La semana económica
Barceló: el titán del turismo que crece aunque el Gobierno no le ayude
Esta casi centenaria empresa familiar ha superado el momento duro de la pandemia, pero ha echado en falta una mayor fluidez con los fondos europeos para apoyar al sector
El Grupo Barceló fue fundado en el año 1931 por Simón Barceló. Casi cien años después, lo que empezó siendo una empresa familiar de transporte de empresa y mercancías en un pequeño pueblo de Baleares (Felanitx), se ha convertido en la segunda cadena hotelera más importante de España y una de las treinta más grandes del mundo en número de habitaciones: un titán turístico que gestiona 277 hoteles en 25 países y cuenta con 34.000 empleados.
En la actualidad copresiden la compañía los primos Simón Barceló Tous y Simón Pedro Barceló Vadell, nietos del fundador. El segundo es el que más da la cara ante la opinión pública. El Grupo Barceló ha sufrido la pandemia como todos los que forman parte del sector turístico. Tras facturar 4.779 millones en el año 2019, la cifra de negocios se desplomó a 1.483 millones en 2020, para remontar en 2021 hasta los 2.822 millones y volver en 2022 a superar los ingresos del año 2019, con 5.729 millones de ingresos. Por lo que se refiere a los beneficios, la compañía volvió a ganar dinero en 2022 (170 millones) tras perderlo en los dos ejercicios anteriores (99,4 millones en 2020 y 45,6 millones en 2021). En 2022 ha ganado más dinero que en 2019, cuando se quedó en 134,6 millones de beneficios.
La compañía es muy optimista de cara a las próximas vacaciones. El nivel de reservas les indica que va a vivirse un verano histórico, y que no va a afectarles la celebración de las elecciones el 23 de julio. Tampoco notan que el nivel de reservas muestre ninguna crisis económica.
En un encuentro reducido con periodistas al que asistió El Debate, el responsable de la cadena en Europa, Oriente Media y África, Raúl González, indicaba que están sintiendo algún enfriamiento en Alemania por la recesión que hay en aquel país, pero en general las cosas van bien. Tampoco están notando la recesión en Estados Unidos.
Barceló tiene una dependencia alta de dos mercados, México y República Dominicana, que aportan más del 80 % del beneficio del grupo antes de impuestos. Podría ser un gran problema para la compañía que ocurriera algo especialmente negativo en esos destinos. González admite que le preocupa el número de países en los que están presentes, aunque la política va a ser crecer en donde están. La compañía estudia la compra de unos 5.000 hoteles al año, de los que finalmente compra veinte. Apuesta en buena medida por tener los hoteles en propiedad, a diferencia de lo que hacen las grandes cadenas.
En cuanto a otros parámetros, los hoteles de Barceló registraron una ocupación media del 67,9 % en el año 2022. Puede considerarse algo baja, aunque la de competidores como NH se quedó en el 61 %. En ingreso por habitación, un indicador básico en la gestión de hoteles, Barceló obtuvo 65,6 euros, frente a los 74 de NH.
Barceló facturó mucho más que NH en 2022 (5.729 millones de euros frente a 1.759), pese a tener menos hoteles (277 frente a unos 350), y está gestionando mejor que nadie la deuda: con 205 millones de euros, es el mejor en este capítulo entre las hoteleras españolas. La compañía no tiene como objetivo ser la más grande del sector, pero sí la más fuerte económicamente hablando.
La firma muestra un gran optimismo en el futuro del turismo. González lo argumenta señalando que las familias han ido ampliando el porcentaje de su presupuesto que destinan a viajes conforme avanzaban hacia la clase media; que hay grandes mercados en origen de clientes que explotarán a medio plazo, como la India; que hay otros como China que aún no han vuelto a su nivel prepandemia; que el parón en el mercado ruso sigue afectando entre otros a ellos, que acogían nada menos que a la mitad de este origen que iban a la República Dominicana, a pesar de tener solo el 8 % de la oferta, gracias a su buena gestión comercial. Confían en que este problema se resuelva algún día.
El origen de los turistas se va diversificando, como refleja el hecho de que antiguamente los cinco primeros emisores supusieran el 70 % de los clientes. Hoy solo representan el 30 %. Es algo positivo para los países receptores como España. También varían los destinos, y González piensa por ejemplo que Arabia Saudí va a sorprender. El ejecutivo ve que la demanda de viajes sigue creciendo, que las nuevas generaciones son más viajeras y que tecnologías como la inteligencia artificial permitirán que vaya surgiendo una especie de Spotify de los viajes, que sugerirá a los turistas dónde ir en función de sus gustos.
Hasta aquí algunas de las muchas posibilidades que pueden proporcionar un futuro brillante al turismo, que también tiene sus desafíos. González lamenta que se estén perdiendo los fondos europeos, que podrían haber servido para modernizar el sector turístico español y haberle dado un liderazgo mundial. «El Gobierno debe tener otras prioridades», estimaba en el encuentro con periodistas. «Se han concedido al sector unos importes ridículos», añadía. «Se ha perdido una oportunidad».
El directivo lamentaba también que en ocasiones se haya menospreciado el turismo de sol y playa, un activo claro en el caso de España. Junto a todo ello cita algunos problemas recurrentes del sector que a veces ocupan titulares y dan pie a legislación o a declaraciones populistas, como la llamada saturación o aparición masiva de turistas: «Si llegan cinco cruceros al mismo tiempo, se produce un agobio. Podría ordenarse haciendo que llegaran en distintos días, o que no fueran a ver las mismas cosas». Por otro lado, reconoce un gran problema que ocurre solo en los países desarrollados, no en los más pobres, y que quizá siga dando que hablar este verano: las dificultades para encontrar personal. «Si en Ibiza te cuesta más de lo que ganas pagar un apartamento, no es viable. Habría que facilitar lugares para el personal desde la administración autonómica y local. Hay lugares donde tenemos que alojarlos en el hotel».
Por lo que se refiere al propio Grupo Barceló, una de las incógnitas por resolver es si la próxima generación, la cuarta, cogerá el relevo. La compañía no tiene ningún protocolo de sucesión.