Perfil
Alcaraz, el niño que pasó de correr hacia casa para ver Roland Garros a ganarlo con 21 años
El triunfo del tenista murciano no se entiende sin el apoyo inestimable de su familia y siempre que gana algún torneo no duda en agradecérselo
Carlos Alcaraz gana su primer Roland Garros y mantiene el idilio español con París
En cualquier historia de éxito, el apoyo de la familia adquiere un papel fundamental. Los padres siempre quieren lo mejor para su hijo y, si es necesario, se van a desvivir y sacrificar por darle todo aquello que le piden. Da igual lo mucho que les cueste. El amor está por encima de todas las cosas.
El triunfo de Carlos Alcaraz no se entiende sin el apoyo inestimable de su familia. Desde que pegó el salto definitivo al profesionalismo, sus padres siempre le acompañan a todos los torneos que juega y siempre que gana algún gran torneo no duda en agradecerles todo lo que han hecho por él. El murciano es una persona con un gran corazón y unos valores muy definidos. Es un tipo cariñoso tanto dentro como fuera de la pista y desborda felicidad allá por donde va. Al chico siempre se le ve feliz.
Pero no todo fue un camino de rosas. Cuando Alcaraz tenía tan solo 13 años, Carlos y Virginia (sus padres) se encontraron con que no podían pagarle los entrenamientos y todo el material deportivo que necesitaba para poder jugar al tenis. El poder entrenar durante un año le costaba a sus padres 5.000 euros. Sin embargo, hubo un hecho que marcó la carrera de Carlitos cuando no era ni siquiera un adolescente. En el momento menos esperado, Juan Carlos Ferrero se fijó en Alcaraz y, cuando supo de las apreturas económicas de sus padres, no dudó en ayudarles con el coste de los mismos.
Cuando terminaba el colegio, corría a poner la tele y ver este torneo, y ahora estoy levantando el trofeo
Carlos Alcaraz quería cumplir su sueño y convertirse en tenista profesional. Para ello, tuvo que combinar las clases en el colegio con los entrenamientos en Villena, donde Juan Carlos Ferrero tenía su academia. Para trasladarse hasta allí, Carlos y Virginia se tuvieron que sacrificar para llevarle hasta la localidad alicantina y para traerle de vuelta a El Palmar. Era algo lógico. Carlitos no era ni siquiera un adolescente.
Eso fue en 2015. Y en el mes de junio de 2024, fecha en la que consiguió cumplir su sueño, que no era otro que ganar Roland Garros, Carlos no dudó en volver a poner en valor lo mucho que significan sus padres en su carrera deportiva. Todavía con tierra batida en sus piernas, en sus calcetines negros y en su pantalón amarillo de la marca Nike, el murciano cogió el micrófono y pronunció las siguientes palabras: «Tengo la suerte de tener aquí a mi padre, a mi madre, mis hermanos, mucha familia por ahí. Para mí es increíble teneros apoyándome. Pero las veces en las que no estáis en los torneos apoyándome, sé que lo estáis haciendo por la tele. Todo el apoyo que me dais es espectacular desde que era un niño. Cuando terminaba el colegio, corría a poner la tele y ver este torneo, y ahora estoy levantando el trofeo delante de vosotros, así que muchas gracias por todo este viaje».
Porque sí. En menos de diez años, Carlos Alcaraz pasó de ver a Rafa Nadal a por televisión a ser él el ganador del Grand Slam francés. Increíble, pero cierto. De ahí viene gran parte de lo agradecido que le está Carlos a sus padres. No hay mayor amor el que siente un hijo hacia sus progenitores. Y viceversa.