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Fernando RayónMucha tela

«Ahora sí podrán obligarnos a apoyar un 'procés'»: los empresarios, ante otra salida en masa de Cataluña

El dinero, si no hay confianza jurídica, huye en desbandada. Y la música, y también la deuda de España, suenan mal a los inversores

El dinero puede huir de Cataluña.Paula Andrade

A medida que vamos echando cuentas para saber lo que nos van a birlar de la cartera los pactos de investidura, las malas sensaciones se van haciendo mayores. El llamado cupo catalán –la cesión del 100 % de todos los impuestos que se pagan en Cataluña– que Pedro Sánchez prometió a Carles Puigdemont puede hacer saltar por los aires no solo la solidaridad entre autonomías, sino la misma cuenta de resultados de Hacienda. Vamos con los datos.

Hoy solo son tres las comunidades autónomas que contribuyen a financiar los servicios públicos en España. Madrid aporta más de 6.300 millones (el 71 % del total); Cataluña, poco más de 2.100, y Baleares, 334 millones. La salida de Cataluña del sistema lo dejaría tocado, por mucho que, en las conversaciones de Santos Cerdán con Puigdemont y su equipo, estos se hayan comprometido a vigilar este impacto, e incluso a impulsar un plan «para facilitar y promover» el retorno a Cataluña de las 8.746 empresas que han huido desde que empezó el procés. De esto último hablaremos más adelante.

Pero si las cuentas no salen con el cupo catalán, tampoco las arregla la quita de 15.000 millones que el inefable Félix Bolaños pacto con Oriol Junqueras en Barcelona. El supuesto 20 % de la deuda total catalana no sería tal por dos motivos: a esos 15.000 millones habría que añadirle otros 1.300 que Cataluña dejaría de pagar por los intereses de esa deuda; y además, extrapolando esa quita al resto de las autonomías que ya han puesto el grito en el cielo con razón, nos salen unos millones más que, claro está, Bolaños ni conoce. Si damos por bueno el dato del Banco de España -aquí no suele fallar el gobernador Pablo Hernández de Cos- de que la deuda de las Comunidades Autónomas es de 191.750 millones, y si aplicamos ese 20 % de quita a todas y añadimos los respectivos intereses, la condonación de la deuda superaría los 50.000 millones. Vamos, que la próxima vez que haya que negociar con Junqueras, mejor mandamos a Irene Montero.

Pero tranquilos, que la cosa tampoco acaba ahí. No sumando el coste del traspaso de las cercanías catalanas -que incluyen estructuras ferroviarias, trenes y deuda con Renfe (132 millones del ala); ni la posible cesión de inmuebles, ni tampoco los 150 millones prometidos al líder de ERC para proyectos de investigación. Mucho van a tener que investigar los de Junqueras. Quizá Bolaños les pueda ayudar. O el Gobierno Vasco con los 100 millones prometidos para impulsar el euskera en el ámbito digital.

Pero tampoco hay que volverse loco con las cuentas. Como dice María Jesús Montero, antes ministra de Hacienda, una cosa es lo que el PNV pida (se refería a la gestión económica de la Seguridad Social en el País Vasco) y otra lo que el PSOE les dé. Como si Hacienda fuera el partido. Pero aquí sí que ni siquiera los inspectores de la cosa han podido calcular hasta dónde llega el desaguisado, ni su repercusión en las pensiones.

Andoni Ortuzar ya ha dicho que en Euskadi no va a subir el salario mínimo ni el impuesto a las grandes fortunas

La batalla con el PNV va a ser bonita. Andoni Ortuzar ya ha dicho que en Euskadi no van a subir el salario mínimo ni el impuesto a las grandes fortunas. Quizá por eso la Montero (María Jesús digo) también se ha venido arriba. Sabe que esa forma de hablar perjudica mucho la foto de Sánchez con Yolanda Díaz y aquel acuerdo de campanillas que tanto ruido quiso hacer.

Pero lo más llamativo de todos estos acuerdos, pactos, compromisos, o como ustedes quieran llamarlos, es que los agentes sociales han brillado por su ausencia. Da igual que los sindicatos protesten por el acuerdo de las Rodalies y anuncien huelga en el sector; o que se reduzca la jornada laboral y ellos y los empresarios se enteren por la prensa. Todo a sus espaldas. Y eso que insistían en consultar a los agentes sociales…

También se enteraron del plan para que las empresas regresaran a Cataluña por los periódicos. ¿Y cómo van a confiar en que Pere Aragonès apoye ahora este plan si cuando comenzó el éxodo en 2017 el independentismo repitió una y otra vez que Cataluña no necesitaba para nada a las empresas que se iban? Eso sí, jaleaban una y otra vez a los empresarios que apoyaban el procés: a los Joaquim Coello, Miquel Martí, Joan Font, Enric Crous, Pau Relat, Joan Planes, Oriol Guixà, Carles Sumarroca, Joan Oliveras, Joaquim Vidal y Ferràn Rodés.

Los empresarios han iniciado otra salida masiva de Cataluña

Pero a los que aún permanecen en Cataluña y no estaban en el lío, les ha gustado tanto el anuncio de este plan que han iniciado otra salida en masa ante lo que se les viene encima. Sabíamos gracias a este mismo diario que en los nueve primeros meses de este año habían abandonado Cataluña 679 empresas, una media de más de dos al día, y que al finalizar el año el balance final superaría las 800 compañías. Pues bien, el cálculo ya se ha quedado obsoleto gracias a dos factores: el pacto de investidura y la presión fiscal presente y la anunciada. Y no es un temor que señalen solo los empresarios.

Los fondos internacionales ya han situado a España como el último país de Europa para invertir tras el acoso a los jueces y a la separación de poderes. El dinero, si no hay confianza jurídica, huye en desbandada. Y aunque Sánchez no haya empezado a gobernar, ya anunció en su discurso de investidura que subirá los impuestos: IRPF y Sociedades. Y esa música, y también la deuda de España, suenan mal a los inversores.

Pero los empresarios que aún quedan –auténticos héroes– añaden un nuevo temor. «El problema es que ahora –y el que habla es un empresario hotelero catalán–, con el control de la Hacienda e impuestos, van a tener una nueva arma e información para presionarnos y exigirnos que apoyemos el procés o como quieran llamarlo ahora. Y además ya no hablamos de Caixabank, Sabadell o Naturgy, sino de empresas pequeñas que han sobrevivido al mayor naufragio de la historia del empresariado español».