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Análisis económicoJosé Ramón Riera

Los funcionarios en Cataluña cuestan 16.270 euros más que en Madrid

Salvador Illa se presentó a unas elecciones en Cataluña con la misma idea que Pedro Sánchez con Podemos, asegurando que nunca gobernaría con los independentistas

Cada vez que veo al exministro de Sanidad, que fue incapaz de resolver nada durante una pandemia terrible y nos mintió soberanamente sobre los expertos que le asesoraban, apago la televisión. Y, por supuesto, me niego a leer nada de lo que dice sobre Cataluña, porque es tan falso como los expertos de la pandemia.

Se presentó a unas elecciones en Cataluña con la misma idea que Pedro Sánchez con Podemos, asegurando que nunca gobernaría con los independentistas, y hoy se ha convertido en un radical de la independencia fiscal de Cataluña. Carece de ética y de moralidad, se ha vendido y ha vendido a sus votantes por el plato de ser presidente de la comunidad catalana.

Salvador Illa recibe a Quim Torra en la GeneralitatEuropa Press

Pretenden darnos lecciones de solidaridad, cuando después del País Vasco y Navarra, son de los que más ingresan por habitante, 518 euros más que la Comunidad de Madrid y 813 más que la Comunidad Valenciana, como ya expliqué en mi artículo del pasado 20 de septiembre Cataluña no está infrafinanciada: en 2024 recibirá 518 euros más por habitante que Madrid. El problema de Cataluña no son sus ingresos, son sus gastos, que son excesivos y que están completamente descontrolados.

Hoy lo voy a demostrar con lo que he preparado para ustedes, lo que pagan en salarios cada una de las comunidades, donde veremos que la más generosa de todas, para tener así garantizados 250.462 votos, precisamente es la Cataluña, que paga 16.270 euros más al año que lo que se paga en Madrid y 18.344 euros que Extremadura, que es la que menos pagó en 2023.

Para ello he elaborado este mapa, que explica muy claramente lo que pasó en 2023, que es un fiel reflejo de lo que está pasando en 2024 y que analizaremos cuando se haya cerrado el año, aunque ya sabemos que Navarra, Cataluña y Comunidad Valenciana, las comunidades que más han subido su gasto en personal y que Cataluña lo ha hecho en un 7,3 %, pero que hasta los datos de personal que suele facilitar el ministerio correspondiente a la Función Pública que cambia de manos, como una alfombra en los mercados turcos.

Cómo siempre Cataluña ocupa una de las primeras plazas cuando tratamos de gastos, en este caso los empleados públicos catalanes tuvieron un coste medio por empleado de 66.900 euros, casi 3.900 euros más que lo que costaron los funcionarios vascos y 10.173 euros más que los que trabajan para el Gobierno de Baleares, que ocupan la tercera posición en coste con 56.197 euros anuales.

La media española es de un coste de 54.632 euros por trabajador y hay seis comunidades que pagan por encima de la media, que además de Cataluña, País Vasco y Baleares, son Navarra, la Comunidad Valenciana y Andalucía.

Madrid está en la parte baja de la tabla con un coste de 50.630 euros por empleado público, que significa que cuesta 16.270 euros menos por trabajador de lo que les cuesta a Cataluña.

Está claro que esto no es ni igualdad, ni equidad y que en el reparto de fondos debería de estar penalizado el que gaste más que la media, porque lo único que está haciendo es captar votos dentro de sus empleados públicos pagando mucho más de lo que paga el mercado en general.

Pero como siempre está el club de los privilegiados como País Vasco y Navarra, segundo y cuarto en pagar mejor a sus funcionarios y como no Cataluña que es la que mejor paga, claro que para ser funcionario en Cataluña hablando idiomas tienes más posibilidades de triunfar, perdón idiomas no, idioma: el catalán.

Como se va a hablar mucho de financiación en los próximos meses, habrá que incluir en el sistema de financiación no solo habitantes y despoblación territorial, sino que la partida más importante de los costes, que es ni más ni menos que el gasto de personal, que en 2023 fue de 101.601 millones y que representó el 41 % del gasto total, debe de entrar en la ecuación, porque no se puede premiar al que más gaste.