Esperpento fiscal del Gobierno: pase lo que pase, el daño ya está hecho
Cuando te pones a negociar una reforma que Europa nos exige y la conviertes en un cajón de sastre para incluir los disparates fiscales de unos y otros, el tejido empresarial entra en crisis y se plantea cambiar de país
Algunos pueden enredarse en el esperpento negociador del lunes hasta altas horas de la madrugada. Otros pueden poner el foco en la capacidad del Gobierno para engañar a sus socios en la negociación. O incluso hay quien verá en todo ello una incapacidad para gobernar que presagia un cercano fin de la legislatura.
Pero lo peor, siendo malo, no es todo eso. Lo peor es que el daño ya está hecho. Y es que cuando te pones a negociar una reforma fiscal que Europa nos exige y la conviertes en un cajón de sastre para incluir los disparates fiscales de unos y otros, la comunidad empresarial e inversora entra en crisis y se plantea o cambiar de país o dejar de invertir por la inseguridad jurídica que toda esta incertidumbre implica.
Los cambios en la tributación, ahora que la mayoría de las empresas elaboran sus presupuestos, está siendo algo devastador para nuestra economía. La inseguridad –ni siquiera sabemos lo que harán mañana los socios de Sánchez en la votación– no solo no atrae inversión sino que la espanta y además infecta toda la economía española de una falta de credibilidad que deja huella.
No es una opinión personal. Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, ya ha explicado lo difícil que será captar nuevas inversiones cuando la normativa fiscal depende de tantos con planteamientos no solo diferentes sino enfrentados. Y lo malo es que cuando le preguntan a la ministra de Hacienda, como ocurrió ayer en la sesión de control del Congreso, cuál es el plan fiscal del Gobierno se despache atacando a la oposición por su papel en la dana de Valencia.
Las socimi españolas, en una semana, han visto cómo el régimen fiscal que comparten con todos los países de la zona euro se esfumaba
Las socimi españolas, en una semana, vieron cómo el régimen fiscal que comparten con todos los países de la zona euro se esfumaba y anunciaban –la cosa empezó por Colonial y Merlin– el traslado de su domicilio fiscal a Portugal. Un decir, pues Colonial también podría irse a Francia ahora que se va a fusionar con su filial francesa SFL. Pero este no es único disparate. El diesel, los pisos turísticos, los seguros de salud privados, el tabaco, los vapeadores, algunos bienes de lujo, las empresas energéticas, los bancos…
Lo de las energéticas está siendo de traca. El PNV y Junts consigueron hacer desaparecer el impuesto extraordinario sobre sus beneficios que habían pagado durante los últimos dos años. Pues bien, en la negociación fantasmal del lunes cambiaron las tornas y se anunció que éste se prorrogaba durante 2025. Tuvo que volver José Luis Rodríguez Zapatero a negociar con Junts para que no se bajaran del acuerdo.
Ayer Patxi López, portavoz del PSOE en el Congreso, decía no saber nada de esta negociación de Zapatero y el Ministerio de Hacienda emitía un comunicado que señalaba que el acuerdo con Junts seguía en pie aunque se prorrogaba el impuestazo. Fantasmal como digo. Pero, ¿qué hará Junts mañana? Es para meter las palomitas en el microondas si no fuera por la gravedad de lo que cuento.
Pataleta del Santander
Y déjenme que acabe con los bancos. Me resultó casi enternecedora la pataleta del Banco Santander en la rueda de prensa que dio Manolo Cendoya el martes pasado cuando dijo que aquello de que «la reforma fiscal que estamos viendo en los últimos días no es el mejor ejemplo de potenciar la atracción de inversión extranjera (…) quiebra la seguridad jurídica (…) y es un ataque al crecimiento económico y al progreso social». ¡Pues claro!
Ya se sabe que los bancos son malos malísimos para algunos partidos de la izquierda radical, pero de ahí a prorrogarles el impuestazo y colocarles un aumento adicional sobre sus márgenes es chulearles un poco más. Pero ya saben: la solución, mañana. No den nada por hecho. Pero sea lo que sea, el daño ya está hecho.