Carlos Alcaraz cae en el lado del cuadro de Sinner en el US Open y evita a Djokovic hasta la final

El US Open, el cuarto Grand Slam de la temporada, está a la vuelta de la esquina y este jueves se han conocido los rivales a los que se deberá de enfrentar Carlos Alcaraz en el camino hacia su segundo título en Nueva York, lo que supondría su quinto major con tan solo 21 años, pero el murciano sabe que no lo tendrá nada fácil.

La suerte ha querido que Carlos Alcaraz haya caído en el mismo lado del cuadro que el italiano Jannik Sinner, quien está en el ojo de la crítica por haber dado positivo en clostebol, una sustancia prohibida que se suele encontrar en cremas cicatrizantes para las heridas y que está probada que mejora el rendimiento deportivo.

Español e italiano se verían las caras en una hipotética semifinal del US Open. Pero antes, Carlitos tendrá que sortear algunos obstáculos que no son para nada fáciles. El tenista de El Palmar debutará en el grande neoyorquino con un jugador que salga de la fase previa y en segunda se podría medir al canadiense Denis Shapovalov o al neerlandés Botic Van de Zandschulp. Rivales espinosos para tener en los primeros partidos.

En tercera ronda, el número tres mundial podría verse las caras contra Jack Draper, que ya sabe lo que es ganar a Alcaraz en un torneo ATP. El británico le venció en el torneo de Queen's, pero está claro que los partidos de Grand Slam son a cinco sets y hay más margen de reacción. En octavos esperaría el estadounidense Sebastian Korda, cabeza de serie número 16 del torneo y uno de los ídolos locales. En cuartos, el campeón de cuatro Grand Slams podría cruzarse con el polaco Hubert Hurkacz y en semifinales tendría el ya mencionado partido contra Sinner, que sería el duelo del morbo.

En la final esperaría el serbio Novak Djokovic. Pase lo que pase, Carlos Alcaraz debe ir partido a partido para no meterse presión adicional. El murciano viene de caer de forma inesperada en el Masters 1000 de Cincinnati contra Gael Monfils y cualquier exceso de confianza le podría condenar. En un Grand Slam nadie perdona nada.