Alcaraz brilla y se remanga en su debut en hierba
Se estrena en Queen's (donde defiende título) derrotando al argentino Cerúndolo en algo menos de hora y media
Arrolló en el primer set y se sobrepuso a varias bolas de set en el segundo
Dicen los guías turísticos que un taxista de Londres (de los de verdad, no los de Uber) tarda una media cinco años en aprenderse las calles de la ciudad y sacarse el permiso (el knowledge, como ellos lo llaman). Es un año más de lo que tarda un aspirante a juez en sacarse la oposición en España, por ejemplo. Y bastante menos de lo que ha tardado Carlos Alcaraz en conocer todos los rincones del torneo de Queen's, donde ha comenzado su temporada de hierba derrotando bien al argentino Francisco Cerúndolo, en dos sets y algo menos de hora y media (6-1, 7-5).
El vigente campeón experimentó en su primer partido varios de los escenarios posibles: desde el rodillo inicial hasta las bolas de set en contra. Supo brillar y supo remangarse. También ahora, que ya no lleva ese manguito que le protegía el antebrazo, y que le hacía parecer un base cualquiera de la NBA.
A la pista central de Queen’s se entra directamente desde el salón de una casa de estilo victoriano. Hay barandillas y ventanales de madera pintados en color blanco, todo tan acogedor que apetece salir en bata. Una vez sobre el césped, dos relojes con números romanos dan la hora. No son las tres, pero hay gente que carga jarras de plástico llenas de té y hielo de la misma forma que en El Rocío las llenan de manzanilla o rebujito.
Tres horas antes del partido entrenaba Alcaraz en las pistas aledañas, con su padre viéndolo desde la sombra. Hacía sol (casi hasta calor) y su equipo terminó la hora de práctica jugando al golf con la raqueta, probando a meter la bola en un agujero próximo a la red. Alcaraz se había mostrado ya certero en el saque, virtud necesaria en esta gira que empieza y destreza que le ha sacado hoy de algún aprieto.
Un rodillo en el primer set
De vuelta al fuego real, el murciano necesitó menos de media hora (29 minutos) para apuntarse el primer set. Lo hizo cediendo un solo juego, y casi al mismo tiempo que un trueno lejano recordaba que Londres no es Ibiza.
En el segundo set se vio Alcaraz 3-0 abajo cuando muchos aún no habían vuelto del intermedio. Fue la advertencia de que aún había partido. A Alcaraz no le corría la bola igual que antes, y tampoco se pasaba la raqueta por encima de la cabeza con esa facilidad que tienen los grandes, que lo hacen como quien se atusa el flequillo. Cerúndolo resistía, jugándose algunos puntos al rojo y negro, y consiguió llevar el set hasta su mismo límite.
Tuvo el argentino varias bolas para empatar el partido pero Alcaraz consiguió reducirlas a simulacro de incendios. A veces con el saque, a veces esperando a que el propio Cerúndolo se equivocara. Para entonces ya estaba Alcaraz más metido, celebrando los puntos en voz alta y mirando a su gente con el puño prieto.
El 5-5 fue el cruce de caminos donde el murciano se despidió definitivamente de Cerúndolo, que lo poquito que tuvo lo desperdició. Alcaraz entra en la hierba con la misma soltura con la que salió de la tierra... y sin cubrirse el antebrazo.