Numismática
El motivo por el que se llamaba 'perra gorda' a la moneda de 10 céntimos de peseta en España
El león tenía una forma muy peculiar, que hacía que se confundiera con un perro cuando esta se desgastaba o se rayaba
La moneda de 10 céntimos de peseta, conocida popularmente en aquel entonces como 'perra gorda', fue una de las primeras monedas que se acuñaron tras la introducción de la peseta como nueva unidad monetaria en 1868. De hecho, el nombre se debe a la peculiar forma del león que aparecía en el reverso, ya que se asemejaba a un perro cuando la moneda se iba desgastando con el paso del tiempo.
Esta moneda se acuñó por primera vez en 1870 por el Gobierno provisional, que había surgido tras la revolución de 1868 que destronó a Isabel II. Además, esto también supuso una reforma monetaria que estableció la peseta como nueva unidad de cuenta (equivalente a cuatro reales de vellón o 100 céntimos).
La moneda mostraba a Hispania en su anverso, mientras que el diseño del reverso fue seleccionado mediante un concurso en el que el trabajo presentado por Luis Plañiol resultó ganador. En este sentido, mostraba un león sosteniendo el escudo de España, ya que este animal era un símbolo de la soberanía nacional y de la unidad.
Asimismo, el león poseía una forma muy peculiar que hacía que se confundiera con un perro cuando esta se desgastaba o se rayaba. Debido a ello, muchos de los ciudadanos españoles empezaron a llamar a la moneda 'perra gorda'. Por otro lado, también surgió 'perra chica' para la moneda de cinco céntimos con la misma imagen.
Su importante papel en España
Esta moneda de 10 céntimos tuvo un papel importante en la economía española hasta que fue desmonetizada el 29 de octubre de 1941. En ese periodo, sufrió varias modificaciones en su composición y su peso y fue sustituida por nuevas monedas acuñadas en aluminio (ya no mostraban los mismos anagramas y se les dio el apodo de 'rubias').
Finalmente, el nombre de 'perra gorda' dio origen a algunas expresiones populares como 'para ti la perra gorda', que significa desistir en una discusión sin querer admitirlo realmente. También dio lugar a la expresión 'no valer una gorda', aludiendo a algo de escaso valor.
En concreto, fue una de las más utilizadas por los españoles durante más de 70 años y fue testigo de los cambios políticos, económicos y sociales que vivió España desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.