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Fernando Rayón
Fernando Rayón

La traición de Pedro Sánchez a uno de sus más fieles aliados en el Ibex

Solo ahora podemos comprender que todas aquellas declaraciones y postureo no solo eran falsas sino que obedecían a una estrategia que se ha ejecutado meses después. Y conviene analizarlo porque la historia se repite

Actualizada 04:30

Pedro Sánchez, de visita en Fitur este viernes

Pedro Sánchez, de visita en Fitur este viernesEFE

Esta semana nos enteramos de que los árabes de Telefónica –ya saben, la saudí STC– había completado la compra del 9,97 % de la empresa española en vísperas del relevo de José María Álvarez-Pallete en la presidencia. Los que dudaban de si después del lío monclovita, el fondo soberano árabe ejecutaría la compra del otro 5 % ya han tenido respuesta. Una respuesta que ya era un hecho aunque no lo conociéramos. También supimos que el Gobierno español les había autorizado semanas antes a llegar a ese 10 % y a entrar en el consejo de administración de Telefónica. Toda una impostura.

La 'teleco' oriental ejecutó la operación precisamente en vísperas de celebrarse la reunión extraordinaria del consejo de administración en la que se relevó a Pallete por Marc Murtra. El pasado 17 de enero STC remitió a la Comisión de Valores de Estados Unidos, equivalente a la CNMV española, la documentación que le acreditaba como accionista de Telefónica con el 9,97% en el capital. Algo que cuando lo anunciaron en septiembre de 2023 provocó un terremoto cuyo sunami aún no ha acabado. Solo ahora podemos comprender que todas aquellas declaraciones y postureo no solo eran falsas sino que obedecían a una estrategia que se ha ejecutado meses después. Y conviene analizarlo porque la historia se repite, y seguramente muy pronto volveremos a oír hablar de mantener la españolidad de nuestras empresas, o de garantizar la propiedad de los grupos estratégicos. Y entonces sonreiremos por no hacer una pedorreta aunque nos lo diga el mismísimo Isidro Fainé.

La segunda mentira que se repitió entonces –los medios de comunicación fueron cómplices gracias al buen engrase de Telefónica– fue que aquello había sido un golpe de mano de Pedro Sánchez para que España no perdiera Telefónica. Que había puesto en marcha a la Sepi para igualar el accionariado de los árabes, y así garantizar que aquellas secciones de Telefónica dedicadas a la Defensa y ciberseguridad no cayeran en manos extrajeras. ¿Y por qué era falso?

Pues porque Sánchez ya la controlaba Telefónica con Pallete como cómplice desde hacía tiempo. El ya ex presidente llegó a Telefónica en 2016 con la acción a 10 euros. Hoy cotiza a 3,78. Los accionistas han perdido un 60 % del valor de su inversión. Una pérdida solo comparable al incremento salarial –año tras año– de Pallete. Salario por cierto que ha decidido conservar Murtra: 5,64 millones anuales. Pero los que ponían el grito en el cielo con la indemnización de Pallete ahora guardan silencio. Interesante también.

La complicidad de Pallete con Sánchez fue total. Traicionó a Ana Botín apoyando el cese de Javier Monzón como presidente del grupo Prisa. El primer favor. El segundo fue vender a los amigos de Sánchez la participación de Telefónica en Prisa, cediendo el control editorial a José Miguel Contreras, el hombre de Moncloa. Ya saben lo que ha sucedido luego en El País y demás empresas del grupo.

Después vinieron los amigos y familiares. Pallete tuvo que proteger la incompetencia de Javier de Paz, consejero y hombre fuerte de Telefónica, y sobre todo socio de José Luis Rodríguez Zapatero en otras aventuras. Y luego vino lo de Begoña Gómez que hemos conocido también esta semana. Resultó que la esposa del presidente del Gobierno contactó con el empresario y accionista de Telefónica Rosauro Varo para que la compañía participase en el desarrollo de un software de la Universidad Complutense de Madrid. Total: 50.000 euros. Poco si lo comparamos con lo que ayudó Indra: 128.442 o Google: 110.000. Pero de Rosauro hablaremos otro día. Y del software también, a medida que vayan declarando los Indra y Google.

Tampoco está mal recordar las ayudas publicitarias de Pallete a los medios afines a Pedro Sánchez salvando a algunos de la quiebra. O a la Mediapro de Jaume Roures. Eso da para otro libro. Y ya que hablamos de televisión y de libros, los acuerdos con productoras afines a la izquierda, la de David Broncano incluida, son otro capítulo para no perderse. Así funcionaba la empresa número uno. Entonces, claro. Hoy está luchando por estar en el top ten de las españolas. Pero esto seguirá.

Compra de Hispasat

La semana además ha dejado además dos perlas que necesitan comentario. La primera la compra de Hispasat por Indra. Una operación de 650 millones de euros que pretende convertir la empresa de defensa en un «campeón nacional del sector espacial». Será la primera operación de Ángel Escribano. Del taller de Coslada al espacio. El 14,3 % que tiene ahora el grupo familiar solo es superado por la Sepi con el 28 % de Indra. Pero eso no le preocupa al mayor de los Escribano mientras el Gobierno siga exportando armas claro está.

Son las contradicciones de este Gobierno. En el Vaticano Pedro Sánchez pidió a la comunidad internacional que dejara de exportar armas a Israel «Creo que es urgente que, a la luz de todo lo que está sucediendo en Oriente Medio, la comunidad internacional cese de exportar armas al Gobierno de Israel», mientras varias organizaciones y partidos políticos españoles han denunciado que el intercambio de armas con este país se mantiene. Todo un estilo de gobernar. Por eso la política no preocupa a los Escribano mientras España e mantenga en el noveno puesto del ranking mundial de exportadores de armamento. Toda una conquista de Pedro Sánchez con Indra a la cabeza.

Y por supuesto no nos podemos olvidar del regreso del Sabadell a Cataluña. Escuchando el argumentario de los ministros uno se pregunta si las empresas deben cambiar de domicilio fiscal en virtud de la normalización de un territorio. Pero ese argumentario del banco de que «el traslado de Sabadell busca que el minoritario y la pequeña empresa se oponga a la opa» es otra mentira. Sobre todo porque el BBVA tiene más créditos en Cataluña a la pequeña y mediana empresa que el Sabadell. Pero no es eso. Se trata de salvar al soldado Salvador Illa y sobre todo al general Sánchez que tanto depende del granero de votos catalán. Como si fuéramos tontos.

Y mientras tanto Javier Hidalgo sigue buscando accionista para Air Europa. Que hable con Escribano y su proyecto más allá de las estrellas. ¡Será por dinero!

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