El mal inicio de año de Novak Djokovic: ¿un bache en el camino o el principio del fin?
Que el serbio llegue al mes de abril sin títulos bajo el brazo es una anomalía histórica que merece que se analicen las causas y las posibles consecuencias
El Mutua Madrid Open ha dado a conocer su cartel con el regreso de Nadal y Djokovic a la capital de España
Parece complicado aventurarse a vaticinar el principio del fin de Novak Djokovic cuando el serbio, la temporada pasada, se mostró intratable y situado en márgenes inigualables para el resto de tenistas en la historia, pero su principio de año no ha sido bueno. Entre derrotas inesperadas y contratiempos físicos nos plantamos en el mes de abril sin trofeos bajo su brazo, afrontando una exigente gira de tierra batida con la necesidad de ganar.
El año pasado el número uno del ranking ATP lo finalizó con tres de cuatro Grand Slam, fallando únicamente Wimbledon perdido en una épica final ante Carlos Alcaraz. Este año ya ha fallado el Open de Australia, derrotado en semifinales ante, el a la postre campeón, Jannik Sinner. Después de eso, y tras más de un mes alejado de las pistas, Djokovic decepcionó en Indian Wells con su derrota en segunda ronda ante el desconocido Luca Nardi.
Después de esa derrota ante el joven italiano, número 96 del mundo, Novak no ha vuelto a las pistas. Se ausentó del Masters 1.000 de Miami, buscando ponerse a punto para la gira de tierra batida que se viene. A nadie se le escapa que el gran objetivo del serbio este año es el oro en los Juegos Olímpicos de París. Su ausencia de triunfos ahí (tiene únicamente un bronce en Pekín 2008) es su único lunar en una carrera, por lo demás, impoluta.
Conquistar esa cima que le resta, la que Nadal logró precisamente en China, o Andy Murray dos veces en Londres y Río de Janeiro, le colocaría indiscutiblemente, si no lo es ya, como el más grande de la voluminosa historia de este deporte.
Con 36 años a sus espaldas –el próximo mes de mayo hará 37–, Djokovic sabe que su tiempo se está agotando. París será casi seguro su última oportunidad de trofeo olímpico, y en general sus apariciones cada vez irán más a cuentagotas. Se ha caracterizado el serbio durante toda su carrera de poseer una salud de hierro, una que le ha permitido jugar mucho y vencer aún más, pero el paso del tiempo transcurre para todos. Djokovic desafía en el tenis lo mismo que Messi y Cristiano en el fútbol, LeBron James en baloncesto o Tom Brady, hasta hace bien poco, en fútbol americano: una batalla contra el único enemigo invencible, el tiempo.
Djokovic mantiene la primera posición del ranking, y la reciente derrota de Alcaraz en Miami le da algo de margen en ese sentido, pero el serbio deberá apurarse para mantener su ventaja. Ganar por cuarta vez en Madrid, por segunda en Montecarlo, por séptima en Roma o por cuarta en Roland Garros serán algunos de sus objetivos más a corto plazo.
Con la generación venidera apretando cada vez más, con Alcaraz y Sinner postulándose como los herederos, o Zverev y Medvedev como candidatos más que loables, Novak querrá seguir apurando su dinastía el máximo tiempo posible. Aunque cueste creerlo, esta no durará para siempre.