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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der LeyenEFE

Crisis Rusia-Ucrania

La Unión Europea se prepara para dos años de precios descontrolados

El BCE y la mayoría de analistas advierten de un proceso de inflación elevada que «podría durar dos años». El estallido de un conflicto entre Rusia y Occidente tendría efectos imprevisibles

La alerta traspasa los muros del BCE. La Institución monetaria ha comenzado a preparar a la eurozona para un largo proceso de inflación disparada, fruto del comportamiento de los precios y de las consecuencias que la crisis de Ucrania pudiera tener sobre ellos. La tensión es evidente, el vicepresidente del Banco Central Europeo, el español Luis de Guindos, advirtió este miércoles de la presión que las hostilidades rusas sobre Ucrania están generando en el sistema financiero europeo. «Los analistas infraestimaron la evolución de la inflación», reconoció el exministro de Economía, antes de avisar de «los efectos» de segunda ronda, que el alza de los precios podría tener sobre la economía de los Veintisiete.

«La subida del precio de la energía va a suponer un coste mayor para las empresas, y queramos o no, ese sobrecoste se va a trasladar a los precios de venta al público», afirma Miguel Ángel Arranz, profesor de política monetaria de la Universidad Carlos III de Madrid.

La previsión de que la inflación de la eurozona –en máximos históricos en enero al alcanzar el 5,1 %– continúe en cotas muy elevadas durante muchos meses, gana enteros. La incógnita no está ya en cuánto subirá, sino en hasta cuándo se alargará la tormenta de precios altos. La fractura que esto ha generado en el seno de la institución con sede en Fráncfort se ha trasladado al debate económico. «Es evidente que el proceso de inflación no va a ser tan transitorio», apunta Arranz, que coincide con De Guindos al prevenir que la estimación inicial fue demasiado optimista, «podemos estar así hasta dos años».

Lagarde estaría preparando una subida leve y escalonada de los tipos

Un complejo e inesperado proceso, que dificulta la acción de la presidenta del BCE, Christine Lagarde, a la que muchos demandan una acción decidida para atajar el rebote de la inflación. Su silencio ha llevado a varios miembros del banco central a elevar la voz. El pasado jueves su representante alemana, Isabel Schnabel, advirtió del riesgo de actuar «demasiado tarde». No obstante, aunque muchos vean en la subida de tipos la vacuna que desinfle los precios, la solución no es tan sencilla. En este sentido, Lagarde debe actuar con precisión cirujana. «Una subida de los tipos de interés tan elevada como la que algunos están pidiendo podría producir un parón muy importante en la economía», asegura el también experto en Econometría.

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE)EFE

En su lugar, Lagarde podría estar preparando una subida de los tipos de interés progresiva, con pequeños incrementos escalonados para evitar fuertes tensiones entre los países que comparten la moneda única. Una opción intermedia que no generará tanta presión sobre la deuda de familias y empresas, pero que no tendrá impacto alguno sobre la inflación a corto plazo. «Se podrían empezar a notar los efectos a partir del cuarto o quinto mes», apunta Arranz.

Ninguna economía europea está preparada para una guerra en Ucrania

A ello hay que añadir las volátiles consecuencias que un conflicto como el desatado por una invasión rusa en Ucrania, pudiera tener sobre economías tan dispares como las de los países que componen la Unión Europea. «Ninguna economía europea está preparada para afrontar las consecuencias de una guerra en Ucrania», insiste el experto en política monetaria.

Los efectos ya son evidentes. Desde el BCE se ha solicitado a las entidades que operan en Rusia que informen sobre los riesgos que afrontarían ante diferentes escalas de tensión entre Moscú y Occidente. Según publica Bloomberg, la institución monetaria trata de evaluar el impacto de una guerra sobre la liquidez, la cartera de préstamos, las posiciones comerciales y la capacidad de funcionamiento de los bancos europeos. Solo dos entidades españoles mantienen presencia en Moscú, Santander y BBVA, que tienen abiertas sendas oficinas en la capital rusa.