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Tuberías del gaseoducto Nord Stream 2, cuya autorización fue suspendida por Alemania este miércolesGazprom

Conflicto en Ucrania

¿Podría sobrevivir Europa sin contar con el gas ruso?

El corte del abastecimiento de Rusia obligaría a los países de la UE a recuperar el carbón, restringir el suministro energético de la industria y aumentar las importaciones de gas natural licuado

Europa juega estos días en el alambre: el shock económico generado por la invasión rusa de Ucrania y las sanciones que Bruselas ha ofrecido como respuesta podría acrecentarse si Vladimir Putin opta por 'cortar el grifo' de los gasoductos que abastecen y garantizan el suministro energético de la Unión Europea. El club de los 27 lleva meses tratando de prepararse para este hipotético escenario, que de producirse obligaría a los Gobiernos europeos a tomar decisiones con no pocos costes sociales.

Rusia ha sido históricamente el principal proveedor de gas natural de Europa, manteniendo su suministro hacia el viejo continente incluso en los momentos más crudos de la Guerra Fría. La dependencia europea del gigante ruso ya fue utilizada por Putin como método de presión en 2009, cuando detuvo el envío de gas a través de Ucrania durante dos semanas, y en 2014, al amenazar con otra 'guerra del gas' si el país vecino no pagaba la deuda adquirida con su empresa estatal gasística, Gazprom.

Pese a que estos conflictos evidenciaron la debilidad estratégica de Bruselas, el gas procedente de Rusia ha seguido suponiendo alrededor del 40 % del consumo de la Unión Europea en el último lustro. Ante la ausencia de socios que garanticen el envío por tuberías de un caudal similar de este recurso -Noruega proporcionó el 22 % del gas importado por la UE en 2021, por un 10 % de Argelia y Libia-, los países europeos han optado por incrementar las importaciones de gas natural licuado (GNL), que se transporta congelado en buques y que ha de ser tratado en plantas de regasificación.

En España, el consumo de gas ruso es reducido -un 8,9 % en 2021-, al contar con Argelia (42,83 %) como principal socio comercial, cuyo suministro ha disminuido tras el cierre del gasoducto Magreb-Europa a finales de octubre. No es el caso de otros países del centro y el este del continente, para los que las exportaciones de Moscú representan más de la mitad de su abastecimiento. Es el caso de República Checa, Letonia (100 %), Hungría (95 %), Eslovaquia, Finlandia, Alemania (65 %) o Polonia (55 %), según recoge Oxford Economics.

«Si a Alemania le cortaran los envíos de gas ruso, solamente tendría reservas para cinco meses. Por ello, las sanciones de la UE ante la invasión de Ucrania están relacionadas con el apartado financiero, ya que si sancionaran la venta de gas por parte de Rusia se estarían pegando un tiro en el pie», asegura el CEO de Tempos Energía, Antonio Aceituno. De hecho, «Europa compra hoy más gas que ayer a este país, puesto que ante la subida de precios del este jueves, el gas suministrado por esta potencia es más barato que el que se trae por barcos. Les da igual que haya una guerra o no», apunta Jorge Morales de Labra, experto en el sector.

Vías de entrada del gas natural a la Unión EuropeaJosé Ramón Pérez

El envío de esta fuente de energía se produce a través de cuatro gasoductos: el Nord Stream, por donde circuló el 43 % del gas enviado a Europa durante el año pasado; la que transita por Ucrania (25 %), que cobra una tarifa por este paso; Yamal-Europa, que atraviesa Bielorrusia y Polonia y cuyo suministro ya cayó drásticamente a finales de diciembre (20 %), y el Turkstream (9 %), que culmina en Grecia tras atravesar el Mar Negro y Turquía.

¿Qué efectos tendría en Europa?

El experto financiero Juan Ignacio Crespo considera que los países de la Unión Europea «sobrevivirían» a un corte en el abastecimiento ruso, ayudados por un invierno cálido y unas reservas de gas más altas de lo esperado. Pese a ello, los consumidores europeos sufrirían «una etapa de ajuste muy dura», afrontando un incremento de la inflación que elevaría aún más la factura eléctrica y el precio de los combustibles, cuyo impacto «tratarán de mitigar los gobiernos europeos».

Aun así, «habría que competir con China para que los barcos que transportan gas licuado se desplazaran a Europa en lugar del sudeste asiático», sentencia. Si Bruselas apuesta por aumentar el aprovisionamiento de GNL, España jugaría un papel clave, ya que dispone del 35 % de las regasificadoras –ubicadas en Barcelona, Bilbao, Gijón, Cartagena, Huelva, Mugardos y Sagunto– y el 32 % de la capacidad de almacenamiento de este recurso de la Unión Europea.

Con este fin, España ha multiplicado por siete en un año la llegada de gas natural licuado procedente de Estados Unidos para distribuirse entre los países europeos con mayor exposición al gas ruso, como ya adelantó El Debate. Pese a ello, Antonio Aceituno recuerda que las tuberías que conectan la península Ibérica con Francia no tendrían capacidad suficiente para lanzar todo el gas que requiere el resto del continente.

Por ello, está convencido de que «Europa va a recurrir de nuevo al carbón», lo que supondría retroceder un paso en la transición energética. «España ha gastado mucho dinero en descarbonizarse, pero si dejas de utilizar este combustible fósil solo te queda el gas, que está controlado por Putin y que te obliga a entregarte a Rusia».

Jorge Morales cree que se podrían establecer restricciones o racionamientos del suministro energético en los países más dependientes de Rusia, que empezarían por parar la actividad industrial durante unas horas, aunque descarta este escenario para España, que «no tendrá problemas para garantizar su suministro».

El Instituto Breugel, uno de los think tanks más prestigiosos en el ámbito francófono, también considera probable que «la UE pueda sobrevivir a una interrupción a gran escala en el suministro de gas ruso» hasta el verano, pero sería más difícil si la suspensión «se prolonga durante los próximos inviernos».

Pese a ello, no hay que olvidar que la relación de dependencia entre la UE y Rusia es mutua, ya que «Rusia necesita vender sus recursos naturales, porque representan una proporción muy elevada de su Producto Interior Bruto. Al haber empezado una guerra, tendrá que detraer recursos destinados al bienestar de los ciudadanos para dedicarlos a armamento, y China no va a adquirir toda la oferta», recuerda Crespo.