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El Gobierno se empeñó en crear esta figura pero dejó en manos de las comunidades su implantación sin una hoja de ruta ni presupuestoEuropa Press

Educación

El empeño fallido de Belarra con un coordinador de bienestar en los colegios: «Es un marrón»

La ministra se sacó de la manga una figura teóricamente encargada de escuchar a los menores en las aulas para prevenir casos de acoso y violencia: «Los docentes que ejercen este rol se encuentran perdidos»

Un año después de instaurarse, la figura del coordinador de bienestar en los centros educativos no coge vuelo. Según las conclusiones de la ONG Educo en el informe ‘Coordinador/a de Bienestar y Protección: balance del primer año’, donde analiza y repasa este cargo nacido con la Ley Integral de Protección a la Infancia y Adolescencia frente a la Violencia (LOPIVI), no se le ha destinado el presupuesto adecuado y el profesorado, ya desbordado, no se quiere comer este ‘marrón’.

«Es un marrón, dejas todo a medias, no lo pagan y no hay horas», dice una coordinadora de un colegio de Huesca. La LOPIVI aseguraba que esta figura debía «implementarse en todos los centros educativos no solo para acabar con las agresiones dentro del aula, sino también fuera, en la calle, en casa o en el mundo virtual». Papel mojado.

Pilar Orenes, directora general de Educo, ha recordado durante la presentación del informe que en nuestro país hay un incremento de casi el 40 % de las notificaciones de violencia, los abusos sexuales han aumentado un 300 % y las cifras de suicidios de niños y niñas «nunca han sido tan altas». Sin embargo, no parece que el coordinador de bienestar, tal y como está planteado, pueda ayudar a revertir estas cifras.

«Derivamos un caso grave de un alumno a los servicios sociales al principio de curso, siete meses más tarde seguimos sin tener respuesta. No hay suficientes recursos y no dan abasto», señalan desde un IES en Santiago de Compostela.

Ni formación ni presupuesto

Educo cree que el fallo estriba principalmente en la ausencia de un decreto estatal que exija unos mínimos obligatorios sobre las funciones del rol, unas horas exclusivas para desarrollarlas y una formación eficaz y previa al desempeño del puesto.

Ello ha provocado, según este organismo, que cada comunidad desarrolle la norma a su manera y sin profundizar en ella. En siete comunidades (Asturias, Cantabria, Cataluña, Comunidad de Madrid, Murcia, Navarra y País Vasco) el coordinador se regula mediante una circular que no tiene ni carácter obligatorio.

«Hemos hablado con numerosas personas que ejercen el rol y el sentimiento es común: se encuentran perdidas y sin apoyo de los distintos niveles de la administración», explica Paula San Pedro.

Solo Extremadura y Galicia establecen la necesidad de formación inicial, algo que la ONG entiende que sería vital para el éxito de esta figura y además, solo Canarias, Cataluña y Galicia proponen algún tipo de complemento, y no necesariamente económico.

La suma de carencias asociadas al puesto repercute directamente en la seguridad y confianza de la persona que tiene que asumirlo: «Yo acepté este rol porque creo firmemente que puede ayudar a mejorar la salud emocional del alumnado. Pero la realidad es muy distinta. Es un marrón. No sé si seguiré el próximo curso», aseguraba una coordinadora de bienestar y de un colegio de primaria en Huesca.