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Análisis económicoJosé Ramón Riera

El efecto de cambiar el cálculo del IPC: faltan 4,2 puntos

En enero de 2023 la nueva presidenta del INE introdujo cambios metodológicos, entre ellos uno que ha sido clave para frenar la inflación

Actualizada 12:19

El Instituto Nacional de Estadística acaba de publicar el dato definitivo del IPC y nos dice que ha subido un 3,1 %.

Hasta aquí todo sería normal, si no hubiese una historia por detrás y es el cese de Juan Manuel Rodríguez Poo, el 1 de agosto de 2022, después de continuas batallas con el Gobierno por el número de muertos por el Covid facilitados por el INE y posteriormente porque a Nadia Calviño no le gustaban los datos del IPC y del PIB que proporcionaba la institución que dirigía.

Hasta que, por fin, saltaron tantas chispas, que el 1 de agosto, con nocturnidad y alevosía, se cesa a Rodríguez Poo y se ficha a Elena Manzanera.

En septiembre del 2023 Manzanera nos presenta la modificación del PIB subiendo los resultados del 2020, 2021 y 2022, hasta conseguir que el PIB llegase a suponer el mismo que en 2019, ni una décima más, ni una décima menos.

Antes, en enero de 2023 introdujo cambios metodológicos en el IPC, entre ellos uno que ha sido clave para frenar la inflación. Cambió la ponderación del peso de los alimentos en el cálculo del IPC.

En 2022, para calcular el IPC, los alimentos suponían el 22,6 % de todo el Índice de precios y de pronto, a la chita callando, anuncia enormes cambios en los cálculos de los precios de la energía y cuela, como el que no quiere la cosa, una bajada del 22,6 % al 19,6 %. Esto significa que en el coste de los precios finales los alimentos, que son los que más subían y que suponía una guerra a muerte con Rodríguez Poo, la Sra. Manzanera lo arregla con una nota de prensa, en la cual con tantos cambios importantes se niega a publicar dos series simultáneamente, la nueva, con los nuevos métodos, y la antigua, para poder comparar peras con peras y manzanas con manzanas.

Consecuencia, la chef consigue lo que Calviño, su jefa, quería, bajar el IPC a costa de lo que fuese, incluido los cambios necesarios para que el caldo saliese a gusto de la jefa.

Pero como yo soy muy cabezota lo que acabo de hacer es recalcular lo que habría podido ser el IPC sin cambiar la ponderación de los alimentos a la baja. Para ello, les voy a mostrar en las dos primeras columnas el IPC de la Alimentación en 2022 y en 2023, en la tercera la variación mensual de los precios de los alimentos y en la cuarta columna, la subida oficial del IPC a lo largo de los 12 meses del 2023, en la quinta de las columnas, calculamos es el efecto del cambio de Manzanera del 3 % en la ponderación, para obtener como habría afectado a ese mes si no se hubiese aplicado ese cambio, para en la última columna obtener el IPC sin el efecto Manzanera.

Veamos los que sale:

Aquí podemos ver como el índice de precios de los alimentos ha ido mes a mes subiendo desde enero de 2022, que estaba en 103.593, a cerrar el año en 127.728, lo que nos dice que los precios de los alimentos han subido un 23,3 % desde el 1 de enero de 2022 hasta el 31 de diciembre de 2023.

Así vemos que, a cierre del ejercicio, los precios de los alimentos suben un 7,3 % con respecto a diciembre de 2022, que es el dato oficial que da el INE.

A su vez el INE nos dice que en enero el IPC bajó por el efecto de las rebajas un 0,2 %, que hay otra bajada en noviembre por el propio parón de la economía y que el IPC baja un 0,3 %, pero la novedad está en que si añadimos los efectos de los alimentos mes a mes añadiendo la anterior ponderación, tendríamos que en enero habría que subir el IPC real un 0,5 % porque los precios de los alimentos subieron un 15,4 %.

Así, en enero, en lugar de un IPC negativo de -0,2 % , tendríamos un +0,3 %.

En febrero en lugar de un +0,9 % habríamos tenido que sumarle otro 0,5 % y el IPC de febrero sería de un 1,4 % y así sucesivamente mes a mes y tendríamos que al IPC de Manzanera le faltarían un 4,2 %, por los efectos de la ponderación y lo que tenemos como resultado es que la inflación no habría sido de un 3,2 % sino un 7,4 %.

Supongo que ahora entienden porque Calviño necesitaba imperiosamente cambiar a un profesional que no se dejaba manejar por los deseos de una ministra y colocar un chef de cocina para que los datos se adecuen a los deseos de La Moncloa y de su equipo económico.

El gran atraco viene después. Si estos datos los hubiese obtenido el INE, este mes de enero de 2024 en lugar de subir las pensiones un 3,5 % hubiesen tenido que subir a los pensionistas y a los empleados públicos un 7 %.

Así que no solo han manejado las cifras para tener buenos resultados sino también para sisar a 13 millones de personas.

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