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BBVA, Sabadell y Moncloa, a la expectativa. En la imagen, Carlos Torres, presidente de BBVA, y detrás Félix Bolaños, ministro de PresidenciaLu Tolstova

La semana económica

¿Conocía el Gobierno la operación de BBVA sobre Sabadell?

La oferta de compra tiene mimbres para salir adelante, pero la oposición política puede frenarla, aunque en el Ejecutivo supieran que existía

Fuentes muy bien informadas aseguran que un cargo muy alto del BBVA se vio con un alto cargo del Gobierno poco antes de que se lanzara la oferta de compra sobre el Banco Sabadell. En ese encuentro le sugirió que, si la fusión salía adelante y el banco presidido por Carlos Torres se hacía con la mayoría, quizá se podría cambiar el Consejo de Administración, y ahí habría hueco para que entrara alguien cercano al Gobierno. Poco después el ministro Bolaños salió diciendo que la operación era «una buena noticia».

Lo acontecido posteriormente es conocido por todos. El Gobierno se dio cuenta de que una postura a favor de la fusión perjudicaría a su candidato en las elecciones catalanas (Salvador Illa) y salió en tromba para ponerse en contra, en solidaridad con el líder del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC). Es cierto que Yolanda Díaz se opuso desde el principio.

La operación es mala para Cataluña por el empleo y porque se resentirá la financiación de las pymes. Nadie se explica cómo ha surgido a cuatro días de las elecciones catalanas

Entre medias, todos sus rivales arremetieron contra la operación, porque evidentemente sería mala para los catalanes. No solo conllevaría el cierre de oficinas y despidos, como ha reconocido estos días el propio presidente de BBVA. También se resentiría la financiación de las pequeñas y medianas empresas (pymes) catalanas.

Sabadell ocupa una posición destacada en este segmento, como ha recordado en estos días el presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre. Si la operación del BBVA prospera, el centro de decisión importante se trasladará hacia Madrid, principal sede operativa del banco, aunque Torres haya insistido en que mantendría la sede operativa de Sant Cugat. El nuevo banco se volvería más selectivo a la hora de evaluar a qué pymes da un crédito y no tendría tanta presión como puede tener el Sabadell hoy a la hora de cuidar a las empresas catalanas. Todos los expertos saben que, cuando se produce una fusión, la primacía de lo local se pierde con la lejanía del centro de decisión.

La operación es mala para Cataluña, y lo que nadie entiende es que se haya lanzado cuatro días antes de las elecciones catalanas. Torres habla de una filtración no deseada a los medios de comunicación que ha precipitado los acontecimientos. Sea lo que sea, con ello el BBVA ha puesto en contra a los políticos, al menos ahora. Torres ha impulsado esta operación teniendo solo al principio el visto bueno del Gobierno, que luego le ha dejado tirado viendo los posibles efectos sobre las elecciones catalanas. El Banco Central Europeo (BCE), que es quien tiene que aprobar la operación, no sabía nada sobre ella el día que se lanzó.

BBVA busca depender menos de los países emergentes y hacerse más resistente ante un entorno internacional incierto

¿Qué pasará a partir de ahora? El BCE es, en principio, partidario de este tipo de operaciones que pueden crear campeones europeos que compitan mejor a nivel global. La fusión crearía uno de los mayores bancos del continente. Y al BBVA, desde luego, le interesa. La entidad busca, principalmente, reducir el riesgo de la gran exposición de su negocio a la incertidumbre de los países emergentes. Como explica muy bien Germán López Espinosa, catedrático de Contabilidad de la Universidad de Navarra y uno de los mayores expertos de banca en España, el 40,51 % del negocio de BBVA depende hoy de México, Turquía y los países iberoamericanos en los que está presente: en esas zonas tiene 324.000 millones de euros en activos, frente a los 801.000 millones del total del banco.

Al BCE no le hace ninguna gracia que un banco europeo tenga una gran exposición a pocos países. Los emergentes son además muy volátiles: dan muchos beneficios si van bien y muchas pérdidas si van mal. El banco de BBVA en México (Bancomer) va hoy en día muy bien (representa el 50 % de los beneficios de todo el banco), pero el de Turquía (Garanti) está sufriendo la inestabilidad política y económica del país (la inflación alcanza el 45 %), y el banco lo está notando: en el primer trimestre de este año ha ganado 144 millones sobre un volumen total de activos de 71.000 millones de euros. Su rentabilidad es muy baja. El año pasado ganó 277 millones en el mismo trimestre.

Garanti, el banco turco de BBVA, sufre la situación de su país. La compra del Sabadell abriría la posibilidad de deshacerse de él

Garanti es un gran banco, y el capital humano allí presente tiene mucho nivel, según los expertos, pero BBVA debe buscar soluciones a su situación. La compra del Sabadell haría que la exposición de su negocio a los países emergentes descendiera al 31,32 %, según aclara López. Con ello tendría mucho menos riesgo, e incluso podría abrir la posibilidad de que BBVA se deshiciera en algún momento del banco turco. Si lo decidiera así, su exposición a los emergentes bajaría al 25,44 %.

La dilución en los mercados emergentes debe producirse mediante la compra de una entidad que asegure a BBVA las sinergias y le convierta en un banco más resistente, y Sabadell cumple esos requisitos. Muchos se preguntan por qué no lo compró en 2020, cuando hubo conversaciones y el Sabadell valía 2.000 millones, mucho menos de los más de 10.000 millones que vale en la actualidad. La respuesta es que entonces BBVA tenía un banco en Estados Unidos (Compass), que vendió, y con la actual incertidumbre internacional le interesa tener una menor exposición a los inestables países emergentes.

Anunciada la oferta de compra hostil, las autoridades regulatorias (CNMV, CNMC, BCE, Banco de España, la del Reino Unido –en donde Sabadell tiene el banco TSB–) tendrán que estudiar su viabilidad, un proceso que tardará unos seis meses. En medio de él tendrá que haber una junta de accionistas extraordinaria de BBVA que apruebe la ampliación de capital para el canje de acciones (1 de BBVA por cada 4,83 de Sabadell). El último paso sería que el Ministerio de Economía aprobara la fusión, algo que el ministro ha dicho que no va a hacer. Si cambiara de opinión, todo el proceso duraría entre seis y ocho meses y estaría listo a mitad de 2025.

El presidente de BBVA afirma que algunos de los principales accionistas de Sabadell ya se han dirigido a su banco para manifestar su interés en la operación. La prima que ofrece BBVA del 30 % sobre los precios de cierre de las dos entidades del pasado 29 de abril y del 50 % sobre la media ponderada de los últimos tres meses parece bastante atractiva para cualquier accionista. Incluso el presidente del Sabadell, Josep Oliu, no parecía muy contrario a la operación en la anterior negociación (es verdad que le ofrecían la vicepresidencia), y ahora dicen los expertos que el riesgo de dar créditos está creciendo, ya que las pymes son las que más han sufrido en los últimos tiempos por la inflación y el aumento de sus costes de financiación, las grandes empresas han tomado muy malas decisiones amparándose en el dinero barato y se han endeudado en un momento en el que los tipos de interés han subido muy rápido, y las familias se han empobrecido notablemente, como se puede ver en la cesta de la compra. Cada vez va a costar más devolver los créditos, más aún si sube el desempleo, y en ese contexto podría encajar dejarse comer por el pez grande. El problema es que la oferta de compra ha sido hostil, hay enfrentamiento, y el número dos del Sabadell, el que ha recuperado el banco y con el que ha vuelto la confianza de los mercados en la entidad (César González Bueno), no quiere la operación y piensa que deben seguir solos. Por estos motivos y por la oposición política y social, quizá la operación no salga adelante, aunque empresarialmente pueda tener sentido llevarla a cabo.