Del metro de Caracas al AVE a la Meca: las empresas que hacen la verdadera «marca España»
No es un eslogan de pandereta: nuestras compañías están detrás de muy grandes obras en todo el mundo
La economía española es la decimoquinta del mundo por volumen de PIB, justo por debajo de México (que es mucho más que su presidenta) y justo por encima de Indonesia. Afirmar esta realidad aritmética y ordinal puede sonar a anuncio rancio para muchos pero podríamos decir ufanamente que no es nada personal; es sólo una cuestión de negocios.
Tras este «ranking» a menudo silenciado se encuentran grandes y no tan grandes empresas que –junto con el turismo– hacen «marca España»; término laminado por los últimos gobiernos pese a haber alcanzado en su día rango de Secretaría de Estado.
La marca España no es un eslogan de pandereta. Está detrás de muy grandes obras de infraestructura como la remodelación del metro de Caracas, el desarrollo de la línea de alta velocidad ferroviaria Haramain (conocida como AVE de La Meca), la ampliación del Canal de Panamá o la construcción de las más grandes plantas potabilizadoras y desaladoras de agua.
Con datos en la pantalla habría que enumerar en esta lista de logros al consorcio español constituido por las empresas CAF, Cobra, Constructora Hispánica y la compañía Dimetronic responsables de la remodelación de la principal línea del metro de Caracas. También tendríamos que sumar al consorcio Al Shoula que desarrolló la segunda fase del contrato de construcción de la línea de alta velocidad ferroviaria a La Meca integrado por doce empresas españolas; a saber, Renfe, Adif, Talgo, Copasa, OHL, Cobra Instalaciones y Servicios, Siemens España, Indra, Imathia, Ineco, Inabensa y Consultrans.
Sumemos a las anteriores a Sacyr Vallehermoso que fue la principal representante de España en la segunda fase de la ampliación del Canal de Panamá, liderando el consorcio que ejecutó las nuevas esclusas, mientras que la también española Indra contribuyó con tecnología para el control y gestión del tráfico en el canal.
Más recientemente, la tecnología española ha sido capaz de adjudicarse megaproyectos en torno a la gestión del agua construyendo enormes plantas potabilizadoras y desaladoras. Así, Global Omnium, a través de Aguas de Valencia Internacional, ha sido la empresa seleccionada por la compañía estatal de agua en Arabia Saudí para gestionar dos estaciones depuradoras en la ciudad de Taif (provincia de La Meca) con una población superior al 1,1 millón de habitantes. Finalmente, Acciona Agua, empresa española que lidera la tecnología de desalación por ósmosis inversa, es la responsable de la construcción de plantas como la de Bekton, en Londres (150.000 metros cúbicos/día), o la de Adelaida, en Australia (300.000 metros cúbicos/ día), una de las más grandes del mundo con un volumen de 1.400 millones de euros de inversión.
Pero, además de las grandes empresas, muchas de ellas suficientemente consolidadas aunque muy alejadas de la opinión pública, deberíamos seguir la pista a las que están haciendo un gran esfuerzo de dimensionamiento. De ampliar su tamaño. No pocas se agrupan en torno a la fundación Cre100do apoyada por Bankinter, el ICEX y la Cámara de Comercio. Son empresas con unos 180M€ de facturación media y 950 profesionales, principalmente industriales (60 %), muy vinculadas a la España rural (un 40 % están en municipios de menos de 20.000 habitantes) y fuertemente internacionalizadas (60 % de facturación fuera de nuestra Nación).
Con frecuencia estas empresas cuentan con la cobertura de Cesce, empresa de capital mayoritario del Estado que también actúa como Agencia de Crédito a la Exportación (ECA) española gestionando el seguro de crédito a la exportación por cuenta del Estado en España.
La mayoría de estas empresas (grandes y medianas) resultan ajenas al gran público pero son las que soportan muy buena parte del empleo y son responsables de la fortaleza de la economía española por encima de apropiaciones de políticos. Para entender por qué no son el argumento para el guion de películas o «biopics» quizá tengamos que tirar del excelente programa satírico que dedicó Juan Carlos Ortega a los premios de cine en España.
Muchas veces me pregunto cómo se abren camino estas empresas entre sus competidoras a lo largo y ancho del Planeta. Me lo pregunto cuando recuerdo la sorpresa de un representante del Ministerio de Comercio de Estonia al acudir a reunirse con la legación española representada por el ICEX a la que acompañaban los respectivos representantes de las comunidades autónomas. Cada uno pugnaba por captar la inversión ofertando su «portfolio» de incentivos ante el desconcierto de los empresarios del país que no sabían con quién tenían que negociar.
A pesar de trabajar contra la propia marca de país, somos la decimoquinta potencia económica en un Planeta de casi doscientos países. Se nos aplica bien lo de solos vamos rápidos pero juntos iríamos más lejos. Quizás seamos más de poner cordones sanitarios antes que poner en el espejo a quienes andan fuera y dentro de España vendiendo proyectos y servicios de esos que acaban dándonos de comer.
- (*) Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino