Análisis económico
Solo la Reserva Federal puede salvarnos de la recesión y la estanflación
La economía europea saldrá más tarde de la inflación por ir siempre por detrás de Estados Unidos
En el Rally de Montecarlo, probablemente uno de los más famosos del mundo, hay un tramo, el Col de Turini, que es un tramo que representa en 30km. toda la esencia de la prueba monegasca: un paisaje típico de los Alpes marítimos, con barrancos, un centenar de curvas cerradas subiendo y bajando y, frecuentemente, nieve y hielo. Es una prueba casi siempre decisiva en el desarrollo del rallye y un espectáculo alucinante para los aficionados, especialmente cuando se celebra de noche.
La Reserva Federal de los Estados Unidos (FED abreviado en inglés) y el mundo occidental están en estos momentos en el tramo del Col de Turini: la inflación. La situación es como las noches de enero nevando y con el firme completamente helado con curvas de casi 180 grados, con pendientes del 8 % y barrancos que si te equivocas harán que tu coche se despeñe y haga difícil el rescate.
El 17 de marzo pasado, después de más de tres años sin tocar al alza los tipos de interés, Jerome Powell, presidente de la FED, la Reserva Federal de los Estados Unidos, equivalente al Banco Central Europeo, se vio obligado a subir un cuartil los tipos. Pasó de 0 % de tipo de interés a 0,25 %.
Cada día son más las voces de muchos economistas en Estados Unidos que se están alzando contra Jerome Powell.
Estados Unidos ha alcanzado el 8,5 % de inflación en el mes de marzo, después de haber llegado al 7 % en 2021. La subida de los tipos de interés el pasado 17 de marzo al 0,25 % no parece que esté dando resultados, porque los analistas los tenían más que descontados.
Han salido a la palestra economistas con El-Erian, profesor de la Universidad de Pensilvania, economista jefe de AXA y uno de los mayores críticos a la gestión de Powell, por su, hasta ahora casi nula involucración en parar la inflación de los Estados Unidos, que predice que los tipos de interés deben llegar al 2,5 % a finales de 2022 y que exige medidas inmediatas a Powell. Habla, en términos muy serios, de que mayo, junio y julio tienen que ser meses de subidas consecutivas de 0,5 %, hasta llegar al 1,75 % en julio y, a partir de ahí, continuar si no se detectan síntomas del freno de la inflación.
James Bullard, que está considerado como uno de los economistas más influyentes, y preside la FED de St. Louis desde 2008, ya ha declarado que debe revisarse al alza un 0,75 % de golpe para alcanzar el 1 % en el próximo mes de mayo, y que se deberían de subir los tipos tanto como sea necesario para frenar la inflación.
De momento, las grandes críticas son para la Fed y Jerome Powell, que se encuentra en pleno rallye de inflación y que, o toma medidas inmediatas, o la economía americana se puede despeñar por el terrible efecto que puede producirse si se traslada esta inflación a los salarios y se convierte en estructural, en lugar de coyuntural, y entramos en lo más temido en economía: la estanflación.
Tan pronto la FED suba los tipos al 1 %, el BCE tendrá que actuar. Ya hay voces en este organismo que reconocen que la inflación en Europa no se va a recortar por dejar el «tapering», que se producirá en julio.
El BCE siempre va con retraso con respecto a la criticada FED. Va a tener que subir los tipos de interés a la misma velocidad que lo haga Powell, con sus meses de retraso, que van a llevar a la economía europea a salir más tarde de la inflación y, por lo tanto, más tardaremos en recuperarnos de la crisis económica que vamos a sufrir. Por esto dependemos de la FED y de Powell para que el BCE y Lagarde se atrevan a tomar las mismas medidas.
Las repercusiones de las subidas de interés son los barrancos del Col de Turini, que hay que evitar:
1) Las caídas de las Bolsas van a provocar pánico en los inversores.
2) La subida de los tipos de interés va a provocar subidas del Euribor, subidas automáticas del coste de las hipotecas y el consiguiente impago de estas.
3) El pánico de los bancos comerciales producirá de forma inmediata recortes a la financiación de las empresas y, por lo tanto, cierres empresariales por incapacidad de conseguir financiación.
4) La refinanciación de la deuda de los Estados se va a encarecer de forma sustancial.
En resumen, entraremos en un proceso muy duro de parón económico y de crisis: pánico a invertir, impagos de hipotecas, cierres empresariales y muy alto coste para los estados la refinanciación de la deuda.
Cómo evitar que la economía se despeñe, al menos por estos cuatro barrancos que tenemos que cruzar, en cuanto la FED tome sus medidas y el BCE le copie:
1) Desde el Estado, una reducción inmediata de los gastos públicos innecesarios. Buscar los 60.000 millones que indican desde el Instituto de Estudios Económicos.
2) Reducir el gasto innecesario en las comunidades autónomas: Cataluña cuesta 50.000 millones y Madrid 25.000 millones. Reducir 20.000 millones en Cataluña es muy sencillo. En el resto de comunidades se pueden reducir muy fácilmente otros 30.000 millones.
3) El equivalente al gasto inyectarlo en la economía, con la reducción del IRPF, para que las economías domésticas tengan liquidez para no llegar al impago de sus deudas.
4) Reducir el coste de los empresarios, tanto en nuevas contrataciones, como en las existentes, para generar liquidez en las empresas y que no necesiten acudir a refinanciaciones imposibles con la banca.
5) Al reducir los gastos del Estado, explicamos a los compradores de deuda, en los mercados internacionales, que estamos generando liquidez que nos permitirá evitar una crisis económica; por lo tanto, podremos pagar nuestras deudas y hacer frente a nuestros compromisos de Estado. La deuda refinanciada no será tan cara.
Estas medidas equivalen a poner los neumáticos adecuados para bajar el rallye de la inflación, ajustar el motor para que revolucione lo justo y no nos haga patinar en el hielo y, sobre todo, que no nos fallen los micrófonos de cabina para saber qué nos dice nuestro copiloto, que en este caso son los trabajadores y las empresas, en definitiva, los que tienen que mantenernos a flote.
Y a todo esto sin mencionar a los «yonquis del gasto» y sin meterme con el Gobierno.