos (Tokio 2020)».

Sumit Nagal, durante los JJOO de TokioJJOO

Historias como la de Nagal hay muchas en el circuito, ya que los premios económicos que dan los torneos menores apenas sirven para pagarse los gastos (vuelos, comidas, alojamiento) y eso en el caso de llegar a rondas finales, lo que provoca que la mayoría de tenistas se terminen buscando diferentes formas para sacar dinero y dejen a un lado su sueño de llegar a lo más alto del ranking.

Hay quienes renuncian desde muy pronto a escalar en la clasificación, pues además de talento se necesita dinero. Por ello empiezan a jugar interclubes (torneos entre clubes que no dan puntos, pero sí buenos premios económicos) o eventos Futures, que dan pocos puntos, pero que son útiles para jugadores con mejor nivel que el de la media del torneo.

Soluciones y opciones ilegales

En los organismos del tenis son conscientes de lo que ocurre en el circuito y año tras año van ampliando el prize money de los pequeños eventos, aunque sigue sin ser suficiente. Las diferencias entre los mejores y los situados fuera del top 100 continúan siendo enormes y provocan que el tenis solo sea rentable para unos pocos.

Así las cosas, algunos jugadores terminen cayendo en las mafias que amañan partidos, pues son tentados con grandes cifras de dinero difíciles de rechazar cuando tienes la cuenta en números rojos. Evidentemente, esta es una práctica que va contra el deporte y que debe ser castigada, pero a veces resulta comprensible, ya que el amaño no necesariamente les obliga a perder el partido (suele ser un juego o un set) y les puede servir para darle un empujón a sus carreras.

No se debe olvidar que mientras en fútbol un jugador que esté entre los 500 mejores del mundo posiblemente sea millonario, en tenis un número 250 del mundo tiene dificultades para llegar a fin de mes y su futuro una vez cuelgue la raqueta es totalmente incierto.