Pedro Sánchez confirma que viene una subida de impuestos salvaje, pero ¿por qué, si vamos como un cohete?
Llevan seis años gobernando y ya ni siquiera Carlos Puigdemont se cree sus promesas. Pues la economía no iba a ser menos. Cada día nos cuentan una nueva mentira
Pedro Sánchez y la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, confirmaron esta semana pasada en el Congreso de los Diputados lo que ya dijimos hace un mes: que se preparaba una subida de impuestos salvaje. La cosa ya se ha concretado —de momento— en unos 60.000 millones de euros.
Ante esta noticia, lo primero que cualquier persona con sentido común piensa, ¿pero no decía el Gobierno que la economía iba como un cohete o como un tiro? ¿A qué viene ahora este subidón? Y la ministra de Hacienda les responderá con su furor pedagógico: «El Gobierno cifra en cuatro puntos de PIB la brecha de presión fiscal con la UE y además Bruselas nos reclama una reforma tributaria». Una subida, vamos. Y ella se quedará en su paz y usted seguirá sin entender nada.
Es verdad que a veces, de tanto repetir las cosas, hay gente que se las cree. Ha sido una constante de este Gobierno desde el primer día. Lo que pasa es que llevan seis años gobernando y ya ni siquiera Carlos Puigdemont se cree sus promesas. Pues la economía no iba a ser menos. Cada día nos cuentan una nueva mentira. Pero vamos con estas dos últimas: lo de los cuatro puntos, que repiten una y otra vez, y lo que nos pide Bruselas.
Decía Sánchez en septiembre, en el acto de apertura del curso político, que el Gobierno, en el marco de los Presupuestos Generales de 2025 —entonces aún creía que los podía sacar adelante—, preparaba una subida de impuestos a las rentas del capital, a los contribuyentes más adinerados, a los vehículos más contaminantes y a las energéticas y entidades bancarias, convirtiendo en permanentes los impuestos extraordinarios. El objetivo era cumplir con las nuevas reglas fiscales que pedía la Unión Europea como condición para cobrar el quinto desembolso de los fondos Next Generation. O cambias o no hay dinero.
Llevamos 69 subidas fiscales desde que Sánchez es presidente del Gobierno: una al mes
Como recordarán, aquella subida de impuestos era solo para los malos malísimos: ricos, contaminantes, bancos y energéticas. Pero ya saben que cada vez que nos hablan de ricos y lamborghinis, a los que nos suben los impuestos no es a ellos sino a nosotros. Llevamos 69 subidas fiscales desde que Sánchez es presidente del Gobierno: una al mes. Y esas subidas, al menos la gran mayoría no han sido ni a los ricos ni a los de los lamborghinis. Eso también lo sabemos.
Pero las mentiras siguen: «En relación con la brecha fiscal —dijo esta semana María Jesús Montero— estamos cuatro puntos por debajo en presión fiscal, de hecho Europa exige al Gobierno una reforma fiscal que le permita ponerse al menos simétrico en relación con esta cuestión». Otra mentira. Y para desmontarla me van a permitir que cite el excelente artículo del economista José Ramón Riera en este mismo diario: «Los impuestos que pagamos todos los españoles hoy es el equivalente al 42,8 del PIB, mientras que en el 2018 era del 39,2 % y esto significa que España es el tercer país que más ha subido la presión fiscal de los 27 países miembros de la Unión Europea desde que Pedro Sánchez llego al Gobierno (…) Mientras, la presión fiscal en la Unión Europea ha pasado del 46,2 % al 45,9 %, entre 2018 y 2023, con lo cual es mentira que la Unión Europea esté obligando a los países miembros a subir sus impuestos, es más, en total en la UE hay once países que han bajado su presión fiscal». Otra mentira con patas cortas.
Pero se preguntarán por qué se ha puesto ahora el Gobierno a mentir también en este tema? Pues porque apenas en unos días —el 15 de octubre— el Ejecutivo deberá enviar a Bruselas su Plan Fiscal Estructural, en el que tiene que figurar cómo va a corregir el exceso de déficit y de nuestra deuda pública. Y ya la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) señaló en abril que el ajuste fiscal en España necesario para cumplir con las reglas europeas podría rondar los 40.000 millones de euros repartido en cuatro o siete años. Y que el actual plan fiscal incumple esa regla de gasto. Total, que por mucho que Pedro Sánchez diga que «no va a haber recortes» el ajuste implicará un crecimiento del gasto público limitado al 3 % anual, lo que pondría en riesgo la viabilidad de futuras inversiones y la calidad de los servicios públicos, eso por no hablar del sistema de pensiones.
No quiero asustarles más de lo necesario, pero tanto el Instituto de Estudios Fiscales como el CIS de José Félix Tezanos, siempre el mejor amigo del Gobierno, recogen un sentimiento generalizado en la calle: un 43,5 % de los españoles considera que paga muchos impuestos; y un 55% considera que se beneficia poco o nada de los impuestos que paga. Pero Montero sigue apelando al crecimiento español del PIB para decir que pagamos poco. Una forma de no decir nada, porque la mayoría de los españoles, aunque conoce lo justo de crecimiento y PIB, sí sabe que ya no llega con su salario e impuestos a fin de mes.
Quizá tenga mucho que ver en esta película de ciencia ficción que nos cuentan, que el presidente no se refiriera a su plan de reequilibrio de las cuentas públicas en su primera intervención parlamentaria: todo se lo dedicó a la inmigración para atizar a la oposición. Y solo ante la repregunta de Alberto Núñez Feijóo refiriéndose al plan de Equilibrio Fiscal de la Unión Europea, balbuceó que España «está cumpliendo con los objetivos de déficit público», cosa que ya sabemos que es mentira.
Pero así estamos. Bruselas y los fondos Next Generation están esperando el plan del Gobierno. Y allí las milongas les duran muy poco. Casi tan poco como aquí.