La semana económica
Grifols se desangra y apunta a caso Abengoa o Popular
La falta de claridad en las cuentas persigue a una empresa a la que algunos consideran salvada por su vinculación con Puigdemont y el nacionalismo catalán
Grifols ha vuelto a tener una semana de terror. La agrava el hecho de que la auditora KPMG no haya dado el visto bueno a sus resultados de 2023 y que un miembro del consejo de administración no los haya firmado. La compañía lo ha justificado diciendo que KPMG emitirá su opinión antes del 8 de marzo, fecha límite impuesta por la legislación vigente, y señalando que el consejero adujo «motivos personales», pero estas excepciones añaden inquietud sobre la situación real de la compañía.
A algunos analistas les parece un escándalo que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) haya permitido que Grifols publique sus cuentas faltando requisitos tan importantes como la firma de la auditora y la de un consejero. Otros lo explican argumentando motivos políticos. Desde hace tiempo se sitúa a Grifols como uno de los principales apoyos de la estancia de Puigdemont en Waterloo, algo que parece difícil sobrellevar solo con su sueldo de eurodiputado. También se dice que entre los pactos del PSOE con Junts está no dejar caer a Grifols.
Sean o no sean ciertos estos rumores, la realidad es que la compañía no los desmiente. El departamento de Comunicación no coge el teléfono ni responde correos electrónicos. Mientras tanto, la situación económica de la compañía es cada vez más preocupante.
La ausencia de momento de la firma de la auditoría suma dudas a la credibilidad de las cuentas de la compañía. De hecho, es el principal argumento que utiliza en su contra desde enero el hedge fund Gotham City Research: sostiene que Grifols manipula su ebitda (beneficio operativo) y su deuda. Afirman que la deuda de la compañía es realmente de entre diez y treces veces el ebitda, cuando la firma catalana señala que es de 6,7 veces.
Un analista con mucha experiencia consultado por El Debate asegura que no recuerda que Gotham City se haya equivocado alguna vez con alguno de sus informes. Por eso desmiente a quienes dicen que el objetivo de este hedge fund es desestabilizar a Grifols.
En el mercado crece la percepción de la similitud entre la evolución de Grifols y la que tuvieron el Banco Popular o Abengoa. La deuda devoró a estas dos entidades, que llegaron a un punto en el que no pudieron seguir más.
Esa situación es la que parece estar llegando a Grifols, que no genera caja suficiente para poder reducir una elevada deuda que la está ahogando. No llega con los ingresos que genera, y, si va vendiendo activos como ha anunciado que va a hacer, carecerá de los medios necesarios para producir la facturación que requiere.
La compañía está en una situación muy complicada. Por eso los bancos, a los que Grifols debe mucho dinero, o los fondos de inversión que están atrapados con ella, tampoco la critican mucho, con la esperanza de que se piense que no está tan mal y otros puedan comprarles sus participaciones. Mientras la acción se mantenía estable, los bancos de inversión estaban a la expectativa de una ampliación de capital, pero ya antes de los informes de Gotham no había demanda para que se produjera.
La realidad es que Grifols sigue desplomándose en Bolsa. Su acción estaba a 34 euros en febrero de 2020 y hoy se sitúa entre 8 y 9 euros. Su valor en Bolsa a cierre de 2023 era de 10.000 millones de euros y ahora ronda los 4.500 millones. La trayectoria de Grifols no augura nada bueno, salvo que en algún momento desvelen una estrategia desconocida y nos sorprendan. Quienes tienen acciones están tratando de salir, y quien está en mayor riesgo es el minoritario que cree el mensaje de que hay unos malvados que están haciendo que el valor baje en Bolsa. No parece un buen momento para comprar acciones de esta compañía, menos aún hasta que no se sepa la opinión de la auditoría.