Rusia paga con vasallaje a China su estrategia para mantener su economía a flote en tiempos de guerra
Las sanciones internacionales no han hecho mella aparente en las finanzas del Kremlin, pero han aumentado su dependencia de Pekín
Cuando Vladimir Putin decidió invadir Ucrania en febrero de 2022, Occidente pensó que una combinación de apoyo militar y sanciones económicas debilitaría a Rusia en cuestión de meses. Más de dos años después, el conflicto sigue enquistado en el campo de batalla y las finanzas rusas no dan muestras del deterioro anunciado. Y es que el Kremlin llevaba años preparándose para un escenario de estas características.
Tras la anexión rusa de Crimea en 2014, la Unión Europea comenzó el despliegue gradual de sanciones que incluían, entre otras cosas, la congelación de activos, la prohibición de las exportaciones y la suspensión de préstamos preferenciales del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD).
Sin embargo, la coincidencia en el tiempo de estas medidas con la caída de los precios del petróleo y la depreciación del rublo todavía hoy impiden distinguir el impacto específico que tuvieron las sanciones. El Kremlin, no obstante, entendió entonces que debía modificar su política económica para reducir su dependencia exterior. Es aquí donde destaca la figura de Elvira Nabiullina.
Nacida en Ufá en 1963, esta economista fue escalando en la turbulenta Rusia de los años noventa hasta consolidarse en 2013 como la primera mujer al frente del Banco de Rusia y mano derecha de Putin en todos los asuntos económicos. Juntos idearon una estrategia para aumentar el superávit comercial y reducir la deuda externa, al tiempo que acumulaban oro y divisas extranjeras, que permitiera evitar otra depreciación del rublo por influencia exterior.
Esta política de contención de gasto permitió a Rusia acumular una hucha por valor de 643.000 millones de dólares para encarar las sanciones económicas ante la eventual invasión de Ucrania. No obstante, casi la mitad de estas reservas se encontraba fuera del país, una situación que puede volverse en contra de Putin.
Las sanciones incluían la congelación de estos activos y son muchas las voces en la Unión Europea que piden utilizarlos para financiar a Ucrania, pero para ello se requiere la unanimidad de los Veintisiete, algo que, con países como Hungría, resulta complicado. De momento, se ha llegado al acuerdo de utilizar los fondos como garantía de crédito para mantener la ayuda ucraniana en una situación kafkiana: se canalizarán 50.000 millones de euros que se pagarán con los beneficios que den los activos congelados y, en caso de que estos no cubran el préstamo, los interesados tendrán que cubrir la diferencia.
Putin ha utilizado intermediarios para mantener el comercio con la UE mientras ha fortalecido sus lazos con Asia
Esta situación no ha hecho cambiar demasiado los planes de Moscú. Desde el inicio del conflicto, Putin ha utilizado a países intermediarios para mantener el comercio con la Unión Europea al tiempo que ha fortalecido sus lazos con el mercado asiático. De esta manera, el país ha conseguido mantener su superávit comercial al tiempo que casi doblaba el gasto militar. Otra cuestión es cómo afectará el cambio de estrategia de Ucrania, que en los últimos meses está atacando centros de producción en suelo ruso.
En cualquier caso, la situación es del todo menos idílica en el país. Rusia ha sufrido una fuga de cerebros sin precedentes que ha llevado a una escasez récord de mano de obra. Según informes de distintas organizaciones, la invasión de Ucrania y los reclutamientos forzosos han provocado la salida de 300.000 personas, en su mayoría jóvenes con estudios universitarios. Además, el déficit de trabajadores ha obligado a muchas empresas a aumentar los salarios para atraer y retener talento, disparando la inflación y el aumento de los tipos de interés, que ya se encuentran en el 16 %.
También se han visto afectadas las inversiones en infraestructuras –salvo en Crimea– y desarrollo tecnológico a costa de la producción de guerra, que ha disparado artificialmente el PIB del país.
Dependencia de China
Por otro lado, el salvavidas chino ha convertido a Rusia en un vasallo de facto. El comercio entre ambos países ha crecido exponencialmente hasta alcanzar los 240.000 millones de dólares en 2023.
Los productos chinos han inundado el mercado ruso mientras que Moscú se centra en el envío de hidrocarburos, con el consiguiente riesgo de monopsonio. Además, la mayor parte de las operaciones se realiza en yuanes, en lugar del rublo, e incluso Putin ha abogado por el uso de esta moneda con otros socios. Es decir, yuanización en lugar de dolarización.