Los árabes, la sucesión de Pallete y la nueva Telefónica
Un año y dos meses después de la movida árabe, los accionistas de Telefónica se han reducido mientras que su participación ha crecido
Mientras unos se entretienen en Congresos y otros con sus trinques, la vida sigue. O más bien hacemos lo que podemos por seguir adelante. El Consejo de Ministros autorizó el pasado jueves a la operadora saudí STC la ampliación hasta el 9,9 % de su capital en Telefónica. Un año después de la adquisición del 4,9 % el Gobierno dio el visto bueno a que pasaran a controlar el 5% restante que habían comprado a través de derivados financieros.
Ya casi ni recordarán aquel 5 de septiembre del año pasado en el que la entrada de un grupo árabe provocó una conmoción en el empresariado y la bolsa españolas. La operación costó 2.100 millones y fue coordinada por Morgan Stanley. Tampoco STC era una grupo cualquiera sino una operadora controlada en un 62 % por PIF, el fondo soberano de la Familia Real Saudí.
«¡Los árabes se nos han metido en casa!», clamaba uno de los accionistas de referencia de Telefónica como si no supiera que toda la operación la había orquestado en secreto el presidente de la compañía José María Álvarez-Pallete. Pero se imponía el postureo y el Gobierno no tuvo más remedio que repetir que del 10 % nada; que era una empresa estratégica y movilizó a la Sepi, BBVA y Caixabank para que crecieran en su participación en la compañía. Pero dice el refranero español que antes se coge al mentiroso que al cojo y solo ha habido que esperar unos meses para que el Gobierno desbloqueara la operación y diera luz verde a la presencia árabe en la compañía. Ya dijimos que la Sepi no tenía tanto dinero como para comprar aquel 5 % de los derivados.
Resultó muy revelador sin embargo el comunicado que STC hizo tras la decisión del Consejo de Ministros. En él, su propio CEO, Olayan Alwetaid destacaba el papel de su grupo como socio «estratégico» y «a largo plazo» en Telefónica. De repente la estratégica era la inversión árabe mientras que Telefónica «la más estratégica de todas nuestras empresas» que dijo Nadia Calviño, había dejado de serlo a pesar de ser el principal proveedor de comunicaciones del Ejército español. Es decir, que si en el futuro, vuelven a oír aquello de una empresa estratégica salgan corriendo.
Los 2.100 millones que desembolsaron hace un año valen hoy, a precio de mercado, 2.468 millones
Pero el comunicado de los árabes decía más cosas. Primero que «mantenía la confianza en el liderazgo y visión estratégica de Telefónica». Y segundo, manifestaba su deseo de «trabajar juntos para crear valor para todos los accionistas». Esto último no era un brindis al Sol. Los 2.100 millones que desembolsaron hace un año valen hoy, a precio de mercado, 2.468 millones: un 17,5 % más. Buen negocio el de los árabes. Un regalo que no venía solo.
Efectivamente, el Gobierno autorizó –no podía no hacerlo– a que los árabes nombraran un vocal en el consejo de administración del grupo; autorización que STC recordaba en su comunicado. Y aquí viene lo interesante de cara al futuro. Y lo es porque nadie se imagina que los árabes vayan a nombrar a una mujer como consejera lo que complicará aún más esas normas de buen gobierno que Telefónica incumpliría: superar los 15 vocales; que las mujeres representen el 40 % en ese órgano directivo, y que los consejeros independientes sean una parte sustancial del Consejo.
Y todo esto ocurre porque, un año y dos meses después de la movida árabe, los accionistas de Telefónica se han reducido mientras que su participación ha crecido. De hecho, la entrada de STC fue la coartada perfecta para que el Gobierno, a través de la Sepi, volviera a entrar en el capital de Telefónica con un 10 % y el nombramiento como consejero de Carlos Ocaña, otro de los amigos colocados por Pedro Sánchez en puestos estratégicos. Caixabank también llegó al 10 % (le costó 1.100 millones la broma). Y toda esta movida nos lleva al desenlace de la película. Este nuevo núcleo duro de la empresa que –incluyendo el 4,83 % del BBVA– controla el 35 % del capital, podrían pedir cada uno: Sepi, Criteria y STC un nuevo consejero y ¿para que? Ahí está la clave.
Desde su privatización, Telefónica había sido una empresa gestionada por sus directivos y no por sus accionistas de referencia
Desde su privatización, Telefónica había sido una empresa gestionada por sus directivos y no por sus accionistas de referencia. Hoy eso se ha acabado. Ángel Simón, consejero delegado de CriteriaCaixa lo dejó claro clarísimo en su intervención, la semana pasada, en el Congreso de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos en La Coruña. Allí no solo señaló que «vamos a mantener la inversión en Telefónica, Naturgy y Caixabank, sino que esa presencia va a ser con carácter influyente». Vamos, que van a mandar en Telefónica.
El horizonte se sitúa en los primeros meses de 2025 donde la Junta General de Accionistas deberá renovar en el cargo a José María Álvarez-Pallete. Pueden reelegirle, claro está, o también agradecerle los servicios prestados. En la casa suena cada vez con más fuerza Laura Abasolo García de Baquedano, «uno de los nuestros» dice algún consejero. Pero la Directora General de Finanzas y Control y responsable de Hispanoamérica no es solo de la casa: es también de algunos más.
Para empezar no está en la refriega diaria. Ella trabaja desde Bilbao y ahí sigue; siempre al margen de luchas y disputas. Luego viene lo mejor: es del PNV como su marido Antón Arriola, presidente de Kutxabank e íntimo amigo de Andoni Ortuzar, presidente del partido nacionalista. Y no les voy a recordar cómo presiona en este momento el PNV, sobre todo en la cosa económica. Y tercero: lo que no quiere Pallete de ninguna manera es que Carmen Artigas, la nueva consejera que quiere Sánchez, y amiga de Begoña Gómez, vuelva como consejera independiente –¡que risa! esto de los independientes– a pesar de haber sido secretaria de Estado de Telecomunicaciones. Pallete la echó por líos internos en Telefónica y ahora tendría que tragar de nuevo con ella.