Seguridad alimentaria
Este es el futuro que la multinacional Bayer tiene diseñado para el sector agrícola
La multinacional alemana planea una revolución 360° en el sector de la alimentación para enfrentar el cambio climático
«Muchos de nuestros hábitos deben cambiar: cómo nos movemos, cómo construimos, cuánto producimos y cuánto consumimos». Así ha comenzado Frank Terhorst, el director de estrategia y sostenibilidad de la multinacional alemana Bayer, su discurso durante un encuentro en París sobre el futuro de la alimentación y la agricultura en Europa.
Nuestro continente está inmerso en una profunda transformación que podría denominarse revolución vertical en el mundo de la agricultura y la ganadería. El cambio climático es el pilar entorno al que giran toda una batería de políticas con el fin de paliar las fatales consecuencias, según aseguran sus promotores.
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«Aunque paremos de producir del todo ahora mismo, el cambio climático continuará durante 20 años por la acumulación de gases de efecto invernadero», ha asegurado Terhorst. En los últimos días ha aparecido un nuevo estudio que la especie humana desaparecerá por las altas temperaturas dentro de 250 millones de años.
La crisis sanitaria de la COVID sirvió para que muchos gobernantes se dieran cuenta de la debilidad de las cadenas de suministro. La guerra de Ucrania ha servido para comprender la escasa seguridad alimentaria de la que gozamos en un momento de crisis.
Según los datos que maneja Bayer, para 2050 se espera que haya un 20 % menos de tierras para cultivo. La agricultura se considera uno de los principales focos de contaminación y la necesidad de alimentos para esa fecha aumentará en un 50 % a la par que la población se espera que crezca en 2.200 millones a nivel planetario.
Con estos datos en la mano, y la obsesión de los ambientalistas para reducir hasta en un 80 % los fertilizantes usados hasta ahora, se entiende que se necesita un cambio en el sistema de producción. Un sistema que permita producir más consumiendo menos. Es decir, más efectivo. ¿Es esto posible?
Para Irène Tolleret, eurodiputada francesa del partido de Macron, «tenemos a los mejores ganaderos aquí en Europa». Maria Skovager Østergaards, consejera danesa de Agricultura y Alimentación, opina en la misma línea sobre el mercado europeo: «tenemos un buen mercado interno de producción y consumo».
Sobre la competencia en los mercados globales, no cree que se trate de «reducir la producción para encontrar un balance entre sostenibilidad del sector y seguridad alimentaria» ya que lo que «necesitamos es que los granjeros sean competentes a nivel interno y externo». Este difícil equilibrio es lo que muchos quieren mantener.
La ingeniería de Bayer
La división de ingeniería agrónoma de Bayer será una línea importante de negocio en el futuro más próximo si se aplican muchas de las políticas ambientalistas actuales. El camino de la transición ya está tomado, lo que falta saber son los plazos y las «víctimas» que dejará por el camino.
Según una encuesta interna de la multinacional, el 74 % de los granjeros encuestados por todo el mundo asume que el cambio climático les afecta directamente, el 65 % está a favor de implantar nuevas tecnologías, el 84 % quiere introducir nuevas prácticas que reduzcan las emisiones de efecto invernadero y el 53 % quiere cultivos que puedan soportar las condiciones extremas -para lo que necesitan semillas genéticamente modificadas-.
Y esta ingeniería es la que, precisamente, ofrece Bayer. ¿Casualidad? El marketing de ciertas ideas y posturas ambientalistas -y no solo estas- cuadra en el espacio-tiempo con las propuestas de determinadas empresas. Bayer es una de ellas. En un momento de supuesta crisis sale con la solución definitiva a la misma: la revolución en agricultura.
Cada granja, un ecosistema
Lo que la multinacional alemana planea es que cada granja sea un ecosistema propio. Para ello planea un círculo que implique la mejora de la fijación del nitrógeno en las plantas, recolectar Big Data y aplicar soluciones digitales, una agricultura basada en la neutralidad de emisiones de carbono, protección sostenible de los cultivos, aplicar biotecnología para modificar semillas e implantar capacidades especiales y una recolección de los productos agrícolas más efectiva.
Parte de lo que Bayer tiene entre manos es lo que llama CropKey, que no es otra cosa que la creación de moléculas que inhiban la expresión de determinados genes en ciertas plantas o bien la modificación genética para que ciertas capacidades de unas sean trasplantadas a otras.
Tan solo el año pasado esto supuso una inversión de la compañía de 2.600 millones de euros. Una inversión semejante significa que el retorno está asegurado. Planea que sus productos sean usados en 160 millones de hectáreas cultivables. En 2021 se estimaba que había alrededor de 1.500 millones de hectáreas de tierras de este tipo en todo el mundo.
En 2018, Bayer adquirió Monsanto, una de las empresas más importantes de ingeniería agrícola muy criticada por una serie de pesticidas considerados altamente peligrosos para la salud como por producir semillas estériles. Estas semillas no se reproducirían por lo que el agricultor estaría obligado a comprar continuamente nuevas para poder mantener la producción. El año pasado facturó 50.739 millones de euros.