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El alto responsable de la aplicación de la política comercial de la Comisión Europea, Denis Redonnet

El alto responsable de la aplicación de la política comercial de la Comisión Europea, Denis RedonnetEFE

Economía

El «hombre de hierro» de la UE para una (posible) guerra comercial con China

La creciente tensión mundial se traduce a nivel económico en aranceles y restricciones a la importación y exportación de productos

Bruselas es el centro de poder europeo. Miles de personas trabajan en la Unión Europea y otras tantas giran en torno a ella. Los intereses públicos y privados están entremezclados y a veces es imposible saber cuál es cuál.

El poder tiene dos caras: la que se muestra y la que trabaja entre bambalinas. El gran público suele fijarse en la primera, pero la segunda (en ocasiones) es más importante.

Ejemplo de esto último es Denis Redonnet, el alto responsable de la aplicación de la política comercial de la Comisión Europea. El francés actúa en la sombra desde hace más de tres décadas, es un burócrata pata negra graduado en el Colegio de Europa.

Grosso modo, este funcionario es el responsable de las medidas económicas que han transformado al bloque comunitario en un sistema más proteccionista. El objetivo: abrirse y acceder a otros mercados al mismo tiempo que proteger lo que es nuestro.

Redonnet no anda solo. A su lado está Sabine Weyand, la directora general del departamento de comercio de la Comisión. Son el poli bueno y el poli malo, aunque no siempre queda claro cuál es cuál.

Una transformación necesaria

La globalización como se ha conocido en las últimas décadas murió antes de la crisis sanitaria de la covid. No es algo superficial decir esto, lo han proclamado a los cuatro vientos instituciones como el Foro Económico Mundial y así lo ha dejado claro Xi Jinping, presidente de una China que es la «factoría del mundo».

Algunos no han querido ver o asimilar esto, pero la economía global –aun sin dejar de ser abierta– ha girado hacia un proteccionismo cada vez mayor. La importancia de esto lo entendió Donald Trump durante su presidencia.

Y fueron, precisamente, las medidas económicas del expresidente estadounidense las que motivaron los cambios introducidos por Redonnet.

Competir con empresas chinas es un imposible por la diferencia en legislación y capacidad de producción. Cuando India alcance los niveles chinos, el reto será doble. Es por esto por lo que proteger el mercado común era un imperativo, ya no solo económico, sino estratégico.

No todos lo entienden en el seno de la UE. A esto también se le añade que Denis Redonnet es francés. En una atmósfera cuasi neurótica respecto a la balanza de poder entre naciones, es evidente que tener esta cartera en manos de Francia significa que dicho país se puede beneficiar por encima de otros, directa o indirectamente.

Por otro lado, hay otros que critican que no se esté haciendo lo suficiente para defender los intereses de Europa. Nunca llueve a gusto de todos.

Ejemplos de guerra comercial

París quiere que se estudie la posibilidad de imponer aranceles a los vehículos eléctricos chinos. ¿Por qué? Porque la industria automovilística francesa es una de las principales, no solo de Europa, sino del mundo, y la inversión realizada en la transformación tecnológica no puede perderse en una lucha de «tú a tú» con los chinos.

Denis Redonnet (drch.) junto a otros directos generales de departamentos de la Comisión Europea

Denis Redonnet (dcha.) junto a otros directos generales de departamentos de la Comisión EuropeaEUROPEAN COMMISSION

La unidad de Redonnet considera la posibilidad de iniciar una investigación que permita a la UE imponer gravámenes o restricciones adicionales –conocidas como investigaciones antidumping y antisubvenciones– a este tipo de productos. ¿Es una guerra ad hoc a la francesa? Es imperativo saber leer entre líneas.

Todavía queda atraer a este marco mental a los grandes de Europa como Alemania. Sabine Weyand, por cierto, es alemana. Es difícil aceptar este tipo de limitaciones si solo benefician a una de las partes afectadas. Se entiende que la negociación deberá ser país con país, porque sí hay otros que ven con buenos ojos acceder a mercados más baratos.

No todas las economías se pueden permitir un coche eléctrico Peugeot o BMW, y los chinos lo saben. Lo mismo ha pasado anteriormente con el mercado de los teléfonos móviles o de dispositivos tecnológicos portátiles. La balanza, con el tiempo, se ha decantado por Pekín.

Autonomía estratégica

Este es un concepto ambiguo, todo depende de quién lo interprete. Algunos considerarán que una economía sin restricciones es estratégica para sus empresas; otros, en cambio, considerarán lo contrario. Los mercados no se regulan solos cuando peces grandes y pequeños nadan en el mismo mar. La lucha contra oligopolios parte de esta premisa.

La realpolitik parece haberse impuesto (al menos por el momento) en la mente de parte de los gobernantes europeos. El sueño temporal de «un mundo, un mercado», ha quedado apartado ante la bofeteada de realidad que supone la guerra comercial con China y naciones de su órbita.

Es por eso por lo que la UE se ha puesto las pilas y trata de proteger sus cadenas de suministros, aunque la tarea se muestra complicada mientras sus acuerdos económicos vayan de la mano de imposiciones morales o ideológicas. La diversidad real también es diversidad de pensamiento. Lo contrario es pecar de eurocentrismo.

Muchos europeos han caído en la trampa de pensar que Europa es el mundo y el mundo es Europa. El auge de terceras potencias y de China como posible sucesora de Estados Unidos como poder hegemónico global pone sobre la mesa la necesidad de aceptar la delicada situación en la que nos encontramos.

Declaraciones de líderes de BRICS y de otros grupos dan a entender que la «edad de oro» occidental ha terminado. En parte por el desarrollo económico, en parte porque el mensaje que se lanza desde nuestras instituciones ya no es creíble.

En 1992, Bill Clinton popularizó la frase «es la economía, estúpido». Con Redonnet a la cabeza de la economía europea ante una posible guerra comercial con China se da a entender que han captado el mensaje.

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