Sesgo en la enseñanza o politización en las aulas: las razones por las que los jóvenes no saben de historia
Que los jóvenes no saben de historia es un hecho, pero el informe de CEU- CEFAS La cultura histórica de los universitarios: nivel de conocimientos, sesgos ideológicos y sentimiento de orgullo pone en cifras este desconocimiento y revela ciertos aspectos alarmantes de la educación española.
El nivel de conocimientos históricos de los jóvenes deja mucho que desear. A partir de una encuesta de 24 preguntas –para los estudiantes españoles, 19 para internacionales– la primera parte se ha enfocado en los conocimientos históricos de los universitarios.
Las cinco cuestiones sobre la historia contemporánea han abarcado episodios básicos de la misma: el año de las primeras elecciones después de Franco, el personaje más representativo de la Transición, el número de asesinados por ETA y las víctimas aproximadas del nazismo y del comunismo, respectivamente. Resulta alarmante señalar que únicamente el 24 % de los estudiantes respondieron correctamente a la mitad de las preguntas planteadas.
A su vez, los jóvenes han revelado que, además de los conocimientos históricos impartidos en las aulas, sus otras fuentes principales «históricas» predilectas son las series de televisión y las redes sociales frente a los libros, los diarios y revistas especializados. Esta, para nada sorprendente elección, puede derivar en problemas como sesgos y/o mala interpretación y aprendizaje histórico debido a que los alumnos acuden antes a líderes de opinión o personas no especializadas que a profesionales del campo de la Historia.
Sesgos a la hora de enseñar Historia
Debido a los bajos aciertos el documento revela un posible sesgo de los encuestados a infraestimar el número de muertos debido al régimen comunista –que en el Libro Negro del comunismo se aproxima a los 100 millones–, tendencia que, en cambio, se encuentra al alza frente al nazismo –aproximadamente 6 millones– y que solo el 24 % se acercó a los 856 asesinados por ETA.
Para el estudio del posible origen de estos sesgos en la educación, el informe acentúa la influencia ideológica. Las cifras estiman que los estudiantes de izquierdas presentan un mayor porcentaje de infraestimación (85,6 %) frente al 72 % de centro y el 76 % de derechas. En materia ideológica también resulta imprescindible subrayar que, según los datos del European Values Survey de 2018, el 58,7 % del profesorado español se declara de izquierdas, casi el doble que la media europea (33,2 %) frente al 21,2 % que opta por la derecha. Por lo que, si existe un sesgo ideológico, es más que probable que se incline hasta este lado de la balanza.
También se destaca que los universitarios «de derechas» han mostrado un mayor interés en el estudio de la Historia y por vencer los sesgos en su aprendizaje. Ante la duda, el perfil del estudiante que mejor ha respondido a las preguntas es: varón, con ambos padres con estudios universitarios, que estudia en una universidad pública y que sus conocimientos históricos adquiridos en las clases han sido completados con la lectura de libros, diarios y revistas.
Los jóvenes son conscientes de la politización de las aulas
Otro hecho alarmante que se debe subrayar es que los propios encuestados han admitido que no son ajenos a la politización de las aulas. El 47 % de los estudiantes han declarado que los profesores y los libros de texto son «casi nunca o nunca objetivos». Visión en la que se ha profundizado en la sección de comentarios, donde han remarcado la existencia de otras influencias en el estudio de la Historia: como la comunidad autónoma o país de nacimiento, la propaganda política, el prestigio del país, la ideología de los padres, los medios de comunicación, la religión, el tipo de centro en el que se ha estudiado o la presión de diferentes lobbies.
Por tanto, los universitarios son plenamente conscientes del uso de las leyes educativas y el constante cambio de las materias para la construcción de panfletos electorales y como forma de manipulación. Éstos se convierten en uno de los principales factores que han producido el desapego de los jóvenes a continuar estudiando historia después de su paso por las aulas.
También es preocupante que algunos encuestados han señalado que se han sentido cohibidos a la hora de estudiar Historia por no pertenecer a la tendencia mayoritaria y, para más inri, han indicado que, incluso, hay profesores no han terminado o no han profundizado en alguna lección para no dejar entrever su ideología.
Los españoles, los más orgullosos de su pasado histórico
A pesar de la leyenda negra y del uso de la historia como herramienta política, el informe ha dejado un espacio para la esperanza, pues refleja que los estudiantes españoles se sienten más orgullosos de su pasado histórico –en la que se engloba la participación española en conflictos bélicos, su contribución al desarrollo científico y tecnológico y al progreso de otros pueblos…– que los internacionales por la diferencia de un punto.
Como en casos anteriores, la ideología del estudiante, la región de nacimiento, el tipo de centro en el que se ha estudiado y el nivel de conocimientos también resultan determinantes a la hora de expresar el orgullo por la historia de España, siendo los jóvenes conservadores madrileños, provenientes de centros concertados o privados, con mayor conocimiento de la historia los más orgullosos de la trayectoria histórica de España.
El informe resulta una primera radiografía del problema de la carencia de «cultura histórica» de los estudiantes que parte de un punto de partida ya era conocido: que los jóvenes no saben de Historia, y mucho menos están interesados en continuar estudiándola por su cuenta después de cumplir su etapa formativa. Asimismo, el documento alerta de que son plenamente conscientes de la falta de objetividad de la materia en su impartición desde los profesores y los libros de texto.
Es entonces cuando resulta más que necesario aclarar y animar al estudio de esta materia que supera el simplismo de la tesis general de «estudiar historia es necesaria para no volver a repetirla» y destacar las alegaciones de la RAH del 2021 ante el cambio de las enseñanzas mínimas del bachillerato por el que expresó que: «La Historia ha sido siempre una materia dedicada a la comprensión del presente, a través de la visión objetiva del pasado y de lo más inmediato: a consecuencia de ello, una disciplina para la esperanza». Lo que convierte a la Historia en una materia imprescindible para la formación de los jóvenes y la conservación de sociedades democráticas.