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La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.Michael Probst/Pool AP/dpa

El precio del dinero

¿Qué le pasará a España si el Banco Central Europeo actúa o no actúa?

Si no hace nada, nuestra situación empeorará, y la inflación rebasará los dos dígitos

Leo en El Debate el artículo de Jordi Benítez, con las opiniones de Juan Ramón Rallo, y me satisface enormemente la última frase del artículo sobre el Banco Central Europeo: «Cuanto más se retrase esta actuación, peor se van a poner las cosas».

Me satisface y me alegra que Rallo, uno de los economistas mejor preparados en la actualidad, y con un perfil liberal con respecto a la economía que merece la pena seguir y leer, a la vez haya coincidido con mi artículo del 4 de marzo en este mismo diario, La inflación puede provocar estrabismo en la presidenta del BCE, en el que le pedía encarecidamente a la Sra. Lagarde que tome medidas inmediatas para parar la inflación.

Las dos grandes preguntas que podemos hacernos son: ¿qué le pasará a España si el BCE toma medidas?; ¿y si no las toma?

¿Cuáles son la medidas que tiene que tomar el BCE para parar la inflación? La primera es detener el tapering, o lo que es lo mismo, dejar de comprar deuda de los estados europeos y por lo tanto deuda española.

Esta medida va a dolernos mucho, porque llevamos mucho tiempo sin tener que enfrentarnos a los mercados para que nos compren deuda. Nos hemos acostumbrado a que cuando necesitamos dinero, llamamos a Frankfurt, a papá BCE, para que nos mande dinero a cambio de unos papelitos que se llaman deuda.

Cuando el BCE no nos la compre de forma inmediata, la ministra de Hacienda, junto con la de Economía, tendrán que empezar a hacer roadshow para explicar a los posibles compradores por qué hay que comprar deuda española, enfrentándose a todas las preguntas que hoy evitan de los medios de comunicación:

-¿Cómo van a reducir el déficit de la economía española?

-¿Qué planes tienen para reducir el gasto público?

-¿Qué pasa con los comunistas del Gobierno y con los asesinos de ETA, que son sus aliados junto a los independentistas de Cataluña?

La venta de la deuda, cuando no tienes un discurso fácilmente comprable, va a hacer que suba el coste de la financiación, que es lo que van a exigir los compradores para quedarse con la deuda española.

Si además el BCE toma la segunda medida, que es subir los tipos de interés, la situación se pone más peliaguda para España.

Rallo comenta a Benítez que actualmente estamos en una deuda de casi el 120 % sobre el PIB. Con el 90 % estuvimos al borde de la suspensión de pagos. El 5 de julio de 2012 el Tesoro de España colocó deuda a 10 años al 6,5 % de tipo de interés.

Dado este escenario, que el BCE decida parar la compra de la deuda europea y suba los tipos de interés permitirá que en aproximadamente 3 trimestres empiece a notarse de forma sustancial la caída de los precios, pero, a su vez, se va a producir una parada de la economía europea, y cómo no, de la española.

Para evitar esa parada de la economía española y de la europea, solo existen medidas fiscales de reactivación. Hay que poner inmediatamente en marcha un sistema de bajada de impuestos para frenar la caída del consumo, la subida del paro y la quiebra de empresas.

Hay que tomar, inmediatamente, una acción de disminución temporal de los impuestos indirectos. Bajar el IVA de 3 a 5 puntos; bajar los impuestos a los carburantes para frenar la subida del coste del petróleo, y bajar los impuestos a la electricidad. Además, proceder temporalmente a una reducción del IRPF hasta un límite del 40 %. Por último, bajar el coste patronal de la contratación de trabajadores al menos en 5 puntos, para que no solo no se pierda trabajo, sino que incluso se aproveche la ocasión para crear puestos de trabajo.

Obviamente, si esto se hace sin tomar medidas en el gasto público, crecerían el déficit y la necesidad de endeudamiento, y los compradores de deuda se negarían a comprarnos deuda y entraríamos en default.

Por lo tanto, a la vez que se reducen los impuestos, esta medida tiene que ir acompañada de una reducción drástica del gasto público en todas las áreas, empezando por el desaforado gasto de la Administración Central, siguiendo por el de las comunidades autónomas, diputaciones y Administración Local.

Hay que pensar en reducir el gasto en 60.000 millones, tal como dice Jordi Benítez en su artículo del 8 de marzo, para que la caída de los ingresos sea asumible para los compradores de deuda al ver el esfuerzo del país en reducir el gasto público.

Todas estas medidas que estoy explicando las conoce perfectamente un estudiante de macro economía, por supuesto el doctor en Economía que preside nuestro Gobierno, y los más de mil asesores que hay en Moncloa.

El mismo día que se anuncie que el BCE deja de comprar deuda y suba los tipos de interés, hay que tener preparada la batería de anuncios que salvarán a la economía española de la suspensión de pagos por incapacidad de financiación.

¿Y si el BCE se tapa los ojos para no volverse bizco y no hace nada?

En ese caso, España empeorará. La inflación pasará de los dos dígitos. Al principio, el Gobierno recaudará más dinero, hasta que empiecen los efectos negativos de la estanflación, que serán caídas del empleo, que provocarán bajadas de recaudación del IRPF y de cotizaciones sociales, con el consiguiente aumento del déficit de la Seguridad Social, bajadas en el consumo privado y, por lo tanto, caídas en la recaudación de IVA y de los impuestos indirectos, bajadas de los beneficios empresariales y, por lo tanto, menos recaudación de impuesto de sociedades.

Caerá de forma sustancial la recaudación. Como no se habrá tomado medida alguna para reducir el gasto público, subirá el déficit, necesitaremos endeudarnos más y nuestra deuda alcanzará el 125 % o incluso el 130 % del PIB y llegará un día que entraremos en default, pero mucho peor preparados.

El BCE tiene que hacer su trabajo, que como ya expliqué es muy claro y meridiano: parar la subida de los precios. Si no lo hace, está incumpliendo su misión. Pero si el BCE lo hace, el Gobierno español no puede quedarse parado, porque entraremos en una suspensión de pagos antes de 1 año.

Así que manos a la obra: hay que empezar a preparar planes de reducción de gastos para poder poner en marcha medidas fiscales que supongan incentivos a los trabajadores y a las empresas. Aunque parezca mentira, nuestra deuda nos costará más de lo que nos cuesta ahora, pero jamás llegaremos al 6,5 % de tipos de interés al que llegó España en la época de Rajoy.

Y si quien me lea cree que estoy loco, que el Gobierno está preparando subidas de impuestos y preparándose para gastar más, solo me queda decir que espero que haya más economistas de prestigio como Juan Ramón Rallo o Daniel Lacalle que levanten su voz y escriban en los medios que hay que dar un giro de 180 grados a la política económica española, que antes o después el BCE y su presidenta dejarán de estar bizcos.