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Fernando Rayón
Fernando Rayón

Los árabes se hacen con el negocio fotovoltaico español y los vascos con Talgo para llevársela de Madrid

Pensar que Óscar López, flamante nuevo secretario general de los socialistas madrileños, va a mover un dedo para que Talgo siga en Madrid es mucho imaginar. Sobre todo porque no tiene los cinco escaños del PNV

Actualizada 04:30

Un tren Talgo, en la fabrica de montaje de la localidad alavesa de Rivabellosa

Un tren Talgo, en la fabrica de montaje de la localidad alavesa de RivabellosaEFE

La bajada el jueves de los tipos de interés al 3 % dibuja un panorama distinto para los inversores y empresas. Es verdad que ya no estemos en el mejor momento para comprar, pero es que en los próximos meses las cosas se van a complicar aún más con la inflación y los aranceles de Estados Unidos y el dinero nunca volverá a estar tan barato como ahora.

Por eso no debe extrañarnos que algunos inviertan en criptomonedas, y otros prefieran acelerar sus inversiones antes de que las cosas se vuelvan a complicar. Que se lo digan a Ángel y Javier Escribano que siguen comprando acciones de Indra; o a los March lanzando una opa de exclusión sobre el holding familiar. Aquí el que no corre vuela.

Pero naturalmente, los negocios no los hacen solo los de casa. Los mercados internacionales hace tiempo que se enteraron del chollo que son las empresas españolas y de que las pegas que pone el Gobierno español al final quedan solo en eso, en pequeñas dificultades que una somera diplomacia y la falta de dinero allanan.

La sorpresa –por decirlo de alguna manera– la dio el martes Masdar, el holding de renovables del Emirato de Abú Dabi, que anunció la compra de todas las instalaciones fotovoltaicas de Endesa y Genia Solar. Una operación valorada en 500 millones que les haría competir en España con Iberdrola y Solaria. Así, de un solo golpe. Recordemos que es un nuevo intento de Abu Dabi de aterrizar en el sector energético español tras el fracaso de su opa por Naturgy a través de Taqa. Pero este nuevo anuncio tiene su miga.

Recordarán que, cuando se anunció aquella opa de Taqa sobre Naturgy hubo una batalla mediática y financiera sobre el rollo de siempre: que si la defensa de la españolidad de nuestras empresas; que si había sectores estratégicos que convenía mantener y preservar; que los países árabes solo venían a hacer caja y a las primeras de cambio se largaban… Pero después de lo visto en Telefónica ya nadie se atreve a decir lo que es exactamente una empresa o un sector estratégico y mucho menos a poner peros a unos árabes que el Gobierno español recibe con los brazos abiertos. En Israel se han dado cuenta del cambio.

Para completar aquel lío, los bancos nacionales e internaciones bendijeron aquellas entradas de dinero como si fueran el mismísimo maná del desierto –nunca mejor dicho–; añadiendo que los fondos soberanos árabes eran un modelo de permanencia en los países y de acertada diversificación de su negocio de hidrocarburos. Y además decían que si no se les dejaba invertir en España se marcharían a otros países.

Quizá por eso, y por lo que decía de lo baratas que están nuestras empresas, el grupo Masdar empezó a comprar instalaciones de renovables en España, según algunos medios, por más de 3.000 millones, especialmente a Endesa y Yield. Además, el fondo soberano de Abu Dabi ya controlaba Moeve (la antigua Cepsa) desde hacía años y ese es el principal argumento que van a utilizar con el Gobierno español –su estabilidad y permanencia en esta empresa– para que las nuevas operaciones de compra no las pare el Ejecutivo. Toda una paradoja a la vista de las pegas que Moncloa pone a una fusión como la del BBVA y Sabadell, que ahí seguimos…

No me comparen a los árabes con los catalanes, ni tampoco a Mohamed bin Zayed al Nahyan con Salvador Illa

Pero claro, no me comparen a los árabes con los catalanes, ni tampoco a Mohamed bin Zayed al Nahyan, emir de Abu Dabi, con Salvador Illa, feliz emir de Cataluña, sobre todo desde que está a punto de conseguir que se perdone la deuda de su comunidad y de paso las de las demás. La mala gestión premiada. Y encima argumentada por el Gobierno de Pedro Sánchez. Vivir para ver.

Pero nos quedan muchas cosas más por ver. Hace unos días me llamaron de Sidenor para decirme que su oferta por Talgo no tenía nada que ver con el Gobierno Vasco ni tampoco con las buenas relaciones que mantienen con el PNV. En fin, era cuestión de tiempo aunque tampoco ha habido que esperar mucho. El lunes pasado el lehendakari Imanol Pradales dijo estar dispuesto a apoyar la propuesta de Sidenor por Talgo si con ello la empresa española trasladaba su sede social, fiscal y de I+D a Álava. ¡Hombre Pradales! Una cosa es que Talgo naciera en Vitoria en 1942 y otra muy distinta es que Sidenor quiera comprar el 30 % de Talgo a cuatro euros por acción. Recordemos que antes del verano Ganz Mavag ofreció cinco euros por acción en una opa por el 100 % de la compañía. Me parece que alguien se está pasando con el regalo, y tampoco me extraña que el resto de los accionistas de Talgo estén que fuman en pipa.

Y esto lo cuento porque la batalla por atraer inversión a las comunidades no ha hecho más que empezar. Illa no cede con su Sabadell y Pradales quiere Talgo casi regalado. Recordarán ya lejanos aquellos días en que la tributación, la seguridad jurídica y las subvenciones eran los argumentos que se utilizaban para conseguir empresas. Las cosas han cambiado definitivamente. Los apoyos políticos van a ser claves –ya lo están siendo– en el futuro.

Pensar que Óscar López va a mover un dedo para que Talgo siga en Madrid es mucho imaginar

Me dirán que en Estados Unidos los congresistas y senadores no conocen colores ni partidos cuando se trata de defender a sus empresas y trabajadores. Y es verdad. Así se ganan su reelección. Pero pensar que Óscar López, flamante nuevo secretario general de los socialistas madrileños, va a mover un dedo para que Talgo siga en Madrid es mucho imaginar. Sobre todo porque no tiene los cinco escaños del PNV. Y también porque su jefe los necesita. Sobre todo lo segundo.

Pues sí Pradales sí. Va a ser que sí. Solo espero que no me vuelvan a llamar de Sidenor. O ya puestos que me llamen y les sugiero que pidan a los árabes que trasladen sus sedes empresariales a Barcelona o Vitoria. A Sánchez le vendría muy bien.

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