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Fernando Rayón
Fernando Rayón

Cuando lo anormal se convierte en habitual: de los líos en Telefónica a las tortas por sustituir a Teresa Ribera

La política sigue inmiscuyéndose en la vida de las empresas y entorpeciendo su normal desarrollo

Actualizada 11:42

El ministro de Transformación Digital, Óscar López, con el consejero delegado de STC.

REMITIDA / HANDOUT por MINISTERIO DE TRANSFORMACIÓN DIGITAL
Fotografía remitida a medios de comunicación exclusivamente para ilustrar la noticia a la que hace referencia la imagen, y citando la procedencia de la imagen en la firma
20/9/2024

El ministro de Transformación Digital, Óscar López, con el consejero delegado de STC.MINISTERIO DE TRANSFORMACIÓN DIGITAL

Dice Leopoldo Abadía, viejo profesor de generaciones de economistas, que lo anormal, aunque se repita muchas veces, nunca se convierte en normal, sino en anormal frecuente, que es algo muy distinto.

La semana pasada visitaron nuestro país los ejecutivos de STC Group, aquella tecnológica saudí que pretendía controlar Telefónica con un 10 %. La discreta visita se producía un año después de que la empresa de telecomunicaciones propiedad de la familia real saudí provocara un terremoto en los mercados españoles con pronunciamientos por parte del Gobierno español en contra y conmoción en la empresa presidida por José María Álvarez-Pallete. La entrada se produjo con un 4,99 % en títulos directos y un 5 % en derivados, lo que —como repetimos entonces— le daba derecho a una silla en el consejo de administración. Pero entonces el Gobierno tocó la campana de que se trataba de una empresa estratégica y se frenó a los peligrosísimos árabes, a los que se pretendía dejar en el 5 %. CriteriaCaixa apeló a su defensa de la españolidad de nuestras empresas, y aumentó su participación hasta el 10 %. Por otro lado, la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) tuvo que comprar otro 10 % y Sánchez aprovechó para nombrar a su profesor de tesis doctoral, Carlos Ocaña, representante en el Consejo. Otro colocado.

BBVA ha dicho que su puesto en el Consejo de Administración de Telefónica no es prioritario. Vamos, que están dispuestos a negociar para que entre STC

Pero todos aquellos movimientos del Gobierno han acabado en nada: un trágala en el que los árabes incluso hoy podrían superar el 10 % y el nombramiento de un representante en el Consejo de Telefónica. Dijimos entonces —y decimos ahora— que el movimiento más lógico sería la salida de Javier De Paz, consejero externo, que llegó a Telefónica en 2007 con José Luis Rodríguez Zapatero.

Pero como los enanos crecen en el jardín de Pallete, si Telefónica quiere cumplir con la Ley de Paridad que entra en vigor en 2025, debería ser una mujer la que ocupe el nuevo asiento. Algo que no parece compatible con el criterio saudí. Por eso, la alternativa no es otra que la silla del BBVA. Y aquí volvemos al anormal frecuente que tanto gusta al Gobierno.

El BBVA, que está jugando a todas las bandas, entre otras cosas gracias a los líos que está montando Ángel Simón, nuevo consejero delegado de CriteriaCaixa, ya se ha adelantado a decir que lo único que preocupa a la entidad bancaria para conservar su 4,8 % en la operadora es mantener la política de dividendos. Que lo del puesto en el Consejo de Administración no es prioritario. Vamos, que están dispuestos a negociar. Lo único que les faltó fue decir que todo era bueno si la negativa del Gobierno a la OPA sobre el Sabadell se cae, se disuelve o si directamente se acepta con el argumento de que Europa está a favor y otras mandangas. Y es que tanta anormalidad e interferencia del Gobierno en las empresas, por mucho que se repita, no puede ser normal, como decía el viejo maestro. Podría aterrizar sobre otros ejemplos como Talgo, Correos, Indra o Prisa, pero son historias que ya conocen y con las que no quiero tronarles a estas horas del domingo.

Ya hay listas para todos los gustos para sustituir a Ribera. Son tantos los damnificados autonómicos, o los que viven y ocupan un cargo fuera de lugar, que la cosa se está liando

Pero hay una que será noticia la próxima semana, la sustitución de la flamante comisaria Teresa Ribera: «Tanta paz lleves como descanso dejas» que repiten en Repsol e Iberdrola. Ya hay listas para todos los gustos. Parece que en Moncloa prefieren hablar del nombramiento antes que de los líos con México. Por cierto, me dice un cargo de Exteriores que el problema no ha sido la contestación impecable del Gobierno, sino la letra pequeña de la negociación. Vamos, lo mismo que ocurrió en la embajada de Caracas, vídeos incluidos. La parte buena de la negociación mexicana fueron las garantías que dio la nueva presidenta Claudia Sheinbaum sobre las empresas españolas a Pedro Sánchez. Pero no se lo crean. Allí lo único que entienden hoy es que los 50.000 millones que tienen invertidos BBVA, Santander, Naturgy o Telefónica no se vayan a otros países tras el desastre económico que deja Manuel López Obrador.

Pero volvamos a España y al sustituto o sustituta de Ribera. Aunque la cosa estaba entre Manuel de la Rocha, uno de los asistentes económicos de Moncloa, o Sara Aagesen, secretaria de Estado de Energía del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la cosa se ha ido complicando porque los de siempre han empezado a pasar listas al presidente con nombres de candidatos damnificados o peones a futuro. Y hay unos cuantos: desde el sevillano Juan Espadas, a Olga García (ex consejera de Extremadura) pasando por Beatriz Corredor (hoy en Redeia). Y es que son tantos los damnificados autonómicos, o los que viven y ocupan un cargo fuera de lugar, que la cosa se está liando. «Al final el presidente —y la voz es de un asesor monclovita— hará lo de siempre: elegirá una persona de su total confianza. Alguien que tiene cerca y al que hay que premiar. Lleva ya algunos chascos encima. Pero también mira al futuro. Otro Carlos Cuerpo».

Y es que si hay una virtud que Sánchez valora especialmente en sus colaboradores es la capacidad para desdecirse en tiempo récord. Ya no hablo de María Jesús Montero, que suficiente tiene con seguir explicándose a sí misma lo del cupo catalán, sino a Carlos Cuerpo que, gracias a los buenos datos de crecimiento del ministro Escrivá en el Banco de España, se viene prodigando como nunca en las tertulias de radio y televisión.

Lo único que me duele de tanto crecimiento son los 2,5 millones que, según Moncloa, ha aportado España a ONU Mujeres para África con la idea de conseguir una foto del presidente con la actriz Anne Hathaway dándole el premio. Al final se lo entregó la embajadora de la organización, Jaya Dukureh. Nada que ver. Y es que, con tanto crecimiento, las fotos se han puesto carísimas.

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