Diez economistas examinan España (IX)
Pilar García de la Granja: «Me parece grosero que una ministra que se define comunista dé lecciones a quienes se juegan su dinero cada día»
Esta periodista se pregunta si hay un neocomunismo de salón para unas élites que son las únicas que viven bien
Pilar García de la Granja (Burgos, 1971) no es economista, pero lleva toda la vida trabajando como periodista de información económica. Tras estudiar Relaciones Internacionales en la Universidad de Columbia (Nueva York), empezó a trabajar en The Wall Street Journal. Fue la primera periodista española que informó desde el parqué de Wall Street trabajando para CNBC y posteriormente ha trabajado en España para lugares como Expansión Televisión, Intereconomía y ahora Cope. Es, además, subdirectora de Niusdiario.
–¿Cuál es la mayor virtud de la economía española?
–La economía no es virtuosa. Lo son (o no lo son) las políticas económicas que se llevan a cabo. Y las políticas que mejor han funcionado en España han sido aquellas que han apostado por marcos jurídicos estables, que permitan inversiones, la colaboración público-privada en una economía de mercado, la eficiencia en el gasto público, la voluntad de premiar el ahorro y la cobertura social necesaria en materia de cohesión social (educación y sanidad) y dando a nuestros mayores tranquilidad con sus pensiones.
–¿Cuál es su mayor pecado?
–La economía no tiene pecado: los pecados son las políticas económicas que se llevan a cabo. A mi juicio, las peores políticas son aquellas en las que el gasto público no tiene un criterio de eficiencia. La eficiencia es fundamental para determinar qué es necesario y qué es accesorio. El pensar que el dinero público no es de nadie, y que las políticas estén encaminadas a hacer dependientes de financiación pública a la mayor parte posible de la población, mientras que los verdaderos dependientes no tienen para llegar a final de mes...
También creo que falta educación financiera en la sociedad. Probablemente es por culpa de los medios más especializados. El Estado es exactamente igual que una familia: tanto ingresas, tanto ahorras y tanto gastas al mes. Sin ingresos puedes endeudarte… mientras haya quién te preste dinero. Pero el dinero tiene un precio, y cuando te endeudas como país, además tiene un valor que se mide en riesgo y que se refleja, por ejemplo, en las inversiones extranjeras de capital, en el coste de la deuda, en el diferencial de las primas de riesgo, en las calificaciones crediticias…
–¿Qué hicieron bien y mal en economía Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez?
–Creo que en general, en materia económica, son mucho más eficientes las políticas económicas liberales que las intervencionistas. Es algo que se repite a lo largo de la historia. Los mercados suelen funcionar –si los marcos jurídicos son estables y están supervisados convenientemente– y el intervencionismo lleva a generalizar la pobreza.
–¿Tiene arreglo lo del recibo de la luz o todas las soluciones que se indican pecan de populismo?
–Algún arreglo tiene que tener, porque hay países que no tienen la luz tan cara como nosotros. Pero a mi juicio ese no es el problema. Toda la gente con la que hablo, experta en energía, insiste en dos variables: la descarbonización y el precio desorbitado de las emisiones de CO2 como consecuencia de la misma, y la falta de una energía alternativa, limpia y almacenable. A día de hoy solo hay una que cumpla esas tres premisas: la energía nuclear. La energía nuclear es limpia, es almacenable, es barata y no emite CO2.
Las energías verdes, es decir, la hidroeléctrica, la solar o la eólica y sus derivadas, no se pueden almacenar. Por lo tanto, sin lluvia, sin aire y sin sol no hay electricidad. El gas natural, a través de las centrales de ciclo combinado, es otra alternativa, pero tiene, como el petróleo, la variable geopolítica.
En todo caso, a mi juicio, el mayor error que han cometido los países de la UE sin energía alternativa para el autoconsumo es decir que dentro de 10 años no necesitarán energía fósil. Les estás explicando a los países exportadores de gas y petróleo que no les vas a comprar más en 10 años, y claro, aprovechan ahora para tensionar los mercados.
En último lugar, creo que si realmente en 10 años hemos de tener una economía electrificada en verde, o nos damos mucha prisa en buscar opciones de almacenamiento, o será imposible. En diez años un porcentaje muy alto de la economía será eléctrico: desde el coche hasta los electrodomésticos, el trabajo online, la luz, la calefacción…
–¿Por qué, década tras década, España tiene tan anómala tasa de paro, que no se corresponde con lo que se ve en las calles?
–A mi juicio, el mayor problema que hay en España en este aspecto son en primer lugar las cuotas a la Seguridad Social. Suponen un impuesto al trabajo tremendo: un 32 % del sueldo bruto anual que hay que sumar a ese sueldo. La economía española no genera empleos de tanta calidad que puedan sostener ese altísimo coste de la Seguridad Social.
El segundo problema es la dualidad del mercado. Los trabajadores que llevan más años en las empresas tienen una protección tal que impide que los jóvenes entren en el mercado laboral con cierta estabilidad. La empresa no da para más. Hay que tener en cuenta que España es un país de pymes y micropymes. No tenemos empresas de 800-1.000- 2.000 empleados suficientes para generar una estructura productiva estable de calidad. La pregunta es: ¿por qué miles de empresas no quieren pasar de 49 a 51 trabajadores en plantilla?
–¿Quién es el economista español que más admira y por qué?
–Admiro a muchos…. Si hay que nombrar uno… quizá Fernando Fernández por su visión sobre la macroeconomía y su acierto en el estudio detallado de la inflación como elemento definitorio de la competitividad de un país.
–¿Cuándo estima que España empezará a dejar atrás con fuerza las heridas del covid?
–Cuando las personas que componen la sociedad se empoderen para defender su libertad.
–La inflación ha vuelto, ¿debemos asustarnos?
–Un poco de inflación es sana. Implica que hay crecimiento económico, movimiento de la economía, del consumo. La inflación desbocada es un problema. La estanflación es lo peor que puede pasarle a un país desarrollado: que crezcan los precios pero no el PIB ni el empleo.
–¿Somos buenos trabajadores los españoles?
–¿Qué es ser un buen trabajador?
–¿Qué opina de que una vicepresidenta del Gobierno de España use el adjetivo «beneficios groseros» para referirse a los beneficios empresariales?
–Que los beneficios no son groseros ni simpáticos. Las empresas tienen como objetivo tener beneficios para pagar los salarios, para pagar cada vez mejores salarios, para pagar dividendos a sus accionistas, para pagar cada vez mejores dividendos a sus accionistas, para hacer inversiones en políticas sociales en su entorno.
A mí me parece grosero que una ministra que se define como comunista, con lo que ha supuesto el comunismo en la historia de la humanidad, dé lecciones a personas que cada día se juegan su dinero, sus ahorros y sus esperanzas en crear riqueza para progresar en la vida. Solo se me ocurre pensar que no quiere que nadie progrese, que seamos todos iguales, que no se valore el esfuerzo; una especie de neocomunismo de salón para unas élites que son las únicas que viven bien. A mí me gustan las sociedades en las que lo público está para garantizar igualdad de oportunidades y en las que la envidia no sea el vector de cada política económica que se publicita.