El penoso balance económico del curso político de Sánchez
España necesita una política económica clara, previsible, que se preocupe por los problemas de los ciudadanos
El presidente del Gobierno hizo, antes de emprender sus vacaciones, un balance triunfal del curso político que acaba de concluir. ¿Realmente es tan bueno como dice el Gobierno? Ante ello, veamos los datos:
¿Los españoles, están mejor, igual o peor en este último año? ¿Mejor, igual o peor desde que gobierna Sánchez?
Los precios se encuentran disparados:
•La inflación general es de un 10,8 % y hace un año era de un 2,7 %.
•Los alimentos se encarecen globalmente, según el IPC, cerca de un 13 %, cuando hace un año se encarecían un 1,1 %. Eso provoca que en el mercado:
• Un litro de leche ha subido un 21 % en el último año.
• Un kilo de carne ha subido un 14 %.
• Un kilo de pescado ha subido más de un 17 %.
• Hay frutas que han doblado su precio, como la sandía o el melón.
• El queso ha subido un 22 %.
• Las berenjenas han subido casi un 150 %.
• El tomate ha subido un 44 %.
• Las judías verdes han subido un 19 %.
• El litro de aceite de oliva ha subido un 25 %.
• El litro de aceite de girasol casi ha multiplicado por cuatro su precio.
• Una barra de pan ha subido entre un 8 % y un 10 %.
Hacer la compra, en definitiva, es cerca de un 30 % más caro que hace un año. Además:
•El vestido y calzado sube un 2,4 % y hace un año subía menos de la mitad.
•El litro de carburante está ahora por encima de los 2 euros y hace un año era casi un euro menos.
•Así, si hace un año costaba 50 euros llenar el depósito de un utilitario, ahora se acerca a 100 euros.
• El precio del MWh sobrepasa muchos días los 200 euros euros -pese al tope al gas-, y hace un año estaba por debajo de 100 euros. Hace cuatro años, al llegar Sánchez, estaba en 60 euros.
• Esto hace que la factura de la luz esté casi doblándose en muchos hogares, que no pueden poner el aire acondicionado en estos momentos de intenso calor porque no pueden pagar la luz. Tampoco van a poder encender la calefacción en invierno.
Las hipotecas suben:
• Ya se está pagando entre 35 y 200 euros más mensuales de cuota hipotecaria al haber subido el Euribor más de un punto. La presión inflacionista de Sánchez con su gasto improductivo hace que el BCE tenga que aumentar más los tipos para luchar contra la inflación.
Las vacaciones son más caras:
• Los precios en el sector turístico, especialmente en el alojamiento, son entre un 25 % y un 75 % más caros que hace un año.
La estabilidad laboral se resiente:
• La norma ha convertido temporales en fijos-discontinuos, pero el mercado laboral se frena, siendo el peor mes de julio desde 2008 en cuanto a paro registrado y el único mes de julio en el que se ha destruido empleo de toda la serie publicada por la Seguridad Social desde 1999.
La actividad económica se frena:
• Pese al rebote del segundo trimestre y el probable mantenimiento del mismo en el tercer trimestre por el turismo, las expectativas empeoran con fuerza, y hacen pensar en un último trimestre negativo y una posible recesión técnica en el primer trimestre de 2023..
La confianza de los hogares se derrumba ante la incertidumbre creada por Sánchez.
Esa menor confianza hace que se ahuyente la inversión extranjera, es decir, que se pierdan oportunidades de generar empleo: se pierden 7.800 millones en este trimestre respecto al trimestre previo y 13.300 millones desde que gobierna Sánchez.
Menor confianza y mayores trabas hacen que la creación de empresas baje casi un 1 % en lo que va de año y que el cierre de empresas aumente casi un 8 % en el mismo período.
La deuda aumenta. Sánchez sólo trata de resolver las cosas con improvisaciones caras, que no ayudan a los españoles, salvo cuando copia alguna medida a regañadientes:
• Desde que gobierna Sánchez, la deuda ha aumentado en casi 300.000 millones de euros.
• Es decir, la aumenta a razón de más de 200 millones al día, 1.400 millones a la semana, desde el inicio de su mandato.
• E intensifica ese endeudamiento: en el último mes conocido, ha incrementado la deuda hasta casi 360 millones al día en cada uno de los días de ese mes.
• Esto, además, pone en riesgo las finanzas públicas, ya que en los próximos años el aumento de tipos de interés encarecerá la financiación del sector público al menos en el equivalente al coste de la sanidad de una región, con lo que la política de endeudamiento de Sánchez drena recursos para los servicios esenciales para poder pagar sus deudas.
• Y seguirá incrementando la deuda, pues para 2023 prevé incrementar el gasto no financiero, con un crecimiento del 1,1 % sobre el ya abultado gasto del año anterior, equivalente a 2.079 millones de euros.
• Es más, si se descuenta el gasto de los fondos europeos, el techo de gasto es de 173.065 millones de euros, un 1,9 % y 3.278 millones de euros más que el ejercicio anterior.
• Es decir, crece más el gasto que no cuenta con financiación europea, con lo que el desequilibrio es todavía mayor, ya que el financiado con fondos europeos es neutro desde el punto de vista del saldo presupuestario.
• Así, comparado con 2019 y sin contar con los fondos europeos, el gasto no financiero sube desde entonces en 48.001 millones de euros; es decir, está dejando un gasto estructural enorme.
• Y asfixia a los españoles. Incrementa la recaudación en más de 15.000 millones a costa de quedarse con el esfuerzo de los ciudadanos por el efecto de la inflación, mientras se niega a ayudarlos deflactando la tarifa del IRPF o bajando los impuestos de toda la energía y solicitando a la UE la suspensión temporal del impuesto de hidrocarburos.
• Sus previsiones económicas no son válidas desde que las presentó, por irreales, pero ahora sí que se han quedado totalmente desfasadas, pese a que las tuvieron que rectificar para enviar a Bruselas la actualización del programa de estabilidad.
• Todas las instituciones han rebajado el crecimiento de España para 2022, y pese a que no lo han vuelto a rebajar por la previsión de unos buenos trimestres centrales por el turismo, han vuelto a rebajarlo para 2023, en previsión de una paralización completa del crecimiento económico a partir del otoño, al tiempo que aumentan hasta más del 8 % la previsión de inflación media para este año, con una fuerte inflación subyacente o permanente.
•De hecho, el Gobierno vuelve a presentar un cuadro macroeconómico irreal, en la parte alta de la media de las instituciones, que sólo media hora después quedaba desfasado por las previsiones del FMI, que rebajaba el crecimiento español el doble de la cifra que rebajaba el crecimiento global y que insistía en que España será el país avanzado que más tarde recuperará los niveles de crecimiento real anteriores a la pandemia.
Actividad que disminuirá, pues:
• El empobrecimiento de las familias por el coste de la vida, por la subida de cuotas hipotecarias, por la factura de la energía.
• La paralización de muchas industrias porque no soportan ya el coste energético. Acumulan, ya, una subida de varios meses en el índice de precios industriales de más del 40 % interanual, que asfixia su competitividad y las empuja al cierre.
• La pérdida de competitividad y mercados de las empresas por las subidas de precios a las que les lleva el aumento de costes, hará que se consuma menos.
• Al consumir menos, se venderá menos.
• Si se vende menos, se producirá menos. Si se produce menos, la actividad y el empleo serán menores.
• Eso disminuirá los ingresos y aumentará el gasto, con lo que aumentarán los desequilibrios, y vuelta a empezar.
Ante ello, en lugar de tomar medidas serias de política económica, el Gobierno trata de maquillar la realidad:
•Achaca todo a la guerra de Ucrania, cuando los desequilibrios ya existían antes y ahora se han acentuado.
• Cambia al presidente del INE, generando desconfianza.
• Cambia la legislación laboral, de manera que los trabajadores temporales no computarán como parados cuando cesen su actividad, al clasificarse ahora, por ley, como fijos-discontinuos.
• Trata de controlar las empresas en las que participa, en un afán por intervenir toda la economía.
• Impone medidas populistas, como los impuestos a la banca y a las eléctricas, que terminarán pagando los usuarios.
• Y sube impuestos, como acredita las más de dos docenas de subidas impositivas que ha aplicado o anunciado.
Ahora bien, eso no tapa:
• Que los ciudadanos se empobrecen.
• Que las empresas tienen que parar la producción por no soportar ya los costes energéticos, cuyos precios industriales crecen un 40 %.
• Que su política energética es fracasada y arruina a familias y empresas.
• Que mientras las familias y las empresas se aprietan el cinturón, él tiene el Gobierno más grande de la historia.
• Y que carece de política económica para solventar los problemas de los españoles.
Vive de un espejismo temporal, como son los datos de empleo -que en julio ya han sido malos- o de crecimiento en los trimestres más turísticos, pero tras ese paréntesis, si el Gobierno no rectifica, vendrá un otoño muy duro para la economía.
Es evidente que los españoles están peor que hace un año, peor que cuando Sánchez llegó al Gobierno:
• El Gobierno no puede seguir ni un minuto más con este desistimiento de sus funciones, con estos parches permanentes, con esta incertidumbre e inseguridad que genera.
• España necesita una política económica clara, previsible, que se preocupe por los problemas de los ciudadanos; que no los asfixie a impuestos; que elimine el gasto ineficiente e improductivo para no seguir aumentando la deuda; que acuda en auxilio de los ciudadanos bajando los impuestos a la energía y deflactando el IRPF, dando facilidades a los españoles.
• España no está ni para ocurrencias ni para populismos, sino para una política económica seria, que solucione los problemas de los ciudadanos.
- José María Rotellar es profesor de la Universidad Francisco de Vitoria