Crisis de la inflación
El miedo a la recesión tumba al euro, que ya vale lo mismo que el dólar
El euro se cambia a 1,01 dólares, tras una semana trágica para la eurozona. Los inversores huyen, ante el miedo a una recesión y comienzan a refugiarse en el 'billete verde'
El miedo a la recesión en Europa hunde al euro (1,01) que ya –prácticamente– se cambia a un dólar. Las malas previsiones económicas en la eurozona provocan una desbandada de inversores que buscan refugio en la moneda estadounidense. La divida comunitaria marcó este miércoles su mínimo histórico. Un valor que no se veía desde hace 20 años, y que recuerda que el billete verde sigue siendo el gran beneficiado de los momentos de tensión en la economía global.
Buena parte de la culpa de la depreciación del euro frente al dólar la tienen las dos velocidades a las que están actuando los bancos centrales a uno y otro lado del Atlántico. Mientras la Reserva Federal ha aplicado subidas prematuras de los tipos, la institución que lidera Christine Lagarde (BCE) ha optado por una vía más conservadora y no elevará los tipos de interés hasta finales de este mes de julio.
Desde Deutsche Bank señalan a la volatilidad de los mercados y a la incertidumbre geopolítica, como los motivos por los que el dólar «sigue gozando de una buena demanda de los inversores como activo refugio». La entidad alemana señala –además– a que «las subidas de tipos previstas por la Fed comparadas con las del Banco Central Europeo (BCE) son otro factor favorable».
El pasado martes ya fue un día negro en el corazón de la Unión Europea. La publicación del índice PMI compuesto de junio de los principales países de la eurozona, que registró una pérdida del ritmo de crecimiento en los principales socios, dotaron de argumentos a los analistas más pesimistas sobre el futuro cercano de nuestra economía.
La crisis energética sacude a la UE
A ello hay que añadir la alta exposición del viejo continente a la energía rusa. El gigante energético, Gazprom, anunció el pasado viernes un corte de suministro de gas a través de Nord Stream –principal fuente de acceso al gas– de once días. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, advirtió este miércoles a los europeos de que el corte planificado por el Kremlin en tan sólo cuatro días podría ser total e indefinido.
«Nos tenemos que preparar para más disrupciones en el suministro de gas, incluyendo un corte completo por parte de Rusia. Hoy, 12 Estados miembros se ven afectados parcial o totalmente por reducciones en el suministro de gas. Es obvio que Vladimir Putin sigue usando la energía como arma», apuntó Von der Leyen desde Estrasburgo.
La ruptura unilateral del contrato energético tendría serias consecuencias para las economías comunitarias. A pesar de los diferentes niveles de dependencia, todos los socios europeos sufrirían las consecuencias. «Un corte de once días sería asumible, pero uno permanente nos destrozaría», afirmó Alberto Corbí, director del grado en Física de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), que apuesta –al igual que buena parte de las eléctricas– por desplegar una ambiciosa estrategia de energía nuclear a lo largo y ancho de toda la eurozona.
Berlín no descarta intervenir el gas
El temor de Von der Leyen es compartido por Alemania, cuyo ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, ha advertido de que la crisis energética del gas podría tener un efecto dominó en el mercado. El Ejecutivo germano ya no ha descartado una intervención de los precios del gas.
Los principales países europeos no cuentan con alternativas reales al gas ruso en el corto o medio plazo. Un drástico recorte en la oferta de energía disparará aun más los precios, haciendo estallar la inflación a cuotas muy superiores. En España, los futuros del gas para el mes de agosto ya marcan los 145 euros. El IPC adelantado de junio batió récords ha despuntar por encima del 10 %.
Según los expertos consultados, ese incremento de los precios unido al resto de consecuencias derivadas de la guerra en Ucrania frenará la economía europea, que deberá repetir dos trimestres consecutivos en tasa negativa para entrar –técnicamente– en la temida recesión.