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Locomotora de Talgo para la alemana DB

El espinoso camino de la contraoferta española sobre Talgo

Vetar la propuesta húngara plantearía problemas en Europa, y la opción nacional busca el modo de concretarse

El proceso de la oferta de compra de Talgo sigue avanzando, con una evidencia cada vez mayor de lo difícil que va a resultar para el Gobierno español rechazar la propuesta de un consorcio húngaro que no le gusta nada y la dificultad de una opción española a la que falta un socio industrial que por el momento no aparece.

«Para el Gobierno puede ser más complicado de lo previsto considerar estratégica a Talgo y vetar la operación por la pertenencia de Hungría a la Unión Europea, y por eso trata de buscar opciones de contraopa en España», estima César Sánchez-Grande, analista de Renta 4. Si el Gobierno considerara estratégica a Talgo y como consecuencia vetara la oferta del consorcio húngaro, ellos «podrían recurrir a los tribunales europeos, y no hay que olvidar que Hungría preside el Consejo Europeo a partir de julio», añade el analista.

Para él no hay duda de que la opción húngara «cuadra perfectamente» con Talgo, pues resolvería «la capacidad industrial para atender los pedidos a los que no llega la compañía española, no habría solapamiento con su actividad, y mantendrían la sede en España», añade, además de que los principales accionistas actuales estarían dispuestos a venderles su participación, tal como han reconocido al concretarse la oferta.

Considerando estos puntos de vista, la oferta húngara, hoy la única, parece imbatible, y sumaría a una empresa como Talgo que, por otra parte, va como nunca: «Está atravesando su mejor momento desde que comenzó a cotizar», admite el analista de Renta 4.

El problema de la oferta húngara es más bien político (al Gobierno no les gusta Orbán ni la posible conexión de la compañía con dinero ruso), y de salvaguarda de la españolidad de la compañía, la línea en la que se impulsó la opción nacional que adelantó hace unos días El Debate y que está estudiando su viabilidad.

Los frenos de la opción española son que debe plantearse también como una contraoferta por el 100 % de la compañía, superior a la de 5 euros por acción (619 millones de euros) que ofrecen los húngaros y que le falta un socio industrial que de momento no aparece. La ferroviaria vasca CAF sería a priori el aliado ideal por su complementariedad con Talgo, pero nos confirman que de momento no se lo plantean: «Se habla de esta operación desde hace muchos años, pero nunca hemos mostrado interés por llevarla a cabo», indican. La realidad a día de hoy es esta, aunque no habría que descartar un cambio de opinión si les ofrecieran algo muy interesante a cambio.

Lo mismo ocurre con la ferroviaria Stadler, que sigue sin mostrar interés. En el muy improbable caso de que presentara una contraoferta, contaría además con el obstáculo de ser suiza y, por tanto, no perteneciente a la Unión Europea. Si el motivo real para evitar la compra de Talgo fuera salvar su españolidad, con los suizos sería más factible que con los húngaros considerarla estratégica y vetar su operación.

El futuro de la compañía está, por tanto, pendiente de los dos escenarios, aunque Talgo no se encuentra en una situación límite. Mientras se decide si cambia o no de accionista, puede seguir resolviendo su mayor petición de pedidos subcontratando cuando le haga falta, como de hecho hacen compañías con Magyar Vagon (los húngaros que quieren comprar Talgo) cuando tienen que atender trabajo en aquella zona, o con fabricantes polacos cuando están en la suya, por poner dos ejemplos. Las opciones para solucionar el creciente y exitoso trabajo de Talgo son muchas. No hay ninguna exigencia ni prisa de zanjar sus necesidades incorporando un nuevo accionista, más allá de que el principal accionista en la actualidad, Trilantic, quiere vender.