El 'euro' latinoamericano, una quimera inflada por el populismo que tendrá que esperar
Los presidentes de Argentina y Brasil defienden la creación de una moneda común que reduzca la dependencia del dólar
Brasil y Argentina han dejado caer que están estudiando la creación de una moneda común para el comercio en Sudamérica que reduzca la dependencia del dólar y permita avanzar en la integración económica en la región.
En un artículo conjunto publicado en Perfil, Alberto Fernández y Lula da Silva anunciaron su intención de «avanzar en las discusiones sobre una moneda sudamericana común que pueda usarse tanto para los flujos financieros como comerciales, reduciendo los costos operativos y nuestra vulnerabilidad externa».
El anuncio, sin embargo, ha sido recibido con escepticismo por parte de los economistas, que advierten de las diferencias abismales entre las economías de ambos países. El profesor de Harvard y exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, Larry Summers, escribió en Twitter que esta idea «parece muy problemática dadas las diferencias en las economías, su relación con el populismo, la relativamente escasa conexión política y los problemas de ambos países con los tipos de cambio». El execonomista jefe del FMI, Olivier Blanchard, por su parte, llevó su jerga técnica un poco más lejos para calificar la propuesta de «locura».
La idea de estos gobernantes no es crear un euro a la latinoamericana, sino una vía para sortear las dificultades de algunos países para adquirir el dólar e impulsar el comercio regional. Aún así, los expertos señalan una integración sería un desafío, cuando no imposible.
Ya en la década de los ochenta, ambos países estudiaron la creación de una moneda comercial conocido como gaucho, que finalmente desestimarían. Bolsonaro retomaría la idea en 2019, pero fue refutada por el propio Banco Central de Brasil.
Para que una situación así pudiera darse, se necesitan niveles similares en distintas variables. Oxford Economics, una firma de asesoría económica global, señaló en un informe de investigación que las dos economías «no comparten casi ninguno de los requisitos para que funcione un bloque monetario, lo que hace que el sur –como se llamaría la moneda– no solo sea irrelevante sino también inviable».
Mientras que en Brasil la inflación acumulada en 2022 ascendió al 5,79 %, en Argentina alcanzó el 94,8 %, una cifra que casi en cualquier lugar del mundo haría sonrojar a sus gobernantes pero que en la Casa Rosada se ha vendido como un triunfo por no llegar a los tres dígitos.
En una situación semejante, los expertos advierten que la creación de una moneda única provocaría la absorción de las distorsiones entre las economías y que uno de los países acabe financiando a otra en algún momento.
También existe la preocupación del posible impacto que podría tener una divisa así en las monedas nacionales. El peso argentino, concretamente, ha estado bajo la lupa en los últimos años con un rendimiento relativamente bajo en comparación con otras monedas de la región. Además, tiene que existir un comercio entre ambos países para que sea útil y en este caso apenas representa un pequeño porcentaje del PIB.
Los presidentes de Argentina y Brasil están convencidos de que esta moneda podría sentar las bases de una unión latinoamericana entre los países del Mercosur. Pero un proceso de integración económica realista necesitará todavía muchos años.