Auge de la inflación
La crisis salarial atrapa a los españoles sin avances en el pacto de rentas: «No nos van a subir el sueldo»
Los salarios reales de los españoles caerán más del doble que en el resto de países de la OCDE. La falta de avances en el pacto de rentas desesperan a los trabajadores que se resignan a una mayor pérdida del poder adquisitivo
La cuesta de otoño comienza a hacerse notar en los hogares españoles. Las consecuencias de la crisis de los precios y del giro de la política monetaria planteada por el Banco Central Europeo (BCE), contrastan con el estancamiento de los sueldos. El encarecimiento de la energía y el resto de los productos, el aumento de las cuotas hipotecarias, el endurecimiento de los préstamos, el avance de la recesión y el empeoramiento del empleo siguen haciendo mella en el poder adquisitivo. Mientras, sindicatos y patronal parecen muy alejados de un pacto de rentas que reduzca el impacto de la inflación.
La OCDE advierte de que los salarios reales de los españoles (que descuentan los efectos de la inflación) caerán un 4,4 % antes de que termine el año. La cifra dobla la prevista para el resto de los países. «En España, el aumento paralelo de la inflación subyacente refleja dos cosas: que los salarios no se han enganchado a la subida del IPC, y que muchas empresas están trasladando al precio parte de sus costes», afirma Jordi Sevilla, senior advisor de Contexto Económico en LLYC.
La mayoría de trabajadores descartan que su empresa compense la subida del IPC
«Deberían revisarlo, de hecho, se lo dije al dueño de la empresa y me dijo que lo miraría, aunque aún estoy esperando», dice Carlos, trabajador del departamento de marketing de una empresa de compraventa de vehículos al ser preguntado por una posible subida de sueldo. «Si recibo una oferta en algún momento igual me marcho», añade.
No es un caso aislado. El 40 % de los trabajadores tiene pensado abandonar su puesto de trabajo en los próximos seis meses. Una encuesta realizada por McKinsey & Company constata el «descontento laboral generalizado a nivel global». «No nos van a subir el sueldo», dice Óscar, ingeniero de una multinacional española en la que tampoco hay expectativas de subidas salariales. «Luego, cuando la gente se va, se echan las manos a la cabeza», añade.
Sin avances en el pacto de rentas
En paralelo, la negociación sobre el pacto de rentas continúa en vía muerta. El Gobierno lanzó hace una semana un último intento para tratar de desencallar las conversaciones entre sindicatos y patronal. «Tenemos un interés compartido y todos tenemos que arrimar el hombro. Por parte del Gobierno, vamos a tratar de hacer todo lo posible por ayudar a ese pacto de rentas», dijo el pasado jueves la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, en un desayuno informativo.
Entrevista al presidente de la CEOE
Garamendi: «Para pactar hay que escuchar, no tomar decisiones y luego pedir acuerdos»
Fuentes de la negociación colectiva descartan avances. El diálogo está roto. Desde hace meses, sindicatos y CEOE mantienen un pulso sobre las cláusulas salariales. UGT y CC.OO., defienden la inclusión de una clausula que permita que el trabajador no pierda poder adquisitivo en escenarios de alta inflación. El mecanismo obligaría a las empresas a compensar la escalada de los precios en las nóminas. La CEOE se niega y propone indexar los salarios a otros indicadores que no comprometan a los empresarios.
Vienen más turbulencias a las que deberemos hacer frente con medidas de compensación de rentasSenior advisor de Contexto Económico en LLYC
En paralelo, Europa se prepara para una nueva gran subida de los tipos de interés que termine por arriesgar el avance de la economía. Los expertos siguen pidiendo medidas que ayuden a las familias a protegerse de la contracción que el PIB podría comenzar a experimentar a partir de los próximos meses.
«En manos de un autócrata como Putin, vienen más turbulencias a las que deberemos hacer frente con medidas de compensación de rentas, suavización de precios, y reformas profundas del mercado eléctrico europeo siguiendo la estela de la «excepción ibérica». No parece hora del sálvese quien pueda' sino más bien de arrimar el hombro, todos a una. ¿Nos acordaremos en España de cómo se hace esto?», apunta Jordi Sevilla.