Desidia comercial y torpeza diplomática: cómo Italia nos ha sisado a nuestros socios energéticos
En menos de una semana, el Gobierno de Meloni ha anunciado sendos acuerdos con Argelia y Libia, dos de los principales suministradores de combustibles de nuestro país
Hace una semana, Argelia e Italia anunciaron la construcción de un gasoducto que convertirá al país europeo en uno de los principales distribuidores de energía del continente. Apenas unos días después, el Ente Nazionale Idrocarburi (Eni), firmaba un acuerdo con la Corporación Nacional de Petróleo de Libia para la exploración y producción de gas y petróleo. De una tacada, Italia ha desbancado a España como principal socio de los magrebíes ante la inacción del Gobierno de Sánchez, más preocupado de la relación con Marruecos y desligarse de los combustibles fósiles.
Giorgia Meloni, que durante la carrera a la presidencia del Gobierno italiano defendió un bloqueo naval al norte de África para frenar la inmigración, acaba de volver de una gira por el Magreb con dos acuerdos clave en materia energética. Se trata de una jugada astuta, avivada por la mezcla de torpeza diplomática y desidia comercial española, que deja a nuestro país fuera del tablero en un momento en el que la invasión de Ucrania ha disparado el precio de los combustibles.
Y es que el cambio de postura de Pedro Sánchez respecto al Sáhara Occidental es algo que Argel no está dispuesto a olvidar. El propio presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, se deshizo la pasada semana en alabanzas sobre Italia, quien mantiene una posición «positiva y equilibrada, que aboga por una solución justa de la cuestión del Sáhara Occidental, conforme a las resoluciones de la ONU, para permitir al pueblo saharaui disfrutar de sus legítimos derechos». Más claro, agua. Este acuerdo, además, garantizaba al país europeo el triple de suministro que a España y un gasoducto que corona a Eni como uno de los principales distribuidores del continente.
Meloni aterrizaba este sábado en Trípoli y horas después se anunciaba un acuerdo de 8.000 millones de euros para la exploración y producción de gas y petróleo en la antigua colonia italiana. El pacto incluye la construcción de dos campos de gas marítimos en el Mediterráneo y el correspondiente greenwashing que incluirá una instalación de captura y almacenamiento de carbono en Mellitah.
Socios clave
En el año 2022, y según datos provisionales del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, Argelia era el tercer mayor suministrador de combustibles a nuestro país con importaciones por valor de casi 6.700 millones de euros, solo superado por Estados Unidos y Nigeria. Libia se encontraba en el séptimo puesto con más de 3.500 millones.
En el caso de Argelia, los combustibles suponen más del 94 % de las importaciones totales para una balanza comercial de saldo negativo para España por valor de más de 6.000 millones de euros. En el caso libio, este porcentaje aumenta al 99, 6 %.
«Eni está dando pasos agigantados para fortalecer su posición con contratos a largo plazo con las empresas del norte de África y desplazar a Gazprom», explica el economista Daniel Lacalle. «En ese proceso, está sobrepasando a una España que está menos orientada a reforzar su posición en ese ámbito».
Tras las sanciones a empresas rusas por la invasión de Ucrania, Eni anunció la paralización del suministro que recibía. Con una dependencia de hasta el 40 % del suministro ruso, el Gobierno dirigido entonces por Mario Draghi inició un plan de diversificación que se ha llevado por delante los intereses españoles.
Rusia, nuevo socio estratégico
Esta estrategia ha llevado a España a aumentar el suministro ruso, hasta ahora anecdótico, hasta la cuarta posición con más de 6.000 millones de euros en acuerdos. Resulta paradójico que, en pleno conflicto, Rusia se haya convertido en uno de nuestros principales socios energéticos. Sin embargo, el Gobierno no parece darse por aludido. «Repsol parece más interesada en reducir al máximo su posición en exploración y producción mientras que la estrategia de Eni y Total es la contraria», comenta Lacalle, que agrega que «en España, ni las empresas ni el Gobierno están orientados en reforzar esa posición».
El problema es que el gas ruso sale bastante más caro que el argelino o el libio. Argelia, por su parte, tras los vaivenes diplomáticos de Sánchez anunció el pasado año una subida con carácter retroactivo del precio del suministro y se negocia el de 2023. En septiembre, el Ejecutivo tuvo que intervenir los precios de esta materia prima, pero el Ministerio para la Transición Ecológica espera un aumento de las tarifas de hasta el 9 % en el primer trimestre.