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Teresa RiberaAFP

Semana clave en Bruselas para una Teresa Ribera cuestionada por la DANA y debilitada por el resurgir nuclear y Trump

El PP vuelve a cargar contra la vicepresidenta, que participó de forma telemática en la primera reunión del comité de crisis por la DANA: «Estaba en París y Bruselas preocupándose por lo suyo»

Semana clave para el futuro europeo de la vicepresidenta Teresa Ribera. La vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica está citada este martes en la audiencia parlamentaria que la confirmará o descartará para el cargo de Comisaria Europea de Transición Limpia, Justa y Competitiva.

Se trata de uno de los cargos de mayor calado de la nueva Comisión, a los que sumaría el rango de vicepresidenta ejecutiva. Y precisamente por ello afrontará un examen particularmente severo, al que llega en un momento delicado, con el papel de la Confederación Hidrográfica del Júcar, dependiente de su ministerio, y de ella misma bajo cuestión tras el desastre provocado por la DANA en Valencia.

Ribera deberá satisfacer el interrogatorio de las comisiones de Asuntos Económicos y Monetarios, Medio Ambiente y Salud Pública, e Industria, Investigación y Energía. Y tendrá igualmente que contestar a cuestiones de otras comisiones invitadas, como la de Mercado Interior y Protección del Consumidor, Empleo y Asuntos Sociales, Transporte y Turismo, Desarrollo Regional y Agricultura y Desarrollo Rural.

Se da por hecho que la gestión de la DANA saldrá a relucir entre las preguntas. Este domingo, el vicesecretario del PP, Juan Bravo volvió a cargar contra Ribera por la gestión de la catástrofe realizada por su ministerio y por ella misma. «Tendríamos que preguntarnos dónde estaba Ribera. En los momentos más complicados estaba de gira en París y Bruselas preocupándose por lo suyo. El conjunto de los españoles sabe precisamente dónde estaban unos y dónde estaban los otros».

La vicepresidenta participó de forma telemática en la primera reunión por la DANA, celebrada en la noche del 29 de octubre, el mismo día de la tragedia, y acudió de forma presencial a la segunda reunión, el día 30. Acusada por los populares de estar desparecida, Ribera afirmó en la SER que hizo «cuatro llamadas» al presidente valenciano, Carlos Mazón, el mismo día 29, para tratar de localizarle. «Basta de manipulaciones», respondió en X Mazón, adjuntando una captura de un SMS enviado por la titular de Transición a las 20:20 horas.

La vicepresidenta llegó a afirmar que habló unos minutos en el Parlamento Europeo el mismo día 29 con Dolors Montserrat, portavoz del grupo popular en la Eurocámara. Los populares desmintieron «tajantemente» este extremo, reduciendo el encuentro a un «saludo fortuito» y afirmando que se produjo a una hora diferente de la que afirmó Ribera.

La española será la última en ser examinada por el Parlamento Europeo, junto con Henna Virkkunen, candidata del centroderecha finlandés para ocupar la cartera de Soberanía tecnológica, seguridad y democracia. Ambas responderán a los parlamentarios tras Raffaele Fitto, el candidato de Giorgia Meloni. Un reparto que en los pasillos europeos se entendió como una garantía para evitar que ninguno de los bloques ideológicos tumbe a alguno de sus candidatos.

Considerada un perfil técnico muy experimentado, y con gran experiencia en Bruselas, Ribera se ha preparado el examen a conciencia, a costa de despejar al máximo su agenda. El PP europeo, no obstante, ha puesto en cuestión su nombramiento desde el primer momento, criticando su matrimonio con un alto cargo de la CNMV, lo que no evitó que recibiera el visto bueno de la Comisión de Asuntos Jurídicos (JURI).

Debilitamiento de izquierda y liberales

Conservadores, liberales y socialistas han pactado, a priori, los cargos, aunque la batuta la lleven los primeros, ganadores de las elecciones del pasado 9 de junio. Desde entonces, la posición de liberales y socialistas a nivel internacional se ha debilitado. El francés Emmanuel Macron adelantó las elecciones legislativas, que perdió ante una coalición de izquierdas, y nombró posteriormente al conservador Michel Barnier como Primer Ministro. Y la coalición de gobierno en Alemania, encabezada por el socialista Olaf Scholz, quedó dinamitada el miércoles pasado, abocando al país a elecciones anticipadas. Un día antes, la victoria del republicano Donald Trump en Estados Unidos certificó el giro conservador de la primera potencia mundial.

Trump aboga por imponer aranceles del 10 % o más a las importaciones del resto del mundo, incluyendo las europeas, y es un firme defensor de los combustibles fósiles, justo lo contrario por lo que aboga Ribera. Significativamente, la semana pasada la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen se abrió ahora a comprar gas licuado americano. «Todavía compramos mucho a Rusia, ¿por qué no reemplazarlo por GNL americano, que es más barato y reduce el precio de la energía?», se preguntó en una rueda de prensa.

En contra de la española juega también su postura antinuclear, en plena reivindicación de esta tecnología en Estados Unidos, para surtir a los centros de datos de las compañías tecnológicas, o Italia, defensora de los nuevos reactores 'de bolsillo' SMR. En su ronda de preguntas con respuesta escrita Ribera ya se vio obligada a comprometerse a no poner pegas a la energía nuclear en el continente, reconociendo las «bajas emisiones» de esta tecnología, después de haber abogado por el cierre a los siete reactores nucleares españoles y haber disparado la factura fiscal de sus operadores.