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José María Rotellar

Sánchez posterga los Presupuestos y los ajustes y anticipa otra subida de impuestos

La estabilidad presupuestaria es imprescindible para conseguir una estructura económica sana

El Gobierno da muestras de una gran irresponsabilidad presupuestaria, tanto interna como externa, al postergar, no sabemos si definitivamente, la presentación de proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) a que se celebren los congresos de ERC y de Junts, por una parte; por otra, con su demora en el envío a Bruselas de los ajustes que le solicita la Comisión Europea.

Así, tras el restablecimiento de las reglas fiscales en la UE, los países con desajustes estructurales en sus cuentas, como es el caso de España, deben enviar a Bruselas una relación de los ajustes a adoptar para corregir la situación, con fecha límite del 20 de septiembre para el primer envío. Es decir, el veinte de septiembre, el Gobierno debería haber remitido los ajustes presupuestarios que propone a Bruselas para ir corrigiendo los desequilibrios de la economía española. Sin embargo, el Gobierno ha solicitado una prórroga y no ha enviado –ni enviará, de momento– dichos ajustes.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús MonteroEFE

Esto es un inmenso error que el Gobierno no debería haber cometido, porque la estabilidad presupuestaria es imprescindible para conseguir una estructura económica sana, que se mantenga por sí misma, no por el gasto público creciente, que ahoga a la economía con deuda y más deuda. Adicionalmente, la credibilidad de la economía española no puede ponerse en juego por un retraso intencionado debido a la debilidad parlamentaria del Gobierno, que no puede sacar adelante casi ninguna iniciativa legislativa. Esta decisión del Gobierno hace un gran daño a la economía española por los siguientes motivos:

1. Los plazos importan, y el no respetarlos resta credibilidad.

2. ⁠Si no lo presenta, se debe o a falta de ideas, que nos llevaría a pensar que son incapaces de pensar en una política económica que no sea la del aumento del gasto sin criterio, o a un camuflaje de la realidad de los ajustes, para que los apoyen Sumar –pese a estar en el Gobierno, la negociación con ellos es tensa en muchos temas presupuestarios–, Podemos y ERC, y a una subasta para que los apoye Junts.

3. ⁠Esto muestra la deriva del Gobierno, sin ideas, sin apoyos y sin capacidad para proponer reformas que saneen a la economía española y, como los malos estudiantes, deja sus deberes para una convocatoria extraordinaria muy forzada.

4. Todo ello, resta seguridad jurídica, ahuyenta inversiones y perjudica a la economía y al empleo.

Esta desidia en el cumplimiento de los plazos comprometidos con Bruselas se une a la irregularidad que ya representa el hecho de que tengamos unos presupuestos prorrogados, los de 2023, y que el Gobierno haya desistido de presentar un proyecto para 2024, simplemente porque había elecciones regionales catalanas y no iba a poder sacarlos adelante, incumpliendo, así, una de sus obligaciones, que es el elaborar un anteproyecto de presupuestos cada ejercicio. Así, el presente año, 2024, España está sin Presupuestos Generales del Estado (PGE), debido a que tras el rechazo que hubo de los presupuestos autonómicos de Cataluña por los socios de Díaz, que provocó el adelanto electoral en la región catalana –elecciones celebradas hace tres meses y medio–, el gobierno de Sánchez decidió no presentar Presupuestos Generales del Estado para 2024, manteniendo la prórroga presupuestaria que opera en estos momentos.

Y, ahora, según su portavoz, va a presentar proyecto de PGE, cuando todo parece indicar que no cuenta con la mayoría suficiente para sacarlos adelante, es decir, hay una elevada probabilidad de que dichos presupuestos le sean devueltos al Gobierno, pero ni siquiera sabemos cuándo, al anunciar, de nuevo, otro retraso supeditado a los congresos de los partidos independentistas catalanes. De hecho, quiere presentar unos presupuestos cuando la senda de estabilidad ha sido rechazada por el Congreso, aunque haya logrado cambiar por la puerta de atrás la capacidad del Senado de paralizar dicha senda, y cuando ha tenido que retirarla para que no sea, de nuevo, rechazada.

Quiere encajar un techo de gasto no financiero desorbitado, con una senda antigua, de manera que tendrá que incrementar la previsión de ingresos

Si no logra sacarlo adelante, terminará por enviar a Bruselas la senda antigua, que no cuadra con el techo de gasto que quiere ejecutar, pero que es probable que tampoco pueda, ya que los presupuestos, como digo, están en el aire. No obstante, en caso de presentarlos, está dispuesto a presentar unos Presupuestos en los que quiere encajar un techo de gasto no financiero desorbitado, con una senda antigua, de manera que tendrá que incrementar la previsión de ingresos, para lo cual, a buen seguro, tratará de llevar a cabo una subida de impuestos.

Son unos Presupuestos que nacerían muertos de inicio, de un cumplimiento irreal, de un grave riesgo de inestabilidad presupuestaria, que, además, tienen pocas posibilidades de salir adelante, salvo que Sánchez mercadee, una vez más, para logar los apoyos de su coalición Frankenstein ampliada, pero ya le va quedando poco que vender. Si el Gobierno desistió de intentarlo este año, fue reflejo significativo de su debilidad parlamentaria, de su incapacidad para poder gestionar adecuadamente la economía, pues no tiene fuerza para sacar adelante unos presupuestos, ni aun cediendo en todo lo que le pidan, como viene haciendo desde que volvió a ser investido presidente del Gobierno.

Y si no hay presupuestos para 2025, cosa que parece muy probable, el Gobierno debe irse, es decir, debe dimitir o convocar elecciones. Es lo que debió de hacer cuando tuvo que renunciar a que hubiese PGE en 2024, y es lo que debería hacer ahora si su proyecto de PGE es devuelto al Ejecutivo. Su empecinamiento está restando credibilidad a España ante Europa, pues debido a que no sabe qué va a poder presentar ha solicitado esa prórroga que deja en muy mal lugar a la seriedad de la economía española.

Insistir en seguir gobernando con una nueva prórroga presupuestaria es una absoluta irresponsabilidad, pues las cuentas públicas constituyen la ley más importante de cada año, ya que recoge las actuaciones de política económica del Gobierno. Adicionalmente, en un contexto en el que vuelven a operar las reglas fiscales se hace imprescindible que se elaboren unos presupuestos que permitan alcanzar la estabilidad presupuestaria. La ausencia de los mismos introduce inestabilidad económica, inseguridad jurídica y deja a la cuarta economía del euro a la deriva, perdiendo oportunidades, es decir, perjudicando a la actividad económica y empleo. Una cosa es que el presupuesto deba ser de gasto limitado, que reduzca la deuda y baje impuestos, y otra cosa es se gobierne con prórrogas, pues esto es una situación excepcional que no puede ser aplicada de manera ordinaria y habitual. Y mucho menos, que ello ponga en riesgo los compromisos de España a nivel internacional, retrasando los envíos pactados ante la UE para corregir los desequilibrios de la economía española y conformando un decreto de prórroga muy laxo, que debería ser objeto de seguimiento especial por parte de la oposición, para que no introduzca en él, de forma camuflada, lo que quiera.

En la facultad, nos enseñaban en la primera asignatura que teníamos de Economía Pública que la devolución de unos presupuestos conllevaba la dimisión del Gobierno, al no poder sacar adelante la ley más importante del año que articula la acción de Gobierno. Hace algún tiempo que eso dejó de tenerse en cuenta, pero es lo que el Gobierno debería hacer, pues está claro que no tiene la confianza parlamentaria necesaria para poder sacar adelante las cuentas pública, de ahí que desistiese de continuar su tramitación para 2024 y de que probablemente le sean devueltos para 2025, si es que llega a presentarlos. De momento, ya le está restando credibilidad a la economía española ante Bruselas. Lo mejor que podría hacer el Gobierno es comunicar a Bruselas que los prorroga porque no tiene capacidad para gobernar y se dispone a convocar elecciones, pero parece que eso a Sánchez le da igual, porque la única política segura que sigue es la de tomar las decisiones en función de su conveniencia, no de lo que sea mejor para la economía española.

  • José María Rotellar es profesor de Economía y director del Observatorio Económico de la UFV