Cita previa y dos días de espera: El Debate, en las colas donde los jóvenes venden su iris por 60 euros
En las dos localizaciones visitadas las filas no paran de crecer, aunque también hay sorpresas
Más de una treintena de personas se agolpan ante una extraña esfera gris en Avenida de América (Madrid). Otra fila similar crece en el centro comercial de Príncipe Pío, también en la capital. El objeto que reverencian es un Orbe u Orb, un sensor reconoce el iris a cambio de criptomonedas.
Su presencia se multiplica por centros comerciales de toda España, de la mano de la empresa Worldcoin. Detrás de este proyecto se encuentra nada menos que Sam Altman, el conocido fundador de OpenAI. Se trata de la empresa pionera en el desarrollo de inteligencia artificial.
En las dos localizaciones visitadas por El Debate las filas no paran de crecer, aunque también hay sorpresas. Sobre todo porque muchos desconocen que es obligatorio reservar con antelación, lo que genera algunas fricciones con los encargados de la organización y colas más lentas de lo que deberían ser para un simple escáner de iris.
En cuanto a su funcionamiento, tal y como hemos podido verlo en vivo y en directo en una de esas largas colas, es algo realmente sencillo:
La aplicación genera una fecha y una hora para ir a uno de los stands, además de un código en el móvil del usuario, el cual debe estar previamente registrado y haber dado sus datos.
Los empleados de Wordcoin presentes en el stand, comprueban que está todo correcto y cogen en sus manos el Orbe u Orb, el cual lleva varios sensores y cámaras en su parte frontal.
Primero escanean el código que ha generado la aplicación en el móvil del usuario, y tras esto, acercan el Orbe a unos 20 o 30 centímetros de la cara de este. A partir de aquí aparece una luz al rededor de las cámaras, y cuando se apagan, el escaneo está completo. Así de simple.
Investigado por la AEDP
A cambio de la espera, los «donantes» de iris reciben una cantidad en criptomonedas equivalente a unos 60 euros, que posteriormente pueden cambiar en un cajero cercano. Basta con enseñar la cara y un código QR llega directamente a la aplicación del teléfono móvil.
Sin embargo, aunque parezca una fuente rápida y fácil de ingresos, las autoridades avisan de que no está exenta de costes. La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) está analizando cuatro denuncias relacionadas con el tratamiento de datos. También la Autoridad Catalana de Protección de Datos (ACPD) ha advertido del «elevado riesgo» de ceder una inequívoca identificación a terceros. Un mal uso, aseguran, puede comportar numerosos perjuicios.