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El nuevo presidente de Correos, Pedro Saura, junto al ministro de Presidencia, Félix Bolaños.

El nuevo presidente de Correos, Pedro Saura, junto al ministro de Presidencia, Félix BolañosEduardo Parra / Europa Press

Las primeras cuentas del nuevo presidente de Correos, camino de empeorar las del amigo de Sánchez

Dos ingresos atípicos habrían arreglado las cuentas de Juan Manuel Serrano en su último año

Los sindicatos y otras fuentes conocedoras de Correos han criticado ampliamente los más de 1.000 millones de euros que la compañía ha perdido en los cinco años en los que ha sido presidida por Juan Manuel Serrano, amigo de Pedro Sánchez, pero la situación podría empeorar en el primer año posterior a su salida.

El último ejercicio con Serrano al mando, 2023, presentará previsiblemente unas pérdidas de alrededor de 150 millones de euros, una cifras mejores de lo previsto teniendo en cuenta la mala evolución y el ambiente de situación catastrófica con el que el anterior presidente dejó la compañía. Con este resultado, Serrano mejoraría los datos de 2022 (perdió 217 millones de euros), y dejaría al nuevo presidente, Pedro Saura, el difícil reto de mejorar las cuentas de 2023. El reto es complicado, sobre todo teniendo en cuenta que no contará con dos ingresos importantes que se verán especialmente menguados; especialmente, uno de ellos.

Saura no contará con los 150 millones de ingresos que han llegado a la compañía gracias a las elecciones generales

El Correos dirigido por Serrano recibió en 2023 dos ingresos no previstos muy elevados. El primero tuvo que ver con las elecciones generales celebradas en julio. El voto por correo, debido a la época estival, se disparó hasta los 2,7 millones, cuando nunca había alcanzado los 1,7 millones, y además la ley electoral cambió hace dos años, de modo que el envío de la documentación para el voto se hace a todos los que vivan legalmente en el extranjero de acuerdo con el Censo de Extranjeros Residentes Ausentes (CERA), no solo a los que lo pidan. El pago por estos servicios está tasado, y Correos recibió el año pasado por ello nada menos que 150 millones de euros. Es una cantidad muy alta, teniendo en cuenta que por las Autonómicas, por ejemplo, obtiene entre 6 y 8 millones.

El otro ingreso inesperado vino por el incremento de la cantidad que el Estado paga a Correos por el Servicio Postal Universal (SPU). El SPU es el conjunto de servicios postales cuya prestación garantiza el Estado de forma permanente en todo el territorio nacional y a precio asequible para todos los usuarios. Hasta ahora recibía 114 millones de euros, una cantidad claramente inferior al coste de la prestación de ese servicio. A final del año pasado el Gobierno decidió que obtuviera alrededor de 240 millones. Sigue siendo menos de lo que reciben en Francia o Italia las empresas encargadas del SPU. Allí llegan a alrededor de 500 millones de euros.

Saura contará seguramente con el mismo incremento al menos del SPU, pero en principio no obtendrá los 150 millones de las elecciones generales, salvo que Sánchez las convoque de nuevo este verano. Estas circunstancias ponen a Saura en una situación más difícil.

Tensión con los despidos y el nuevo plan estratégico

El posible giro aún más negativo de las cuentas añade tensión a un cambio de época que no está siendo fácil en la compañía. Pedro Saura sigue trabajando en el nuevo plan estratégico, ya que parece que no le gusta el que había elaborado KPMG para los próximos años, como ya contamos en El Debate. Mientras piensa sobre ello, va tomando otras decisiones, como el posible ajuste de plantilla del que se ha hablado en algunos medios de comunicación recientemente.

Los gastos de personal son el gran desafío de Correos: suponen unos 1.600 millones de euros anuales, prácticamente la misma cantidad que genera la compañía por su actividad postal y de paquetería. En este contexto es en el que se plantea la posible reducción de personal, algo en lo que obviamente no van a ceder los sindicatos con facilidad.

El nuevo presidente se ha acercado más a los sindicatos, con quienes Serrano tenía un enfrentamiento total. Aun así, el nuevo convenio colectivo parece haberse estancado, y empieza a hablarse de posibles huelgas de Correos en Extremadura, Bilbao y Madrid.

La negociación del convenio colectivo se está atascando

El equipo directivo que Saura nombró a final de febrero va avanzando en su trabajo con grandes expectativas por parte de los empleados y en algunos casos serias dudas sobre su evolución. Al director de Recursos Humanos (Fernando Ramírez), a quien la presidenta de la SEPI (Belén Gualda) se trajo de Airbus por haber coincidido allí con él, se le está atascando el convenio colectivo, y habrá que ver si tiene paciencia con él. Parece que no tiene mucha.

La nueva directora de Operaciones, Olga García, es valorada como una gran profesional por los sindicatos, pero otras fuentes piensan que quizá no tiene suficiente peso para un puesto tan clave en la compañía.

El nuevo director financiero, Javier Monzó, no fue capaz de frenar los desmanes económicos de los últimos cinco años siendo director de Auditoría y Control, su anterior puesto. Habrá que ver qué vigilancia ejerce ahora.

El nuevo director de Estrategia, José Miguel Moreno, se lo ha traído Saura de Paradores, donde trabajó con él. El problema es que la estrategia de Correos no tiene nada que ver con la de Paradores.

El interés de los 50.000 empleados de Correos por ver cómo evoluciona la compañía con este nuevo equipo directivo es alto, como también lo es el curioso juego político que se mueve por debajo de la historia reciente de la empresa. De ella acaban de salir sanchistas como el ya ex presidente Juan Manuel Serrano o el ex secretario general Julio González, mientras que la susanista Belén Gualda, presidenta de la SEPI, principal accionista de Correos, claramente enfrentada con Serrano, se trajo a Fernando Ramírez como director de Recursos Humanos, encomendándole como primera misión controlar la gestión del ya ex presidente. Al mismo tiempo, a Pedro Saura no lo ha puesto como presidente la SEPI, sino Moncloa. No se sabe qué facción del PSOE está ganando en esta batalla, pero está claro que ambas están moviendo fichas mientras se juega el futuro de Correos.

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