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Antonio Garamendi en la entrevista con El Debate

Antonio Garamendi en la entrevista con El DebatePaula Argüelles

Entrevista con el presidente de CEOE

Antonio Garamendi: «No es verdad que Yolanda Díaz se salga siempre con la suya»

El líder de los empresarios españoles dice que las cosas van bien, pero advierte de que hay que recuperar la ortodoxia económica

El Covid ha sido un auténtico desafío para las empresas, pero la situación mejora poco a poco, y las medidas introducidas en la reforma laboral de Rajoy han servido para que el golpe haya sido menor de lo que podría haber sido. En plena senda de recuperación, Antonio Garamendi recibe a El Debate para explicar sus perspectivas. El presidente de la CEOE es optimista pero con moderación.

El líder de los empresarios españoles dice que las cosas van bien, pero advierte de que hay que recuperar la ortodoxia económica.

–¿Cómo ve la situación de las empresas españolas tras el Covid?

–Estamos en una situación en la que no se puede decir que todo va fenomenal ni que todo va fatal. Tenemos una noticia muy buena: se ha demostrado que la vacuna ha sido la base para la recuperación económica. Casi el 80 % de la población en España está ya vacunada con la doble dosis. Es una gran noticia. Todos lo vemos. En ese momento se retiran las restricciones y la economía empieza fluir. Las cosas están bien. Cuando en marzo del año pasado empezamos a negociar los ERTE, había 3,5 millones de personas que se acogieron a ellos. Era una cobertura para los trabajadores, pero también para proteger a las empresas y que pudieran recuperar a su gente. Ahora que estamos en la sexta prórroga, los 3,5 millones se han quedado en 250.000. Es una buena noticia. Demuestra que los ERTE han funcionado y que han valido para recuperar empleo perdido, porque eso era empleo perdido.

–¿Es suficiente?

–Las vacunas y los ERTE han dado un escudo de protección social a la economía, pero no está bien decir que vamos a crecer al no sé cuantos por ciento cuando sabemos que vamos a crecer al 5,5 %. El Instituto de Estudios Económicos, que es nuestro think tank, lo venía diciendo. Es una buena noticia, pero hay que trabajar con ortodoxia económica para seguir avanzando. Ese dato de menor crecimiento también significa que la recuperación va a ir más lenta. Cuando decimos más lenta quiere decir que hasta 2023 no podremos decir probablemente que esto se ha acabado. También depende de los sectores: la recuperación es asimétrica. España ha sufrido sobre todo en los servicios relacionados con el turismo. Cuando digo turismo también hablo del turismo interior. Estamos hablando de aviones, de hoteles, hostelería, de agencias de viajes, de los autobuses que trasladan, del transporte… De los fuegos artificiales: de los gimnasios, del ocio nocturno… Son sectores que están tocados de forma muy especial, más que otros, y que van a ir recuperando poco a poco el espacio. Hay que ver las cosas con optimismo, pero con realidad. En nombre de las empresas españolas (las grandes, las medianas, las pequeñas, los autónomos…), como no nos presentamos a las elecciones, podemos decir con pragmatismo que son buenas noticias, pero llaman a la responsabilidad. En ese sentido, es importante decir que vamos a tener que empezar a trabajar de nuevo en la ortodoxia económica: todos tenemos que empezar a pensar que va a haber que cuadrar las cuentas; por eso van a ser importantes los Presupuestos. Estamos creciendo al 5,5 % pero estamos teniendo un déficit del 8-8,5 %. Significa que un déficit de 70.000-80.000-90.000 millones de euros tenemos que pagarlo. Hoy tenemos el 122,8 % de deuda. Coyunturalmente era necesario. Nos está ayudando el BCE. Tenemos que saber que estas cosas van a empezar a cambiar en el año 2023. Vamos a volver a los planteamientos europeos de cuando crecíamos al 3 % y nos decían que la inflación debía ser menor del 2 %, y estamos en el 5,5 %. Vamos a ver cómo se cuadra. Es el reto del futuro.

Hasta 2023 no podremos decir probablemente que la crisis se ha acabado

–En medio de este panorama ha llegado la subida del salario mínimo interprofesional, con la que usted ha dicho que no está de acuerdo.

–Así como en otras cuestiones hemos negociado, se arranca con unas posturas, se llega a otras, y hemos alcanzado acuerdos, en este caso siempre dijimos que no era el momento. Hay sectores muy afectados. Por ejemplo, el campo sigue teniendo sus costes, o más. Los agricultores son empresarios. La gran mayoría son autónomos o pequeños empresarios. El agricultor sigue vendiendo las cebollas al mismo precio, pero el Estado se reserva el derecho de subir los salarios sin incrementar sus condiciones de contratación pública. Es como decir te invito a cenar, pero tú pagas la cena. Además, hay algo bastante perverso en todo esto: mientras la Administración Pública no cambie el concurso, la empresa afectada tiene la obligación de seguir.

–¿A quién afecta más  este incremento del SMI?

–El salario mínimo ha subido un 30% en los tres últimos años. Afecta a gimnasios de pueblos que tienen un empleado, a empresas con un trabajador que recogen la basura en los pueblos… Las condiciones de contratación pública son las mismas, pero los salarios han subido un 30 %. Eso es inviable. Por otro lado, se habla de la España diversa. El salario mínimo ya está en doce comunidades por encima del que recomienda Europa. En Canarias lo tiene el 60 % de la población, en Extremadura igual… Mientras tanto, el salario mínimo en Portugal es de 600 euros (en España está en 965 euros tras la última subida). Quienes pagan el salario mínimo en España son las pequeñas empresas.

–¿Qué consecuencias tiene?

–El propio Banco de España ya dijo que en la primera subida del SMI había salido mucha gente a la economía sumergida, y nuestro problema es ese. Va a expulsar además a mucha gente joven en la entrada al mercado laboral, y esa es una mala noticia.

–Y cada vez hay más receptores.

–El salario mínimo afectaba en un momento a 300.000 personas. Hoy son 1,5 millones. Dentro de dos años el Estado marcará el salario de 4,5 millones de empleos privados de los 13 millones que hay en España. Llega un momento en el que puede ser peligroso cómo el Estado puede actuar en el sector privado. Podría romper las 4.500 mesas de paz social que capilarizan España a través de la negociación colectiva.

–En esta batalla del SMI parece que siempre gana la ministra de Empleo, Yolanda Díaz.

–No es verdad que siempre se salga con la suya. La gente se queda con la última parte. Me gustaría que evaluaran cuál era el primer papel y dónde está el último. Aquí se mueve todo el mundo. El Ministerio se ha movido muchísimo, pero arranca de unos planteamientos y acaba donde tiene que acabar. Con el SMI ha sido bastante evidente. La política española está muy crispada. Nosotros estamos fuera de ese debate: no somos de papá ni de mamá; somos de todos. Representamos a 4.500 organizaciones empresariales, aunque en este edificio hay 350. Cuando digo que sí a algo es porque todos los sectores y territorios han dicho que sí. Yo evitaría el debate político. No vamos a entrar. Que miren dónde empezamos y dónde hemos acabado. También es cierto que son procesos de negociación muy duros y difíciles.

–¿Hay diálogo o no les dan suficiente cancha?

–Cuando alguien quiere tener razón llama a unos expertos. Hay expertos que se representan a sí mismos. Nosotros tenemos 4.000. Si mañana tenemos que hablar de legislación, contamos con los mejores despachos, multinacionales, etc. Si hay que hablar de energía, tenemos a los mejores. En este caso, los expertos habían puesto unas bandas en las que no entramos, porque significa admitir que el experto te marque el camino. Se nos ha invitado también a otras mesas y hemos rechazado. Nosotros representamos a millones de empresarios y la contraparte, muchas veces, a sí misma, aunque sea muy buena.

Con la subida de los 15 euros mensuales del SMI se ha hecho mucha demagogia

–Decían que subir 15 euros mensuales no es nada.

–Se ha hecho mucha demagogia con la subida de los quince euros del SMI. Han sacado 20 euros y han preguntado qué son 20 euros, pero el problema no es ese. Quien los da es alguien que quizá gana menos del salario mínimo, que es el empresario que tiene que pagarlos. El que ha levantado esa polémica tiene poca experiencia en el pago de nóminas.

–¿Qué opina del trabajo de Nadia Calviño?

–Hemos pasado momentos muy complicados. Las medidas que se han tomado han sido las mismas que en Europa: los ERTE, los ICO (que los ha dado la banca, el sector privado, y los ha avalado el Estado en una parte), las ayudas directas… Es verdad que se podría haber hecho de un modo más rápido, pero hemos ido negociando. Para las pymes se ha negociado un mayor techo. Ha habido una línea con Cofides de 1.000 millones como hubo una línea para las grandes empresas con la SEPI de 10.000 millones. Se está trabajando para sostener la economía. Es difícil plantear si Calviño lo ha hecho bien o mal. Se ha hecho lo que había que hacer, con aciertos y errores. Era una situación muy especial. Lo más importante ahora es volver a la ortodoxia y a la estabilidad económica. Lo más importante para la recuperación es la inversión, extranjera y española. Hay que confiar en España. Me preocupan las medidas que puedan afectar a la seguridad jurídica, la estabilidad regulatoria y la calidad de la norma. Necesitamos que las normas sean sencillas. Aquí llaman los inversores internacionales. Ahora ya no se habla del riesgo de regulación, sino de la prima de regulación. Necesitamos despegar con la inversión para lograr el cambio de modelo económico en el que estamos.

–Preocupa entonces a los inversores extranjeros la situación en España.

–Nos preocupa a todos. Siempre voy a hablar bien de mi país, pero tengo que decir que los tres pilares de los que hablaba antes son clave para dar confianza.

–Parece que el sector público es el que va a salvarlo todo con los fondos europeos.

–En los PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica), 4 de cada 5 euros son privados. En el plan España Puede, en el cambio hacia el modelo sostenible energético, el 80 % de los 250.000 millones que se prevé invertir viene del sector privado. O hay estabilidad regulatoria y seguridad jurídica, o no van a invertir. Aviso de que tiene que ser así. Lo que está pasando con la energía pone en un brete lo que explico.

–¿Qué espera de los fondos europeos?

–Son un acicate impresionante; como un segundo Plan Marshall: 140.000 millones. Si lo pasas a pesetas, no sabes ni cómo calcularlo. Nos preocupan mucho más las reformas que los fondos. Por mucho dinero que me des, si contraes el mercado laboral, si rompes la flexibilidad de la automoción, por ejemplo, que es el 11 % del PIB, que cada cierto tiempo cambia de modelo y tiene que reorganizarse… Nos parece más importante ver qué pasa con la reforma laboral (todo el mundo me llama por eso), cómo se cierra la reforma de las pensiones y cómo afecta a la empresa, que los fondos. El plan de reformas es fundamental, e ir en línea con Europa. Lo que dice Europa tiene poco que ver con lo que alguna parte del Gobierno dice sobre la reforma laboral. Europa dice que tenemos mucha contratación temporal cuando tres de cuatro trabajadores tiene empleo indefinido. Una cosa son los contratos y otra las personas. El turismo hace que tengamos un mapa de contratación con más temporalidad que en Europa. También tenemos que trabajar en la industria. Lo que está claro es que la ley no crea empleo: lo crean las empresas, y hay que montar el sistema.

No me gustaría que se produjera una frustración con los fondos europeos

–Hay un cierto ambiente de salvación con los fondos europeos.

–Parece que son el maná y todo el mundo se pregunta cuánto le toca. No me gustaría que hubiera mucha frustración con este tema. Una gran mayoría vendrá como consecuencia de la contratación pública. Esperamos que se monten infraestructuras potentes de mejora, digitalización de la Administración, donde empresas grandes y pequeñas tienen que capitalizar, y ahí va a haber economía. Luego va a haber una parte que es la de los PERTES, donde 4 de cada euros son privados: que se tenga presente. Ahí entran las compañías fabricantes de automóvil y de su sector auxiliar, pero también el sector energético (electrolineras, fábricas de baterías), y también la cuestión digital (5G, movilidad…). Habrá que ver cómo se gestiona. Ahora se han destinado 4.000 millones para la capitalización de las pymes. No significa que a cada pyme vayan a llegar 30.000 euros. Podemos gastarnos 60.000 millones y que no sirvan para nada.

–¿Se distribuirán bien?

–El 50 % lo gestiona el Estado y el 50 % las comunidades autónomas. Por eso digo que sobre todo nos interesan las reformas, que son la clave para hacer las cosas bien. Además, si el dinero se gestiona bien, va a ser importante para el país.

–Parte del Gobierno quiere cambiar la reforma laboral. ¿Qué opina?

–Cuando en algún caso alguna parte del Gobierno dice que es necesario el cambio de la reforma laboral y al mismo tiempo dicen que lo están haciendo bien, hay que decirles que su éxito se debe a la reforma laboral que se hizo. Cuando las cosas funcionan, lo mejor es no cambiarlas. El exceso de regulación es peligroso cuando ahora la economía está pidiendo otra cosa. Se quiere vender que la reforma ha afectado a los derechos de alguien, pero es totalmente respetuosa con los derechos de los trabajadores. Decir lo contrario está bien para un mitin, pero los ERTE, por ejemplo, son consecuencia de esta reforma. ¿Podemos mejorar? Europa nos dice que tenemos mucha temporalidad. A ver cómo lo arreglamos. También ahí hay que hablar de educación. Europa nos dice además que tenemos un problema con la gente joven. El paro juvenil es elevadísimo. Hay que actuar y ver, pero con una ley no se crea empleo.

–¿Qué le parece la reciente propuesta de reforma de las pensiones?

–Nos sentamos en la mesa y vamos a seguir sentados en ella. Hay que buscar la sostenibilidad de las pensiones, pero las fórmulas mágicas, universales y genéricas son difíciles. Un abogado puede trabajar con 72 años, pero sería más preocupante que lo hiciera un camionero de largo recorrido. Lo mismo ocurre con un policía nacional. Nosotros hemos dicho que sí si la empresa quiere. Hay gente que no está en convenio, con buenos salarios, y puede decidir no jubilarse y decir: o me indemnizas, o no me voy. Estás haciendo un roto a la empresa y poniendo un techo a la gente joven para que no entre. No es tan fácil. Hay espacios diferentes. En el ejército la tropa se jubila a los 40 y pocos años. Hemos firmado un acuerdo con el Ejército para reciclar gente, por ejemplo en empresas privadas. Hay también un déficit importante de conductores, y se están trayendo desde fuera.

–¿Ve recorrido a esta propuesta ?

–Hay que oír a los sectores: dónde actuar y dónde no. Cuando llegue la mesa, lo hablaremos, y a ver qué sale. Tienen que aprobarlo los representantes de los españoles en el Parlamento. Los partidos políticos tendrán que decir qué quieren. No sólo hay que hablar de votos. Hay que ser realistas. Todos queremos mantener las pensiones, pero no es fácil, y habrá que pedir responsabilidades a todos para ver qué hay que hacer para que las pensiones sean sostenibles.

La imagen del empresario siempre ha estado en entredicho, pero es un orgullo plantear que se puede crear una empresa, crear riqueza... 

–A menudo da la impresión de que los empresarios son mal vistos en España. ¿Podrían hacer más para mejorar su imagen?

–Explicar lo nuestro es mucho más complicado. A la contraparte le basta con un titular de veinte segundos. Nuestra explicación requiere al menos diez minutos. Tenemos que ser didácticos. Tenemos responsabilidad sobre nuestra cuenta de resultados y estamos globalizados; trabajando en el mundo con lo que vemos. Al mismo tiempo, a pesar de la apariencia de tensiones, la realidad del día a día se parece poco a la realidad de las noticias. Vemos tanta pelea ideológica… Si no encendiéramos la televisión seríamos más felices. En España la imagen del empresario siempre ha estado en entredicho, aunque hemos mejorado mucho. La gente ha visto que en la pandemia trajimos mascarillas, organizamos la logística y nos pusimos a disposición del Estado en todo. Hemos ayudado en todo tipo de terrenos. Con el programa Salud + Economía hemos firmado con doce comunidades autónomas; hemos realizado un millón de test gratuitos, hemos implementado vacunas… Hemos hecho lo que hacía falta y un poco más. Es verdad que podríamos estar más presentes en la educación. Yo fui presidente de los jóvenes empresarios. Es un orgullo plantear que se puede crear una empresa, crear riqueza, que se puede ser autónomo… Merece la pena. Al mismo tiempo, siempre pongo dos ejemplos en los que, si no se cambia, será difícil que mejore nuestra imagen. Hay una serie americana de dibujos animados muy divertida en la que el malo siempre es el empresario. En España hay una serie de mi tierra con nombre de mujer también muy divertida en la que el empresario es machista, egoísta, sexista… Emite un mensaje subliminal y unos contravalores para la sociedad que son los que hay que corregir.

–Cuando las cosas van mal, ustedes siempre son los malos de la película.

–Es muy fácil echar la culpa a las empresas, pero la policía cada vez es menos tonta. La gente ve que las cosas son de otra manera. También es verdad que las nuevas generaciones vienen con otra preparación. Hay que ver cómo podemos hacer para que entren en el día a día; que no se queden fuera de la realidad y caigan en el paro. Se crearía un gran problema real social si hubiera guetos de gente que no hubiera trabajado. El gran reto en España es ver cómo incorporamos a la gente joven en el mundo laboral.

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