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Antonio Lence.

Antonio Lence.Paula Argüelles

Entrevista

Lence (Viena Capellanes): «El despido no solo defiende el interés de las empresas, sino también de los clientes»

El director general de Viena Capellanes aboga por una mayor desregulación y menos trabas burocráticas

Testigo de dos guerras mundiales, la llegada del hombre a la Luna y la caída de las Torres Gemelas, Viena Capellanes celebró el pasado año su 150 aniversario todavía recuperándose de los efectos de la pandemia. Antonio Lence, director general de esta empresa familiar, cuenta las dificultades a las que se enfrenta la histórica compañía y los planes de futuro.

–¿En qué situación se encuentra Viena Capellanes?

–Tras la pandemia nos ha tocado hacer muchos ajustes, seguir abriendo otras ramas de negocio intentando explorar mercados relacionados. Pero lo que hemos querido siempre ha sido defender a nuestra gente, que es lo más importante para nosotros. Con todas las dificultades añadidas que estamos viviendo de incremento de precios, de costes y todas las medidas que está tomando este Gobierno, intentamos buscar la supervivencia por encima de todo.

–¿Qué planes tiene para el futuro?

–La historia de Viena es una historia de adaptación. No queremos cambiar nuestro modelo de negocio, que es dar de comer a la gente, pero tenemos que intentar adaptarnos a los nuevos gustos. Hay mucha competencia, nuevos modelos y muchas aventuras que debemos conocer. Tienes que conocer qué hay a tu alrededor para poder ofrecer un atractivo a nuestros clientes y mantenernos en el mercado. Seguiremos abriendo locales, como hicimos durante la pandemia, pero con la prudencia que siempre ha caracterizado nuestra forma de actuar, porque no deja de ser una empresa familiar.

–El año pasado celebraron su 150 aniversario, una supervivencia inusual en este país.

–El promedio de vida media, contando las microempresas, es de siete años. Cumplir 150 años es un acto de heroísmo. Hay modelos que caducan, ideas que no funcionan o cosas que se hacen sin pensar, dificultades… Cuando veo a políticas tomar decisiones que afectan a las empresas, pienso que se les debería obligar a estar al menos un año al frente de un una para que sepan lo que es pagar a final de mes los sueldos, los seguros sociales o los impuestos. Somos el motor de la sociedad y, en lugar de darnos facilidades, ponen trabas, inconvenientes y burocracia. No solo es sacar adelante tu negocio, sino que tienes que luchar contra las circunstancias que te rodean. Entiendo que eso a mucha gente le quema y acaba tirando la toalla.

La reducción de jornada obligará a utilizar más trabajadores, aumentando los costes

–¿Ha notado la empresa la subida del SMI?

–Por supuesto. Nuestros salarios están por encima del SMI, pero la gente, en cierta manera, exige mejorar sus condiciones cuando ve un incremento por debajo. Sobre todo, en los puestos más básicos, se ha notado la desaparición del aprendiz, una figura esencial para la economía. Tener que pagar desde el primer día un salario exigente a una persona sin experiencia le complica la vida a muchos empresarios y autónomos.

–¿Calcula cuánto le va a costar la reducción de jornada?

–Todavía no porque no está bien definida, pero evidentemente va a repercutir en nuestro negocio, que es presencial. Un local de atención al público tiene un horario y una reducción de jornada obligará a utilizar más gente, incrementando los costes. Tendríamos que subir los precios y seguir con esta espiral de inflación que estamos teniendo. En negocios de servicios, se va a notar especialmente. No sabemos cómo vamos a repercutir esta medida porque además hay que respetar al cliente.

Antonio Lence.

Antonio Lence, durante la entrevista.Paula Argüelles

–¿Se plantearían despidos masivos si se concreta el blindaje del despido?

–No. Con el despido hay mucha manipulación. ¿Qué empresa despide a un empleado valioso? Es una herramienta para defender los intereses no solo de las empresas, sino también de sus clientes. Tenemos empleados que llevan más de cuarenta años trabajando con nosotros y estamos orgullosísimos de tenerlos en nuestras filas. Lo más doloroso en mis más de 30 años en la empresa fue tomar la decisión con el ERE tras la pandemia porque no había más posibilidades.

–¿Qué opina de limitar el salario de los directivos?

–Es una nube de humor para ocultar otras noticias, que es lo que hacen constantemente. En el caso de las empresas familiares, que es el que conozco, puedo asegurar que no existen los salarios desorbitados. Debemos desregular, no regular. La libertad es fundamental para crecer. Ponerse a hablar de esas cosas es tirar balones fuera por algo que seguramente no se pueda materializar y, de hacerlo, iría contra la Constitución y el sentido común.

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