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01 de julio de 2024

Javier Paricio, profesor titular de la Universidad de Zaragoza

Javier Paricio, profesor titular de la Universidad de ZaragozaPaula Argüelles

Javier Paricio, profesor universitario: «La cultura del esfuerzo sigue estando presente en los alumnos»

El mundo educativo ha ido evolucionando a lo largo de los años. Nuevas leyes, cambios de Gobierno, aparición de tecnologías...

¿Realmente ha cambiado el perfil del alumno? ¿Cómo han variado las formas aprendizaje? ¿El profesor ha tenido que adaptarse a la nueva educación? Para tratar de resolver estas dudas, Javier Paricio, profesor titular de la Universidad de Zaragoza y miembro de la junta directiva REDU (Red de Docencia Universitaria), ha hablado con El Debate tras participar en la Universidad CEU San Pablo en una mesa titulada: Repensar la asignatura desde el aprendizaje del estudiante.

¿Cuál es el papel actual del profesor en la universidad y cómo ha ido evolucionando a lo largo de los años?

—Muchos cambios en realidad. El papel ahora, tal y como lo entenderíamos y quizás ha sido siempre así, es el de ayudar a las personas a desarrollarse y a crecer intelectual, personal y socialmente. Esa es la idea principal, ayudar a alguien a desarrollarse. Sin embargo, es lo que ha cambiado.

Antes pensábamos en la universidad que se trataba dee transmitir conocimientos, hacer el paso de los conocimientos de una generación a otra. Es una idea que resultaría absurda cuando tenemos todo tipo de medios donde está reflejado el conocimiento. Ahora entendemos nuestra misión de otra manera, no la manera de ayudar a alguien a que crezca, que dé lo mejor de sí mismo.

Al final son las relaciones con las personas las que acaban siendo definitivas. Y eso posiblemente no ha cambiado con los grandes maestros. Al final este es un trabajo de relación, de conectar con las personas y lograr que vayan adelante. Este trabajo siempre ha sido así, pero han ido cambiando las distancias.

Ahora nuestra distancia es mucho más corta con los estudiantes de la que eran mis profesores conmigo. Y sí, van cambiando las formas, pero al final se trata siempre de lo mismo: ayudar a hacer crecer a las personas. Y al final también siempre es una cuestión de relaciones y ayudar a las personas a crecer.

Javier, ahora que hemos hablado de cambios, ¿también ha cambiado la figura del alumno? ¿Cómo han evolucionado los estudiantes?

—No estoy seguro de que eso sea así. Si yo me dejo llevar por la intuición, diría que sí, que los estudiantes son diferentes. Pero yo soy académico, yo trabajo con datos y no tenemos datos de que eso sea así.

Tendemos a decir que son menos resilientes a las dificultades, que no soportan la frustración. Pues es posible. Yo también observo que se frustran muchas veces cuando les dices esto no va bien, pero no estoy seguro de que no haya sido así en toda la en todas las épocas. Y lo cierto es que no tenemos estudios que avalen que ha cambiado ni el estilo cognitivo ni su manera de enfrentar las tareas.

Yo lo que veo es un montón de gente trabajando muchísimo y echando horas y horas. Entonces, ¿hasta qué punto se ha perdido la cultura del esfuerzo? No sabría decir, pero yo creo que no se ha ido de los alumnos.

En definitiva, no estoy seguro de que realmente haya habido un cambio tan grande. Es verdad que el entorno cambia, que son importantes y que generan una cierta forma de relacionarse con la información, pero ¿hasta qué punto eso ha cambiado los estilos cognitivos?

Yo observo que mis estudiantes leen muchísimo menos de lo que yo leía o lo que leo ahora. No es un déficit. No leen nunca libros de un gran autor que suponen a día de hoy una gran aventura intelectual. No por eso son menos aptos. Ellos tienen otras formas de aventura intelectual. Por ello digo que no estaría seguro si realmente han cambiado.

Javier Paricio, profesor titular de la Universidad de Zaragoza

Javier Paricio, profesor titular de la Universidad de ZaragozaPaula Argüelles

Sí que observas cosas que son diferentes. Pero no estoy seguro de que realmente haya cambiado ni el estilo cognitivo, ni la ambición, ni maneras de resistir a la presión que siempre igual cualquier estudio. Ni que sean menos resistentes al esfuerzo.

Hay que conocer también la parte del estudiante e intentar ver la etapa o la época que está viviendo, ya que ahora hay tecnologías, medios de comunicación… ¿La educación atraviesa ahora un momento complicado?

—Yo lo que veo es que nuestras titulaciones han ido derivando en titulaciones de un perfil muy técnico. Veo también que los estudiantes, muy presionados por su necesidad de salir adelante inmediatamente después de las titulaciones, demandan un tipo de estudios muy prácticos y muy dirigidos al entorno profesional.

Además, veo que hay una presión importante en esos estudios y se pierde un poco la visión de lo que en el mundo anglosajón se llama esa educación más liberal. No se trata de aprender a hacer cosas concretas que te van a pedir. Al final de lo que se trata es de que crezcas intelectualmente. Lo demás es tan complicado. El resto son técnicas y procesos adquiriendo esa información, pero desarrollarse intelectualmente es mucho más complicado

En este sentido, nosotros, particularmente en España, no hacemos un buen trabajo. Nos hemos dejado llevar por esa presión a la practicidad de la empleabilidad inmediata. No es que la empleabilidad no sea importante, claro que es fundamental. La universidad no puede estar en su torre de marfil, tiene que estar conectada con el mundo, eso es obvio. Pero necesitamos entender mejor esa relación con el mundo profesional para dar a los estudiantes una formación que sea verdaderamente valiosa, no para el mundo inmediato, sino para el mundo futuro en general. Y eso significa desarrollarse intelectual y personalmente. Y esa formación yo creo que la hemos dejado un poquito atrás

¿Los estudiantes de la escuela van bien o mal preparados a la universidad?

—Yo supongo que se dan las dos cosas a la vez. Es decir, están mucho más acostumbrados a trabajar en grupo y a hacer determinado tipo de tareas. Pero a mí me gustaría ver que son capaces de razonar más, de pensar científicamente, de valorar y de construir argumentos, y esa ventaja no la veo.

En Secundaria, pero sobre todo en Primaria, hemos implementado muchísimas metodologías activas, desde hacer proyectos con cartulina por toda la clase, hasta pintar con muchos colorines, pero no estoy seguro de que estemos haciendo un buen trabajo. Que sean metodologías activas está muy bien, pero al final se acaban aprendiendo listados de conocimientos también de secundaria y creo que en ese sentido no están viniendo mejor preparados.

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