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Aula de un colegio de la Comunidad de MadridEuropa Press

Los símbolos y objetos que alertan de la presencia de bandas latinas en las aulas

El pasado lunes la Comunidad de Madrid envió a los colegios e institutos unos protocolos de prevención de riesgo para detectar y prevenir que el alumnado entre a formar parte de estas «organizaciones criminales»

Las bandas juveniles continúan siendo un problema en Madrid. En apenas 24 horas se han producido dos tiroteos en los municipios de Alcorcón y Fuenlabrada que han vuelto a encender las alarmas y a poner en alerta a la Policía ante el riesgo de una posible escalada de violencia entre bandas como la ocurrida a principios de este 2022 en la capital.

Para tratar de atajar el problema, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha procedido a enviar a todos los colegios e institutos de la comunidad una serie de protocolos de prevención de riesgos de obligado cumplimiento para detectar y prevenir que los estudiantes entren en estas «organizaciones criminales» o en las drogas.

En este protocolo se han establecido cuatro fases: detección, intervención educativa, registro y derivación a servicios externos. Pero, además se ha añadido una lista con las señales de alarma que podrían poner al profesorado en sospecha de que el alumno está consumiendo drogas o pertenece a una banda juvenil.

Señales de alarma en el alumnado

Principalmente, algunas de las señales de alerta en el caso de poder ingresar o pertenecer a una banda juvenil que se incluyen en este protocolo son:

  • Que el alumno lleve dibujos extraños o con simbología de grupos violentos en la gorra, en la mochila o en los libros, como algunos que se adjuntan a continuación:

Logo de la banda de Los TrinitariosYoutube

Miembros de la DDPCG

  • Que pueda haber indicios de consumo de drogas.
  • Que lleve encima instrumentos susceptibles de utilizar como armas.

  • Que comience a hablar mal de sus antiguos amigos e idealice a los nuevos.
  • Que se produzca un cambio drástico en su imagen corporal.
  • Que comience a mostrar un dominio sobre los demás (sus compañeros se dirigen a él con las manos atrás...).
  • Que presente una actitud violenta.

Del mismo modo, pueden dar pistas sus entorno familiar, como que los progenitores o tutores hayan tenido actitudes autoritarias en la crianza de los hijos, bajo nivel de estudios y bajos ingresos familiares o escaso control o supervisión del menor.

Por otro lado, también influye tener antecedentes de victimización de violencia, haber sido víctima en casos de acoso escolar o, por el contrario, haber sido el abusador, presentar conductas agresivas tempranas o tener poco control de la conducta o conductas autolesivas.

Con todo, el objetivo del nuevo protocolo madrileño es el de dar unas pautas para la elaboración de planes individualizados con el alumnado en situaciones de riesgo en los centros educativos no universitarios.

«El papel del colegio es fundamental para detener posibles factores de riesgo que suelen aquejar a la población infractora juvenil que atendemos», aseguraba Diego López del Hierro, director de la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor de la Comunidad de Madrid.