Intervencionismo vestido de españolidad
Este es el argumento del Gobierno: defender la españolidad de una empresa mal gestionada –vuelve a sonar Javier de Paz para sustituir a Pallete– para ocultar lo que no es otra cosa que una grave intrusión pública en una empresa privada
Estábamos todos pendientes de otra cosa: de los posibles pactos postelectorales. Quizá por eso la adquisición, anunciada el 5 de septiembre, del 4,9 % del capital de Telefónica junto a otro 5 % a través de derivados convertibles en acciones (unos 2.100 millones de euros), pudo parecer un tema menor. Un lío más en la vida de España. Pero a medida que han ido pasando las semanas –y aumentado los líos políticos– aquella entrada en el capital de la joya de la corona española no ha hecho más que complicarse.
Los presagios se confirmaron anteayer –Jura de Leonor de Borbón como pantalla– con el anuncio del Gobierno a la CNMV de que está dispuesto a entrar en el capital de Telefónica a través de la Sepi. Un intervencionismo vestido de españolidad que nada tiene que ver con España. Pero vamos por partes.
La cuestión no es que Saudí Telecom, controlada en un 64 % por el fondo soberano de Arabia Saudí, se podría haber convertido en el primer accionista de la operadora española, una opción que el Presidente de Telefónica José María Álvarez-Pallete, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, o Nadia Calviño casualmente dijeron desconocer. Era más bien que, al tratarse de un «sector estratégico en nuestro país» según reconoció esta última, en Bruselas tocaron la campana y la hasta entonces desaparecida vicepresidenta primera en funciones no tuvo más remedio que reaparecer en nuestras vidas para tapar la verborrea tuitera de su compañera Yolanda Díaz.
La operación árabe había sido diseñada meses antes por Pallete ante un eventual cambio de gobierno en nuestro país
Atrás quedaba el viaje fantasma de Pallete por Estados Unidos y las declaraciones de su entorno de sorpresa. La operación árabe había sido diseñada por él mismo hacía unos meses ante un eventual cambio de gobierno en nuestro país y la llegada a la presidencia de Telefónica de Pablo Isla, amigo personal de Alberto Núñez-Feijóo.
Pero el resultado electoral fue el que fue y la adquisición –estrictamente financiera decía el entorno saudí– no se quiso parar. Sobre todo porque hacía meses que los árabes estaban comprando en bolsa a través de varias empresas intermediarias como hemos conocido después. ¿Era posible que el Gobierno desconociera estos movimientos? Evidentemente no. ¿Podía ignorarlos Pallete? Tampoco. Y si uno y otro lo sabían, su amistad obligaba a una estrategia que concluyó el martes con la nota de intenciones al organismo regulador.
Pero si repaso aquellos movimientos, es porque resulta pertinente hacer ahora un análisis: ¿Cómo es posible que una empresa que llegó a tener un capital social de más de 130.000 millones de euros valga ahora 20.000? ¿Cómo es posible que con 2.100 millones una competidora árabe pueda comprar el 10 % de su capital? No queda más remedio que mirar a su presidente y a su Consejo de Administración para señalar una gestión dramática que situaba a una de nuestras empresas a tiro de piedra de cualquier inversor. Así lo vieron de claro en Bruselas y así se lo manifestaron a Nadia Calviño varios de sus colegas. En un momento en el que Orange y MásMovil están a la espera del visto bueno de la Comisión para su fusión; que Vodafone España ha sido comprada por 5.000 millones por el fondo inglés Zegona, también inversor en Airtel, Tele2 y ONO; el sector europeo está sufriendo una revolución sin precedentes. Y si algo no gusta en Bruselas es que les toquen sus tecnológicas. Recuerdan que tanto BT como Vodafone ya sufrieron entradas hostiles, también de capital árabe, y que el resto de las telecos europeas han optado por el capital público para blindarse. ¿Y para qué quieres más? Si Europa bendice la presencia de los gobiernos en sus tecnológicas ¿Por qué España va a ser una excepción? Y así ya tenemos el argumentario completo: la Sepi vuelve al capital de Telefónica 26 años después para defender la españolidad de la empresa.
La trampa de este mensaje está en que los hipotéticos compañeros españoles de la Sepi en esta recuperación del 5 % de Telefónica que está, a través de derivados acumulados, en manos de Morgan Stanley, no han comparecido de momento a pesar de las llamadas de Calviño y Pallete. Una cosa es dejar a los árabes con el 4,9 y otra cosa es seguir poniendo pasta en una empresa que cada vez vale menos.
Carlos Torres, presidente de BBVA, que tiene un 4,8 % se dio mus. Solo quiere defender ahora la excelente rentabilidad de su banco tras las movidas mexicanas. Los Riberas (Francisco José y Juan Mari Jon-Gestamp) le han dicho a Pallete que ya han perdido demasiada pasta en Telefónica; e Isidre Fainé, el gran abanderado de la españolidad de nuestras empresas, y que ha tenido que aguantar las bromas del entorno de Pallete sobre su jubilación, ha preferido de momento no aumentar el 3,5 % directo que tiene Caixabank más el 2,4 % añadido con Criteria. Pero tiempo al tiempo. Veremos quien termina pagando esta fiesta de mil millones.
Quizá lo más sorprendente de todas estas consultas a los españoles esté en que los consultados han aprovechado la petición del Gobierno para cantar las cuarenta a su puesta en escena de la semana pasada con Sumar: impuestazos fiscales y rebaja de la jornada laboral. Y ¡ojo! Que el PNV y Junts cerraron filas con sus empresarios. Josu Jon Imaz, presidente de Repsol, tras amagar una semana antes, ha anunciado la congelación de dos grandes proyectos industriales en el País Vasco. El entorno regulatorio le tiene «muy cabreado», y por ende, también a sus compañeros de cúpula del Partido Nacionalista Vasco. Y a Fainé otro tanto con sus amigos catalanes. La pela vuelve a todos muy españoles.
Pero este es el argumento del Gobierno. Defender la españolidad de una empresa mal gestionada –vuelve a sonar Javier de Paz para sustituir a Pallete– de la intrusión árabe y para ocultar lo que no es otra cosa que una grave intrusión pública en una empresa privada.
Menos mal que otras españolas sí mejoran resultados. ¡Y fichan! Que se lo digan a Javier Fernández-Lasquetty, recién contratado por Alicia Koplowitz para su sicav Morinvest. Pero de eso hablaremos otro día.