Fundado en 1910
Gonzalo Gómez de la Calle

Qué debe hacer Europa para asegurarse un gas barato

La seguridad e independencia de Europa, primero antes que los beneficios económicos. Si no, Europa siempre quedará a merced del mejor postor

Desde el inicio de la Guerra de Ucrania, Rusia ha utilizado el suministro de gas natural a Europa como un arma geoeconómica arrojadiza provocando grandes vulnerabilidades al viejo continente. Según The Economist, la factura eléctrica ha supuesto hasta seis veces más el coste habitual al que estaban acostumbrados a pagar los hogares y las empresas europeas. Por ello, Europa tuvo que enfrentarse a una inflación que tiró por tierra el objetivo del 2 % marcado por el Banco Central Europeo y, por tanto, obligó a subir los tipos de interés para someter la escalada de precios. Un riesgo que pudo hacer tambalear a los países miembros más débiles y endeudados.

Durante décadas, el motor económico europeo, la fábrica germana, actual tercera potencia mundial en términos de PIB después de China, se ha beneficiado de ingentes cantidades de gas natural ruso a muy bajo precio. Sin embargo, la escalada de precios impactó al «Made in Germany» afectando a la competitividad germana llegando a cerrar el PIB en 2023 con una contracción del 0,3 %. A pesar de los números rojos, el IFO, Institut für Wirtschaftsforschung, institución de análisis económico, preveé que el motor germano pueda llegar a crecer hasta el 0,4 %, en 2024, muy lejos del 2,4 % previsto para España según el Fondo Monetario Internacional.

Al otro lado del Gran charco, EE.UU. continúa inyectando 400 mil millones de dólares con la famosa «Ley de Reducción de la Inflación», Inflaction Reduction Act en inglés, lo que significa otorgar ayudas para industrias claves como la industria manufacturera y la energética. Empresas europeas, como el gigante español Iberdrola, ya han respondido al canto de sirena de Biden. La multinacional energética ha comprometido ya más de 22 mil millones de inversión en suelo estadounidense del 2022-2025. De este modo, las subvenciones estadounidenses unidas a los elevados costes energéticos están socavando la confianza de los consumidores y empresarios.

Conseguir precios baratos del gas pasa por estrechar lazos con los vecinos del Magreb, específicamente con Argelia, al igual que reducir en paralelo la dependencia rusa

La solución al letargo europeo del Norte pasa irónicamente por el denostado Sur. Italia y España, la tercera y cuarta economía del euro respectivamente, pugnan por alzarse con el título de salvadores de Europa. Sin embargo, este no es un camino de rosas. Conseguir precios baratos del gas pasa por estrechar lazos con los vecinos del Magreb, específicamente con Argelia, al igual que reducir en paralelo la dependencia rusa.

Desde el alineamiento del Gobierno de Sánchez con el planteamiento del reino alauita sobre la autonomía del Sáhara, España ha sufrido un enfriamiento en sus relaciones con Argelia en base a las disputas entre Marruecos y el país magrebí. Ya en el 2021 Argelia cerró el gaseoducto Magreb-Europa para no bombear gas a Marruecos. Sin embargo, España lo reabrió para reexportar gas desde la Península Ibérica al país alauita. Una acción que el presidente argelino, Tebboune, lo interpretó como un potencial casus belli si España reexportaba gas argelino a su gran enemigo, Marruecos. Con el cambio de política de Estado de España hacia el Sáhara Occidental, Argelia retiró a su embajador, al igual que suspendió el tratado de amistad con España. El mensaje argelino fue claro, se cumplirá solamente los contratos vigentes de exportación de gas a través del gaseoducto de Medgaz. La exportación de GNL argelino a España cayó a mínimos, a pesar que España posee más del 30 % de la capacidad regasificadora europea.

Es en este contexto que Italia, a través de Mario Draghi primero y, después, con Meloni, se ha lanzado a la conquista de Argelia aumentando sus lazos económicos. Por ello, ENI, empresa italiana controlada al 30 % por el Estado italiano, anunció el desarrollo, junto con la empresa pública argelina Sonatrach, de nuevos yacimientos de hidrocarburos. A su vez, Eni y Snam, otra empresa italiana, cerraron el acuerdo por el que tomaban el control del gasoducto Transmed, el cual transporta gas de Argelia a Italia a través de Túnez. El objetivo italiano: duplicar las importaciones de gas argelino hasta llegar a los 4 mil millones de metros cúbicos y reducir la dependencia rusa.

El cerrojazo francés al MidCat, el gasoducto que conectaría a España con Alemania a través de Francia, fue rechazado por los altos costes económicos, aunque también políticos, donde España ganaría más peso en la UE frente a Francia

España e Italia tienen pros y contras a la hora de convertirse en el hub energético europeo. Por un lado, aunque España cuenta con la mayor capacidad regasificadora, no posee las interconexiones energéticas necesarias con Europa, es decir, se trata de una isla energética que ni posee las mejores sintonías con Argelia. Además, el cerrojazo francés al MidCat, el gasoducto que conectaría a España con Alemania a través de Francia, fue rechazado por los altos costes económicos, aunque también políticos, donde España ganaría más peso en la Unión frente a Francia. Por otro lado, Italia, sí que posee las conexiones con Europa, al igual que un gran clima con Argelia. No obstante, la infraestructura nacional italiana es antigua y necesita una gran inversión y tiempo para pasar de ser un país importador a exportador.

Reducir la dependencia del gas ruso es vital para evitar que Europa esté a la merced de rivales geopolíticos. Conseguir precios energéticos bajos y rápido son esenciales para ser competitivos y, por tanto, España e Italia son dos piezas clave. A medio plazo, España, no como hub gasístico, pero sí como hub verde con el hidrógeno y las energías renovables se presenta como la opción más viable en plena transición. A corto plazo, Italia con el gas como la única vía de suministro viable. ¿La mejor opción? Desarrollar ambas vías. La seguridad e independencia de Europa primero antes que los beneficios económicos, sino Europa siempre quedará a merced del mejor postor.

  • Gonzalo Gómez de la Calle es consultor de NTTData y profesor de Economía y Relaciones Internacionales en ICADE