Mercados
La ignorancia que amenaza a las criptomonedas
Sólo tres de cada diez inversores en criptomonedas son conscientes de que no están supervisadas por ninguna institución. El bitcoin ha perdido más de un 20 % durante los últimos días
Hace unas semanas una criptomoneda de la que pocos habían oído hablar se convirtió en noticia. El estallido de la variante Ómicron, procedente de Sudáfrica, no tardó en contagiar el pánico en todo el planeta. Los gobiernos de medio mundo reaccionaron e impusieron nuevas restricciones que buscaban acelerar un proceso de vacunación, que en varios países va más que rezagado. El terror no tardó en llegar a los mercados. Las bolsas europeas se desplomaban, lastradas por los valores más cercanos al sector turístico y también por los títulos de la banca.
Entre tanto miedo, caídas, desplomes e incertidumbre, nació la noticia. Una cripto llamada Ómicron se estaba disparando. No era nada del otro mundo, una más en un mar de monedas digitales con un mar de nombres. Eso fue precisamente lo que rescató a esa moneda de la indiferencia para convertirla en lo relevante. Su valor se revalorizó más de un 900 %, y el único motivo fue la coincidencia de su nombre con la variante que amenazaba de nuevo al mundo.
Esta semana la Asociación Usuarios Financieros lanzaba una encuesta a varios inversores en criptomonedas. Su objetivo era tantear el nivel de conocimiento sobre el producto al que estaban apostando su dinero. El resultado hace una buena radiografía de las virtudes y defectos de este tipo inversor.
En España hay 4,4 millones de personas que han invertido o invierten en criptomonedas. La mayoría de ellos entran con más de 1.000 euros, una cuarta parte con más de 6.000. Sin embargo, el estudio reflejaba una realidad constante. Un 70 % de los inversores españoles creen que este mercado está supervisado por alguna autoridad, como el Banco de España, la CNMV o el Banco Central Europeo (BCE).
El ejemplo de la moneda Ómicron es bastante ilustrativo y ayuda a imaginar al inversor en criptomonedas como aquel jugador aficionado que va al casino por primera vez con un dinero al que no da demasiado valor. Ese jugador de película que se deja llevar por la euforia, y apuesta todo al rojo por un pálpito. Quizá ese sea el principal riesgo del mercado de las criptomonedas. La enorme cantidad de inversores que no conocen ni las reglas, ni el riesgo, y que quizá ni siquiera tengan intención de conocerlo.
El mercado lo mueven las compras y las ventas. Detrás de la volatilidad de este tipo de producto, se encuentran personas ganando y perdiendo dinero, muchas de ellas víctimas de la ignorancia y la euforia de la moda.
Lejos de la irracionalidad de comprar monedas por su nombre, avanza la cotización de la reina del mercado: el Bitcoin. Esta semana una de las plataformas de cambio de criptomonedas más conocida, BitMart, fue hackeada. Los autores se llevaron unos 150 millones de dólares. Tras conocerse el ciberdelito, el Bitcoin sumó una caída más a las muchas que ha sufrido a lo largo de los últimos 30 días. De hecho, el pasado 9 de noviembre la moneda se vendía a 57.736 dólares. A finales de esta semana valía poco más de 43.000.
El momento ideal para que las casas de social trading hayan comenzado a animar más de la cuenta en redes a entrar en Bitcoin, prometiendo un rebote que lleve a la moneda a sus máximos históricos.
En su estudio, Asufin destaca algo interesante. «Cuanto más informado y más uso hace el ciudadano de la tecnología, más prevenido parece estar de todos sus riesgos. Una tendencia que no se observa aún en el fenómeno de la inversión en criptomonedas», concluye el informe.