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Un tramo del gasoducto Nord Stream, a su llegada a AlemaniaGTRES

Crisis energética

¿Por qué está cayendo tanto el precio del gas?

El nivel de reservas y el buen tiempo dan una tregua a Europa a las puertas del invierno. El control del consumo será clave para garantizar la supervivencia energética. Con la llegada del frío volverá el desajuste

El próximo 1 de noviembre concluye el plazo que la Comisión Europea dio a los países comunitarios para rellenar sus reservas de gas. La directiva exige que el martes, cada uno de los Estados miembros debe mantener sus depósitos al 80 %, una cifra que todos superaron hace ya varias semanas. El pánico a un trágico invierno ha llevado a los socios del euro a acumular tal cantidad de gas, que el precio en el mercado se ha desinflado.

De momento, la fortuna sonríe al fin a Europa. Al éxito logrado en la acumulación de energía se suman las condiciones meteorológicas, más favorables de lo previsto. Las temperaturas suaves con las que el viejo continente ha comenzado a afrontar la recta final del año han hecho que los hogares retrasen el encendido de las calefacciones, minimizando el consumo y protegiendo las reservas.

Desde que el pasado 26 de agosto el precio del gas en el mercado de referencia europeo (el TTF holandés) marcará su máximo, la curva no ha hecho más que caer. Lejos quedan los 349 euros. Este miércoles, el MWh cotizaba por debajo de los 100 euros. Lo mismo ha ocurrido en España, donde el gas se vende a 46,6 euros, a pesar de la tensión que se respira en el mercado.

La caída del precio desincentiva el ahorro energético

Sin embargo, ni la gran acumulación de reservas, ni las ventajosas predicciones meteorológicas para el invierno arreglarán el gran desafío al que se enfrenta la Unión Europea. Cualquier inconveniente podría tirar el castillo de naipes sobre el que se sostiene la supervivencia energética europea. Una inesperada ola de frío, el riesgo al sabotaje en infraestructuras o el desacuerdo con cualquiera de los suministradores, podrían reventar la presa.

La mayoría de los expertos consultados por El Debate estiman que el exceso de gas garantice cierta seguridad entre tres y cinco semanas a Europa en condiciones extremas. Pasado ese tiempo, la pelota vuelve al tejado de los líderes europeos que volverán a discutir en unos días los próximos pasos de la política energética. La UE afronta en buena forma el invierno; sin embargo, la caída de los precios en el mercado no tardará en trasladarse a las facturas, desincentivando el ahorro y recortando el volumen de las reservas.

La manera de contener bajo el consumo sigue siendo el centro del debate en Bruselas. Mientras la mayoría de los países comunitarios ha aprobado medidas al respecto, otros han anunciado planes en el sentido opuesto. Es ahí donde se encuentra el desencuentro que divide a los Veintisiete.

Alemania rompió la baraja hace semanas al comunicar un paquete de ayudas por valor de 200.000 euros. La intención del Ejecutivo de Olaf Scholz es amortiguar el golpe que la crisis energética promete para los hogares germanos. Para ello, Berlín aprovechará su enorme músculo financiero –superior al del resto de países– para paliar parte del encarecimiento derivado por el cierre de Nord Stream y la ausencia de regasificadoras en el país.

El Gobierno alemán maneja –además– cuatro escenarios posibles durante los próximos meses. Dos de ellos implican apagones y racionamiento de energía, ya que la crisis no terminará con el invierno, sino que la Unión Europea deberá mantener sus depósitos estables a lo largo del 2023.

Con la llegada del frío el desajuste volverá al mercado del gas y los precios subirán

Además, las circunstancias meteorológicas no serán las mismas para todos los países europeos. Mientras en España se prevé un invierno con temperaturas altas, el frío será mayor en Alemania y otros Estados del norte. Todo ello, demandará que los cargamentos de GNL sigan llegando al ritmo que lo han hecho durante los últimos meses, a pesar del llenado de los depósitos. Con el fin del calor llegará el vaciado de las reservas y el desajuste volverá al mercado, elevando los precios y contaminando a la inflación.

A ello hay que añadir la competencia de Asia por hacerse con el gas exportado. Si países como China deciden elevar sus compras, el precio se disparará. Se trata de uno de los argumentos utilizados por los contrarios al tope al gas que sigue desarrollarse durante los próximos días en toda la zona del euro.