Sánchez, y el síndrome de la negación socialista
Tratará de hacer ver que la excepcionalidad de la pandemia y de la guerra de Ucrania, así como del terremoto en La Palma son los responsables de los momentos difíciles que vive España y que él resuelve adecuadamente
Hoy comienza el Debate sobre el estado de la Nación y Sánchez tiene que rendir cuentas de su actuación. Es obvio que él tratará de hacer ver que la excepcionalidad de la pandemia y de la guerra de Ucrania, así como del terremoto en La Palma son los responsables de los momentos difíciles que vive España y que él resuelve adecuadamente.
Puede decir eso, y seguro que lo hará, como también echará la culpa a la oposición de todo, empezando por no querer ceder ante el ataque del Gobierno a la independencia de empresas, organismos e instituciones, como Indra, el CNI o el INE, por poner unos ejemplos.
Y seguirá negando la realidad económica, como se negó durante muchos meses a rectificar sus optimistas previsiones, y sólo lo hizo porque tenía que enviar a Bruselas la actualización del programa de estabilidad. Esa negación de la realidad es mimética de la que Rodríguez Zapatero hizo en 2007-2008, con las terribles consecuencias que ello produjo después en todos los españoles.
Pues bien, esa negación de la realidad por parte de Sánchez ha empeorado fuertemente a la economía española:
- Crecemos trimestralmente menos de la mitad de lo que lo hacíamos cuando Sánchez llegó al Gobierno (IITR-2018: 0,5 %; ITR-2022: 0,2 %).
- Sánchez ha incrementado la deuda en casi 300.000 millones de euros desde que gobierna. Es decir, cada día endeuda a los españoles en 200 millones de euros.
- Los precios, al llegar Sánchez, disminuían en España, y lo hacían un 1,4 % interanual. La subyacente disminuía 2 puntos interanual. Con Sánchez, los precios crecen a doble dígito, un 10,2 % interanual, es decir, 11,6 puntos más que cuando llegó. La subyacente –o inflación más estructural– era 7 puntos menor a la que tenemos ahora.
- El cierre de empresas es 13,4 puntos mayor que cuando empezó a gobernar Sánchez.
- El Índice de Producción Industrial cae un 0,2 % en términos mensuales y se comporta 4 décimas peor que en mayo de 2018. Entonces crecía y ahora decrece.
- No se ha logrado recuperar el nivel de turismo que tenía España, con 167.000 viajeros menos que en mayo de 2018; con 2,1 millones de pernoctaciones menos que entonces; y con 1,1 millones menos de visitantes extranjeros que en ese momento en los acumulados del año. Es cierto que ha habido una pandemia, pero el Gobierno no ha hecho nada por fortalecer nuestro sector turístico, clave en nuestra economía. Todo lo contrario: mantiene en el Gobierno a un ministro que lo ataca constantemente, al asegurar que la hostelería y el turismo son actividades de bajo valor añadido.
- Sánchez, con su política, ahuyenta la inversión extranjera. Así, recibimos 13.306 millones de euros menos en inversión extranjera recibida respecto a la cifra del último trimestre de nuestro Gobierno.
- La inseguridad jurídica se paga, mientras el Gobierno la promueve con su ataque a las empresas e instituciones, levantando auténticas barreras de entrada a la inversión y desprestigiando la imagen y la marca de España, con los asuntos antes mencionados.
- Con Sánchez, la prima de riesgo ha vuelto a ser noticia, porque su gestión nos deja en una posición más vulnerable.
- Así, somos la economía más rezagada a la hora de volver a recuperar los niveles de PIB previos a la pandemia, en términos reales.
Como vemos, la situación es muy mala por mucho que el Gobierno trate de agarrarse a los datos de paro, que no recogen todavía el deterioro de la economía española, al ser siempre el empleo un indicador retrasado, además del elemento que ha frenado su aumento, los ERTE, especialmente la prohibición de despedir.
Vivimos en un artificio económico, donde Sánchez quiere responsabilizar del deterioro a la guerra de Ucrania o la crisis energética, pero se olvida de que el empeoramiento de la economía surgió antes de la guerra, además de que la mencionada crisis energética tiene mayor importancia en España por el empecinamiento ideológico absurdo de Sánchez de no apostar por la energía nuclear y por el fracking para obtener gas.
La actividad económica se desmorona cada vez con mayor velocidad, imponiendo la realidad sobre el espejismo dibujado por Sánchez en los Presupuestos.
Por mucho que el presidente Sánchez niegue la realidad y trate de vender que es víctima de su enfrentamiento a lo que él llama «poderosos», la economía empeora y su Gobierno deambula desnortado, sin una política económica fiable que aplicar, mientras muchas familias no pueden llegar ya a fin de mes. Su ciclo llega a su fin, pero el problema puede ser el incremento de gasto que pueda acelerar para tratar de llegar con opciones al final de la legislatura, elemento que empobrecería mucho más a la economía española. Sánchez ha comenzado a hundir a la economía española y todo parece indicar que su demagogia y obstinación van a hacer que profundice en ese hundimiento económico.